
Por Marcelo Cafferata

Muchos documentales siguen con la cámara a un determinado autor, actor, actriz, director, directora, para poder sumergirse en el mundo de sus decisiones creativas y de esta forma, mostrar el nacimiento y la evolución de un determinado hecho artístico. En este caso, el director Leandro Tolchinsky se interesa en el detrás de escena de “El escuadrón volante”, un grupo de teatro de varieté que había logrado un destacado suceso dentro del circuito de teatro independiente con un espectáculo que se iba narrando en capítulos consecutivos, como una especie de serial cinematográfico hecho teatro.
Con “La tragedia de la familia Rampante” el grupo había demostrado un formato diferente de hacer teatro, con un sello propio y con una manera particular de encarar el humor, narrando esa historia de mafias, de encierro y de locura, alrededor de un botín del que todos quieren apoderarse, haciendo gala de un estilo de humor hilarante en donde siempre se destacaba el absurdo como principal línea de trabajo. Incluso, la idea fue extrapolada a un formato televisivo estrenado en la TV Pública y que hoy puede encontrarse en la Plataforma Cont.ar (https://www.cont.ar/serie/f4749701-366f-42fd-8580-f8cfb6bf6e6e).
Tolchinsky por un lado recorre la historia de “El escuadrón volante” a través de fragmentos de ensayos, filmaciones de puestas y registros de los artistas en escena para poder tomar dimensión de lo innovadora que había sido la propuesta de trabajo que planteaba el grupo y lo disruptivo que había sido ese estilo de humor para el momento en que ellos iniciaron sus espectáculos y, por otro, registra el inicio de un nuevo proyecto –allá por el año 2011/2012- en donde el grupo se propone la adaptación de “Ubú Rey” trasladando la trama (sin olvidar el efecto de delirio con el que impregnan sus trabajos) a una administración de consorcios.
Como en una especie de rito de pasaje, el equipo se propone abandonar en cierto modo el estilo anárquico de sus puestas anteriores, convocando a un director externo al grupo que pueda dar su mirada y acompañarlos este nuevo proceso. Lo que podría ser una etapa de crecimiento y de exploración de nuevas formas de expresión y de poder lograr consenso en una forma de trabajo más estructurada se convierte poco a poco en una “batalla campal” entre director y artistas. Un director que quiere expresar sus ideas y poder comenzar a desplegar su idea para la puesta, termina enfrentado con los propios artistas que lo habían convocado para generar un proyecto con una concepción totalmente nueva para la que el grupo parece no estar del todo preparado.
Tolchinsky hábilmente pone el ojo de su cámara en el centro de los ensayos, los debates, las reuniones previas y posteriores a los ensayos y las reflexiones tras bambalinas de cada uno de los actores, haciendo que la idea de que hay una cámara registrándolo todo desaparezca por completo y el grupo quede expuesto para el espectador con un nivel de verdad y de espontaneidad que hace crecer este trabajo documental.
“EL FANTASMA DE LA FAMILIA RAMPANTE” registró 18 ensayos a través de todo un año completo de trabajo en el momento en que el propio director estaba casi recién graduado de la carrera de cine, sólo habiendo participado en un documental como asistente de montaje y justamente por esa cercanía con el final de la carrera, Tolchinsky le imprime esa idealización del querer hacer y las ganas de filmar para luego, en este proceso posterior de edición y cierre, poder imprimirlo de una madurez lograda luego de varios años de trayectoria.
Muchos de los protagonistas hoy ya se han consagrado como comediantes (hay muchos miembros que pertenecen hoy al grupo Los Bla-Bla) y han recorrido diversos trayectos, y es muy interesante poder ver estos pasos más experimentales y de búsqueda de un lenguaje particular dentro del humor que seguramente formaron parte de los cimientos de la carrera que hoy tienen y que sigue abrevando de estas fuentes. Vemos a Julián Lucero, Tincho Lups, Malena Médici, Carmen Tagle, Manu Fanego y Matías Bassi y también al director que han convocado, Alejandro Schiappacasse, teniendo a su cargo lidiar justamente con el fantasma que aparece en el título del documental y que se hace presente en cada ensayo: esa experiencia caótica de varieté que se quiere dejar atrás pero que se instala en el discurso cada vez con más fuerza y que se resiste a abandonar el grupo. Y que como una especie de duelo prolongado, el propio grupo también se resiste a soltar.
Un interesante documental que registra una parte de la historia de nuestro teatro independiente, pocas veces visitado dentro de la producción documental nacional.