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Por Marcelo Cafferata

Victoria Carreras cierra la trilogía que había comenzado con el retrato de Tita Merello visto desde su familia con “Merello x Carreras” (2015), que había continuado poniendo eje en la figura de su madre en “Hijas de la comedia” (2021) en donde también elabora un homenaje a toda la línea de mujeres de su familia y presenta ahora en el Festival “La Mujer y el Cine”, luego de su paso por el Festival Internacional de Mar del Plata, «AMOR Y CINE” en donde el eje central está en la figura de su padre Enrique.

Enrique Carreras ostenta nada más y nada menos que 95 largometrajes en un cine que tuvo su centro por fuera de toda la intelectualidad de la época en un cine netamente popular que ha convocado mayoritariamente a las familias en las salas de cine. Supo también pasar por el drama y el testimonial y como dice su propia esposa Mercedes, fue uno de los pioneros del cine nacional en la construcción de biopics con la mayoría de los cantantes del momento y uno de los primeros que puso en primer plano dentro de la pantalla argentina a la comedia musical.

La lista es extensísima y el documental sólo apela a algunos pequeños fragmentos que recorren toda su filmografía: desde la comedia familiar con Alberto Olmedo y Jorge Porcel, las exitosísimas películas con Luis Sandrini, aquellas que filmó con Mercedes Carreras como su actriz fetiche (“Las locas” “Las Barras Bravas” “Los drogadictos” –con las que se presentó en festivales internacionales ganando varios premios-, su película con Graciela Borges, los inefables Cinco Grandes del buen humor junto a Amelita Vargas (con quien tuvo un romance que la propia Mercedes confiesa a la cámara) hasta los éxitos con Palito Ortega o “Había una vez, un circo”.

Pero Victoria hilvana este homenaje no sólo con los fragmentos de esas creaciones sino que pone el foco en la épica familiar y personal con la que Enrique llevaba a cabo cada uno de sus trabajos. Sus equipos, sus colaboradores, sus diferentes productores y la figura de Mercedes quien no solamente fue su esposa sino que se constituyó en su verdadero sostén, su musa y su “socia” con la que mantuvo un matrimonio durante 37 años.

Quizás en la figura de Carreras pueda volver a plantearse el eterno dilema del cine de autor versus el cine popular. Su figura justamente logra fundir grandes éxitos de taquilla con películas que fueron premiadas en festivales internacionales y a pesar de productos tan diversos como los que encontramos dentro de toda su filmografía, es indudable que el sello de Enrique Carreras ha dejado una marca de autor en cada una de sus creaciones, algo que es tan difícil de lograr dentro de cualquier rama del arte como que cuando el espectador vea una película sepa distinguir sin lugar a dudas que se trata de una película de Carreras.

A través de los cambios en su filmografía, Carreras también supo acompañar con sus productos, los cambios que iban surgiendo en el país y en la cultura adaptándose a la época y a las circunstancias políticas que vivía la Argentina. Publicista, productor, cineasta, quizás uno de las mejores anécdotas que se desgranan a lo largo de la película es la vinculada con Leonardo Favio cuando le dijo “lo popular es peronista y en este país hay mucho gorila” refiriéndose a aquellos que menospreciaban su cine tildándolo de popular, como si el género de la comedia o el cine para la familia se tratase de un género menor

AMOR Y CINE” retoma esa mirada biográfica y familiar que presenta Victoria en cada una de sus obras donde la familia, la amistad –Tita vuelve a aparecer junto con su familia en uno de esos lazos entrañables que construyeron- y la pasión por el cine son lo más importante.

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