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Por Marcelo Cafferata

Mezcla de diario personal, de biodrama y de autobiografía “SOLA EN EL PARAÍSO” toma una dura anécdota dentro del confinamiento por COVID-19 para poder hablar de cosas mucho más profundas, que inteligentemente a través de la edición del material registrado por la propia protagonista, se transforman en un trabajo documental audaz y potente. 

Todo comienza con una llamada telefónica que le hace Justina a su mamá (una figura que irá enhebrando distintos momentos del documental y con la que Justina tiene un vínculo fuerte y entrañable) avisándole que quedó seleccionada para esa película que ella tenía tantas ganas de filmar. Y allí emprende la aventura de ir a filmar con un equipo español a las Islas Mauricio en África, para participar en el rodaje de un producción que le podría dar una proyección internacional a su carrera.

Todo parecía un sueño, hasta que a pesar de haber salido de París con un PCR, llega a la Isla y con una prueba positiva, fue aislada junto con su compañera de elenco, la actriz Yolanda Ramos y tres mujeres indias: Sarita, Shilpa y Sasha. Para una isla que en septiembre de 2020 se encontraba libre de COVID, estas mujeres confinadas en una base militar transformada en hospital público, representaban un peligro latente por lo que fueron casi abandonadas dentro de ese hospital casi desierto.

SOLA EN EL PARAISO” podría ser meramente un diario de los 33 dias de confinamiento que sufrió Justina en ese hospital, pero el material filmado como una forma más de matar el tiempo junto a las otras mujeres que compartieron con ella ese momento, se transforma en un alegato sobre lo imprevisible, sobre las vueltas del destino, sobre los sueños –ilusiones y desilusiones- y la manera de enfrentar esas adversidades e imprevistos, para transformar una situación tan extrema en una historia de aprendizaje.

La angustia de extrañar a la familia, la incertidumbre de no saber cuándo volver, la incomunicación, el encierro (con algunos momentos de fuerte maltrato por parte de las autoridades del hospital donde prácticamente era una lucha conseguir una botella de agua) y el proceso de una enfermedad desconocida se entremezcla con algunas polaroids cotidianas donde aparecen las risas y las emociones, momentos duros y otros esperanzadores –a medida que algunas compañeras logran el test negativo- pero por sobre todo, se muestra una convivencia que va dejando momentos imborrables e incluso situaciones junto a Yolanda Ramos (“Paquita Salas” “Carmina y amén”) donde aparece el humor desopilante como tabla de salvación en el medio de la tragedia.

El trabajo de Bustos junto con su co-directora Victoria Comune mezcla recuerdos del álbum familiar, filmaciones caseras, castings y algunos trabajos anteriores, junto con ejercicios de puesta teatral –que realiza a su regreso- donde representa algunos de aquellos momentos vividos como una forma de exorcizar esas vivencias, volver a atravesarlas para darle un nuevo sentido. La dupla Justina Bustos – Mariano Saborido, logran momentos de una gran potencia y una impactante conexión que permiten que “SOLA EN EL PARAISO” sea muchísimo más que una simple película sobre confinamiento, pandemia y COVID-19. Y además, Justina Bustos logra un tour de forcé encomiable.

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