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Por Marcelo Cafferata

El dicho popular dice que “detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”. Si bien en los tiempos que corren, la frase suena completamente machista y hasta descalificadora, en estas épocas de empoderamiento femenino surgen productos artísticos como “GWEN” en donde Juan Martín Delgado recupera con justicia la trayectoria de Gwen Verdon, brindándole el verdadero lugar que se merece y que ha tenido en el mundo del espectáculo, musa inspiradora y trabajadora codo a codo en el proceso creativo que planteaba el genial Bob Fosse en cada una de sus puestas, quien seguramente no hubiese tenido el éxito que tuvo en muchos de sus musicales, si no fuera por la explosiva dupla que formó con su esposa Gwen.

Gwen Verdon fue una verdadera estrella de Broadway a partir de la década de los ’50 y también logró tener una extensa trayectoria en la televisión y el cine. Pero su corazón estuvo siempre unido al musical y tiene en su haber el hecho de ser la ganadora de cuatro premios Tony (además de haber sido nominada en dos oportunidades más) por sus trabajos en “Can-Can” “Damn Yankees” (en su inolvidable papel de Lola) “New Girl in Town” y “Redhead” –debut de la dupla Fosse/Verdon en Broadway-. Luego, Gwen fue dirigida por Fosse protagonizando “Sweet Charity” y fue primera en interpretar a la icónica Roxie Hart de “Chicago” (en dupla con Chita Rivera) y se destacó en el revue musical  “ Dancin’ ”.

La propuesta que trae Juan Martín Delgado para “GWEN” recorre toda su trayectoria artística y también lo entrelazada con su vida personal a través de tres momentos en los que fragmenta a Gwen: entre niña y adolescente cuando comienza sus clases de baile para fortalecer sus piernas después del raquitismo que sufrió de niña, una Gwen entre joven y adulta, que comienza a consagrarse en el teatro musical junto con el inicio de su relación sentimental –y tortuosa- con Fosse y una Gwen más madura donde puede reírse de sí misma, reconocer esa toxicidad que la unió a Fosse a pesar de sus innumerables infidelidades y en la que Juan Martín Delgado puede valorizar toda su trayectoria y la despega de ser meramente la sombra de Fosse y se resalta la importancia de su trabajo además de revalorizarla como artista.

En la gran mayoría del relato que propone Delgado, “GWEN” carece de texto, pareciera que sobran las palabras, ya que el baile tiene la posibilidad de expresarlo todo, con esos cuerpos en movimiento que van dándole forma al relato. En el escenario completamente despojado, aparecen tres cámaras antiguas que nos transportan a la industria  del cine de aquella época dorada y van recorriendo el escenario a medida que se despliegan diferentes momentos de la vida de Verdon tanto en lo artístico como en lo personal. Las coreografías diseñadas por el propio Delgado también director general del espectáculo, son sumamente expresivas ya que logran transmitir tanto los momentos de color del show business de aquella época y de los entretelones del mundo del musical, pero también expresan los momentos más duros y complejos de la intimidad de Gwen y su vínculo con Fosse.

En el último tramo del espectáculo con una Gwen ya madura, aparecen las palabras además de la danza –hay un monólogo final chispeante, divertido, cruelmente sincero y con un humor corrosivo- y también aparece la comedia musical pura a través de un par de canciones, que conforman el cierre perfecto del recorrido de la vida y de la trayectoria artística de Verdon.

Las coreografías cuentan con un ensamble de bailarines que impacta por la gran sincronización que logran en todas las coreografías,  que  además cuenta con un gran despliegue y cambios de vestuarios permanentes (un excelente trabajo de Victoria Molotok que encuentra el toque especial para cada una de los diferentes momentos que plantea la obra) y se destaca por la precisión, la destreza y el enorme talento que hay sobre el escenario en un gran trabajo de todo el equipo, destacándose Yerar Pérez como Fosse y los talentosos Vicky Barnfather, Andrés Rosso, Leo Robaglio y Delfina Dilavello formando parte de un elenco de excelencia.

Milagros Llanos comienza a contarnos la historia con esa Gwen más niña y adolescente (hasta con un toque en su vestuario de la Dorothy de “EL mago de Oz”) y Romina Fos irrumpe con su presencia escénica, su sensualidad y su belleza que pone en cada coreografía para darle vida a esa Gwen que comienza a triunfar y encuentra a su gran amor en Fosse, y también narra a través de su cuerpo, los momentos más tormentosos de esa relación amorosa. Fos es verdaderamente fuego en el escenario, imposible dejar de mirarla cuando aparece en escena.

Para la Gwen madura Virginia Kaufmann pone todo su talento y su histrionismo en acción, saca provecho de ese gran monólogo que tiene a su cargo y despliega todas las herramientas de una excelente actriz de comedia musical: actúa, canta y baila, dándole un cierre perfecto a “GWEN”, este hermoso homenaje pensado por Juan Martín Delgado (creado de “Yo negra” y “La desgracia”) rescatando la figura de una gran estrella a la que honraron por primera vez en mucho tiempo, apagando totalmente las luces de todas las marquesinas de Broadway, cuando falleció aquel día de Octubre de 2000.  

GWEN

Dirección General y coreografías: Juan Martín Delgado

Asistente en coreografías: Laura Rubinstein

Diseño de luces: Matías Pagliocca

Con: Romina Fos, Virginia Kaufmann, Milagros Llanos, Yerar Pérez, Andrés Rosso, Leonardo Robaglio, Nahuel Silva, Guillermo Valeriano, Mara Moyano, Vicky Barnfather, Laura Rubinstein, Natasha Zbuczynski, Defina Dilavello, Camila Cerutti, Blanca Curra y Antonella Schimpf.

PASEO LA PLAZA – Avda. Corrientes 1660  – Miércoles 22 hs.

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