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Por Marcelo Cafferata

Generalmente los productos de plataforma, con apenas algunas diferencias, suelen presentar las biopic de una forma bastante tradicional, basándose en el retrato del protagonista que suele seguir una línea cronológica, aun cuando la narrativa quiebre a veces la estricta linea temporal.

Ariel Winograd (showrunner y director de esta propuesta) rompe inteligentemente con todos esos cánones para desarrollar en seis capítulos de un poco más de media hora cada uno, seis momentos diferentes y bien diferenciados en la vida de Guillermo Coppola que guardan no solo una unidad temática, sino que también adscriben a un estilo estético y hasta un género propios, que eligió para cada una de estos fragmentos que inclusive se podrían ver fuera del orden en que están presentados.

Sobre una idea original de Cohn & Duprat (zambullidos en la plataforma Star+ con varias series al mismo tiempo), Emanuel Diez –que ya colaboró con esta dupla creativa en “El encargado” y “Nada” y tuvo a cargo el guion de “La Extorsión” con Guillermo Francella-  diseña una idea conceptual específica para cada uno de los capítulos y le imprime una idea novedosa para salir de las estructuras de la biografía más tradicional: desde su relación con Amalia “Yuyito” González y el afán por conseguir una Ferrari hasta su vínculo con Poli Armentano y la noche de Buenos Aires a principios de los ‘90 o sus días en prisión más un escándalo vinculado con las drogas.

Si bien la figura de Diego Maradona atraviesa y es el hilo conductor que enlaza todos los capítulos, “COPPOLA, el representante” pone el acento en mostrar  la figura carismática e histriónica de alguien que ya desde sus días como bancario, se perfilaba con un talento especial tanto para los negocios como para seducir e hipnotizar a quien fuese necesario basta de lograr sus objetivos.

Esa magia que despliega su personalidad para poder conseguir lo que parece imposible, será utilizada tanto para la conquista de las mujeres más deseadas, hasta para convencer a cada uno de los jugadores que comienza a representar para que realicen inversiones financieras, hasta para alquilar una mansión a pedido del Diego, como de convencer a figuras internacionales que convoca para un partido homenaje organizado como una gran fiesta de despedida para Maradona. Todos y cada uno de sus interlocutores caerán rendidos al arte del chamuyo que despliega Coppola como arma letal de atracción.

Lo que inicia como una gran comedia tradicional alla italiana, pasa por un registro más dramático en el capítulo 4 “El jarrón”, un giro al vodevil cuando intenta conquistar a una modelo alemana que parece no estar interesada en él, hasta la historia de un joven Coppola narrada en un tono muy ochentoso. Cada uno de los capítulos, bajo la puesta detallista de Winograd, invita a un juego de referencias y guiños (los desfiles de Giordano, el logo de Canal 9 Libertad con la inolvidable palomita, la productora cinematográfica Aries, o el furor del VHS con el logo de Gativideo) que se complementan con una banda de sonido adecuada para cada fragmento de la historia.

También aparecen momentos icónicos de la historia argentina que se encuentran vinculado con la historia que se pueden ver desde la pantalla de algún televisor, en el diario o en alguna revista y cada capítulo tendrá también un importante equipo de secundarios en donde aparecen Carlos Menem Jr., Alejandra Pradón, Daniel Scioli, Poli Armentano, Karina Rabollini y la indiscutida estrella de la televisión, Susana Giménez donde el propio Coppola fue varias veces protagonista de su living y las entrevistas.

Coppola tiene indudablemente una personalidad arrolladora, pero cuando se narra alguna de sus anécdotas y se la pone en contexto con el momento social y político del país, surge con claridad que tanto la coyuntura como la sociedad de la época también han ayudado a que “Guillote” se convirtiese en la figura que es más allá de haber ganado notoriedad por acompañar incondicionalmente a Diego Maradona en cada una de sus “aventuras”, a quien la serie inteligentemente le depara un fuera de campo en todos los capítulos generando esa sensación de omnipresente aun cuando solo aparece en algún fragmento de noticiero.

Pero “COPPOLA, el representante” además de poner en juego ideas ingeniosas y una puesta fuera de los esquemas tradicionales, gana efectividad por la precisa composición de Juan Minujín en la piel de Coppola. Con gran talento para los pasos de comedia y sobre todo con un registro muy preciso en los momentos más dramáticos, Minujín parece poseído por el alma de Guillote aunque escapa todo el tiempo de la imitación, logrando un trabajo perfecto que diferencia cada uno de los tonos que se imponen en cada uno de los capítulos. La gestualidad y la caracterización sumamente lograda hacen que su mera aparición en pantalla, remita directamente al espectador con la figura de este famoso representante.

Minujín brinda otro gran trabajo de composición y se pone al frente de un elenco donde también tienen sus momentos muy logrados Monna Antonópulos como Amalia “Yuyito” González, Adabel Guerrero como Alejandra Pradón, una divertida participación de Alan Sabbagh en el último capítulo, Gerardo Romano y Joaquín Ferreira, de la mano de Ariel Winograd que siempre tiene un claro sentido del entretenimiento, dejando también su marca de autor en cada una de sus realizaciones.

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