Por Marcelo Cafferata
Luz Orlando Brennan logra una sólida ópera prima con “LA ESTRELLA QUE PERDÍ” que tiene como pilar fundamental al trabajo protagónico de Mirta Busnelli, acompaña por su hija en la vida real (Ana Pauls) y las actuaciones de Gustavo Garzón, Ignacio Sánchez Mestre y Susana Varela.
Como un alter ego de la propia Busnelli, la historia se centra en Norma Reyes, una actriz con una vasta trayectoria cinematográfica, televisiva y teatral que lucha por encontrar un espacio y mantenerse vigente, aun cuando todo indica que para las actrices de su edad sólo hay papeles menores, o como ella misma refunfuña, solo le deparan abuelas (o bisabuelas) estereotipadas, con poca vida personal, canalizando toda su energía en llevar a los nietos a la plaza.
Sólo parece haber espacio para acompañar a la estrellita ascendente de turno y compartir el escenario en el papel de su bisabuela, una mujer atravesada por una enfermedad mental que probablemente necesite una internación geriátrica en lo inmediato, porque cada vez es más complejo poder lidiar con su olvidos, sus fugas y sus ausencias.
Norma deberá enfrentar las decisiones de su hija Celeste (gran contrapunto con su hija de ficción que es su hija en la vida real, Ana Pauls, con un increíble parecido que la cámara utilizar como un potente reflejo sobre ellas mismas) que hará más marcadas algunas diferencias entre ellas que son una eterna cuenta pendiente.
El arco dramático que atraviesan los personajes de Norma y Celeste, madre e hija, permite que tanto Mirta Busnelli como Ana Pauls recorran diferentes matices, desde el enojo y los reproches, a la ternura y la comprensión, desde la violencia y las peleas, hasta el abrazo fraterno y la contención. Ambas hacen un brillante trabajo que genera una mayor profundidad en la propuesta que “LA ESTRELLA QUE PERDI” elabora desde el guion escrito por la propia directora.
Es muy interesante el trabajo de Busnelli y los elementos de la puesta que la remiten sobre su carrera, sobre su espacio actual como actriz y que ponen en juego las vidas vividas por actrices y actores a través de sus personajes. En este caso Norma queda atrapada por retazos de su personaje en la puesta teatral y comienza a invadirse de las mismas sensaciones, esas ausencias y olvidos que la transportan a otro universo, incluso a bucear en un vínculo de su pasado y sobre todo a (re)construir el lazo con su propia hija, a la que ambién le cuesta aceptar algunos de los cambios que manifiesta su madre.
La dramaturgia de Luz Brennan propone momento de profundo dramatismo y dolor, contrapuestos con mucho humor, mucha ironía y el desparpajo que Busnelli puede imprimirle a sus personajes.
La propuesta se agigante con ese vínculo madre-hija que puede borrar algunas fronteras de ficción-realidad ya que aporta muchos puntos de contacto con las propias actricesy por lo tanto los encuentros y los diálogos entre ellas respiran espontaneidad, verosímil y complicidad.
Celeste le reprocha que le hubiese gustado tener una madre amorosa como Norma era en la pantalla, Norma destila alguna ironía sobre las actrices de su época que duermen en un sommier de dólares mientras ella alquila, Celeste se retroalimenta de esta relación ambigua y cambiante para poder tener un nuevo disparador de lo que se encuentra en pleno proceso de escritura. “LA ESTRELLA QUE PERDI” propone en tono de comedia agridulce ese ir y venir entre ficción y relato biográfico, que crece en ese intercambio donde Busnelli-Pauls van encontrando nuevos caminos de expresión como madre e hija, como actriz y dramaturga, como Celeste y Norma, como Mirta y Ana, para puro deleite del espectador.