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Por Rolando Gallego

La realizadora presenta Alcarrás, ganadora del Oso de Oro de Berlín y hablamos con ella.

-¿Cómo es que filmas tan hermoso todo?

-Pues no sé, es una pregunta muy difícil. No sé, para mí un poco mi filosofía es como intentar estar cerca de los personajes y de sus emociones. Y yo creo que esto ayuda un poco a que la gente también sienta como esta calidez humana que intento buscar en mis pelis.

-Y esto, más allá que relatás historias en algunos casos muy dolorosas, que nos llegan muy de cerca, y uno lo que ve visualmente es muy lindo, ¿es algo que vos buscas más allá del trabajo particular que haces con los actores y con la cámara?

-¿Como si busco belleza, dices?

-Sí, si hay una búsqueda particular en vos cuando pones el ojo al filmar.

-Para mí es eso, lo importante más allá de la belleza, como esa cosa de acompañar a nuestros personajes emocionalmente y eso conlleva intentar encontrar como la distancia justa entre la cámara y los personajes, que es algo muy complejo, porque si te acercas mucho es un poco intrusivo, si te alejas es frío. Entonces, digamos que para mí es muy importante que la cámara esté siempre como acariciando un poco a los personajes. Y eso tiene que ver con el pulso, con cómo se filma, cómo se relacionan las cosas dentro del plano. Y, evidentemente, luego también tiene que ver con quién filmas y el casting, y que los rostros de aquella gente que filmamos sean realmente magnéticos para que den lo que necesito.

-¿Haces algún trabajo en particular con los intérpretes más jóvenes, con los niños, para que se muestren tan verdaderas lo que transmiten en la pantalla?

-Sí. En realidad, con los niños y con los adultos. En el caso de Alcarrás, como todos son actores no profesionales, y gente de la zona, el trabajo fue muy parecido. Entonces lo que hacemos es intentar crear la intimidad que se necesita antes de llegar al rodaje. Y en ese caso todos ellos necesitaban parecer una familia, entonces teníamos que crear esta familia de verdad. Yo alquilé una casa en la zona de Lleida, donde se rodó la peli, y ellos venían todas las tardes, los fines de semana y pasamos mucho tiempo juntos durante cuatro meses. Y era una manera de improvisar momentos que podrían haber pasado antes de la historia que cuenta Alcarrás. Fue como una especie de precuela. Trabajamos el hecho de que se murió el propietario, que era muy amigo del abuelo, que el abuelo estaba muy triste por su muerte, luego tenían que ir a juicio porque el hijo quería poner placas solares. Como todo eso lo fuimos construyendo, y más allá de eso también construimos mucho sus relaciones. Con pequeñas improvisaciones, trabajamos mucho. No venían todos juntos, venían en relación a las relaciones de la peli. Pues un día el abuelo y la nieta, otro día el padre y el hijo, otro día solo los niños. Con los niños trabajamos mucho el hecho de que construyeron una cabaña en la casa donde ellos estaban, y ese era su sitio de juego y le damos mucha importancia. A lo mejor no era el coche, pero era como intentar construir cosas que pudieran. Era una especie de memoria compartida entre todos para llegar al rodaje y que ya hubieran vivido todas esas cosas que podrían haber pasado antes de esta historia.

-Perdón que te interrumpa, por ahí leí que uno de los actores tardó un mes en poder llorar frente a cámara o algo así. ¿cómo fue también eso? Porque hay cosas que, por más de que no sean actores vos le puedas dar técnicas o que los ayuden con colirio y demás, digo, hay algo de la emoción esa que tiene que surgir y había leído como que tardó un mes. No sé si esto es cierto.

-Bueno, tardó… No, o sea, en realidad lo que pasó es que, claro, era una cosa cuando ya hacíamos todo ese trabajo de creación de los personajes y yo ya sentía que era una familia, entonces leímos una vez el guion sin que se lo aprendan y después de esto, ensayamos las escenas específicas de la peli durante un mes más o menos. Y, claro, pues había cositas que son como más técnicas para los actores, pues no sé. Entonces, había que practicarlo bien. Pues lo probamos durante tres tardes. O sea, como primero con cosas que le pusieran triste, canciones, probamos la cebolla, el colirio, todo. Y, finalmente, decidimos probar una cosa que tenía mucho que ver con la peli y que yo pensaba que podía funcionar, que era ponerle a sus hijos delante, y empezaron como a preguntarle a ver qué harían si les quitan la tierra y si les quitaran la casa, dónde irían a vivir, en qué escuela irían, a qué se dedicarían, si no tendrían dinero. Entonces, con el agobio él se puso a llorar. Pero, no lloraba desde pequeño, desde niño. Entonces, casi no reconocía lo que se siente cuando se llora. Entonces, no fue como un mes. Es que lo trabajamos durante varias tardes, tres o cuatro, para el ensayo. Y ya luego, cuando estábamos rodando, le salió a la primera. O sea, él se concentró, recordó este momento y, de repente, ya se puso a llorar y lo grabamos.

-El cine para vos es un lugar de resistencia, digo, en tiempos en donde las plataformas por ahí nos sacuden con mensajes muy homogéneos. Vos, por ejemplo, trabajas en tu lengua original, no solo en los títulos, sino también en las películas y hoy no es tan frecuente. ¿Vos lo ves como un lugar en donde se puede hacer resistencia y mantener viva la cultura y la identidad?

-Sí, sin duda. Se pueden hacer muchas cosas con el cine porque es muy libre y para mí es muy importante que sigamos ahí y que sigamos contando las cosas que para nosotros tienen importancia. El cine es cultura, entonces es una manera también como de dar a conocer cosas que no conocerías de otra manera. Yo conozco mucho de ciertos países que no estuve nunca, pero los conozco a través del cine y conoces pues qué les pasa ahí, su lengua, lo que sea, gracias a las películas. Y para mí, ahora mismo, hacer cine es una manera de ser resistente o de estar en la resistencia porque al menos este tipo de cine, porque hay muchos tipos de cine, es más independiente, que es casi como una manera de hacer cine artesanal, pues va muy en contra de muchas cosas que pasan hoy en día. Para empezar, necesita tiempo y mucha paciencia, que son cosas que hoy no se usan mucho. Entonces, esa cosa como dedicarle mucho tiempo de cocción lenta, de ir preparando todos los procesos poco a poco, es algo que cada vez desafortunadamente es menos frecuente. Entonces, en ese sentido, sí, es resistencia.

-Y, además, esto que estás diciendo como un caldo de cultivo de a poco, o sea, en tus películas está eso también, que es un tiempo distinto a lo que estamos acostumbrados a recibir en la pantalla. Y más allá de que esté en otro idioma, uno se sumerge, digo, eso también es algo poco frecuente.

-Sí, Verano de 1993, me parece que sí que es una película como que va más lenta, pero Alcarras siempre me pareció casi una peli de acción porque yo siento que pasan muchas cosas, y bastante rápido.

-Y hay muchos personajes, que al principio como que nos abruman, pero después ya tenemos identificado cada uno cuál es el rol de cada uno en la película…

-Exacto, para mí más que nada es una cuestión de tiempo, creo que tiene que ver con el hecho de que parece que no pasa nada, ¿no? porque al final es una película de una muerte anunciada, como que al principio dicen, vais a perder las tierras y al final las pierde. Entonces lo que hay que disfrutar aquí es el viaje, de cómo se llega ahí. Y en ese viaje puede que parece que no pasen cosas, pero en realidad están pasando muchas cosas, porque pues hay muchas, muchos pequeños gestos y cosas que pasan entre los personajes que son importantes o que nos cuentan o nos dan mucha información, Lo que pasa que sí que es verdad que pues como espectador tienes que estar activo para ver esas pequeñas cosas, porque son pequeñas, entonces no sé, de ahí sí que puede que sea como esa esa sensación de que va lento, pero lento, lento al que realmente creo que no va.

-Hay algo clave en tu filmografía que tiene que ver también, estrenaste un corto recientemente, con la madre y también había leído por ahí que bueno, hay mucho que vos te inventás, un poco el reflejar en estas películas, estas figuras de estas madres, una manera de reconectarte con tu pasado, con tu historia, con esos pocos recuerdos que tal vez tenés.

-Sí, al final hay algo como que sí, que me reflexioné haciendo este corto, de que al final a mí me preocupa mucho no tener una memoria familiar, porque mis padres murieron cuando yo era pequeña. Entonces hay cosas que yo siento que no nunca podría acceder, a las que nunca podré acceder porque nadie me las puede contar. Mi familia puede contar cosas de mis padres, pero mis padres no están para contar lo que vivieron, entonces esto es algo que a mí me preocupa mucho. Y creo que con esa obsesión, un poco, pues yo necesito, pues no sé, contar todas esas historias de mi familia como para dejar ese legado de lo que pasa en la familia y un poco el corto iba muy en esa dirección, de contarle a mi hijo o con la esperanza de que a mi hijo no le falte esta memoria familiar,  contarle que tenía esta abuela que murió, que no la va a conocer y que yo apenas la conocí. Entonces me he inventado como un poco quién era.

-¿Sentís presión en el momento que, más allá de que por ahí recibís premios en festivales, venís de ganar en Berlín y demás, pero particularmente que tus películas sean elegidas para representar a tu país? ¿Se siente más presión, digo, para la próxima que viene? Porque por ahí tal vez en la primera, bueno, fue justamente una ópera prima, no sabías cómo iba a continuar tu carrera, pero en la segunda vuelve a pasar, digo, ¿se siente presión ahora mirándose al futuro?

-Decidí que no quiero sentir presión porque hay algo más fuerte que ganar un Oso de Oro, entonces es muy difícil que se repita esto, sí sentí mucha presión entre Verano de 1993 y Alcarras porque las segundas películas son muy difíciles siempre, y ahora cuando pasó esto, y la gente me pregunta, ¿siente presión? decidí que ya no, solo quiero seguir haciendo pelis y entendiendo, unas se van a salir mejor y otras peor, pero que lo importante es intentar seguir contando lo que tú quieres contar.

-Hay algo clave que vos decís que tiene que ver con que una primera película por ahí se pueda acceder. La segunda aún es más difícil y también es más difícil para una realizadora mujer, digo. Si bien los tiempos han cambiado, por ejemplo, en Argentina nosotros tenemos muchas realizadoras, pero muchas realizadoras con una primera película, ya a la segunda no acceden. ¿Por qué crees que esto sigue pasando más allá de que hemos tratado de cambiar la situación, sobre todo en la industria audiovisual? Hemos intentado también que sean espacios mucho más amables para las mujeres, porque lo han sido siempre muy peligrosos. ¿Por qué sigue siendo tan difícil?

-Yo creo que esto va cambiando poco a poco y las mujeres tenemos más oportunidad de consolidar nuestras carreras, que es algo con lo que tenemos que estar pendientes y luchar ahora, pero sí que es verdad que eso pasa por muchos motivos, porque hay claramente una necesidad de reparar esto que históricamente ha estado mal, y luego también tiene que ver con las maternidades, que muchas veces nos hacen ir más lentas con ciertas cosas. Con quién produce y quién da esa confianza y esas oportunidades. Yo creo que esto está cambiando porque cada vez también hay más productoras mujeres que puedan hacer eso.

-Y en tu caso particular, con tu maternidad, hace poco en una charla que dio la directora Ana Katz, que seguramente conoces, ella decía que en sus primeras películas y en relación a ella, como madre por ejemplo no se animaba a decir, bueno, tengo que salir a darle el pecho a mi hijo y ya en las últimas hasta los hijos son parte del set y eso la ayuda a ella para trabajar. ¿Esto es una licencia que vos te permitís?

-Yo creo que vivimos en un momento muy contradictorio con el tema de la maternidad, porque hay esa cosa como de debemos dar el pecho, hacer como esas crianzas intensivas y tal pero hay que seguir trabajando como hacían la generación de nuestras madres. Ya nuestras madres seguían trabajando, pero daban el biberón muchas veces y tenían niñeras, ahora tener canguros y dar el biberón no está bien visto. Entonces, claro, hay algo ahí como que es como entonces lo queremos todo. Debemos trabajar y criar intensamente. Entonces, para mí, la única manera de hacer eso, con lo que estoy de acuerdo, si se puede, es llevando a los niños a todos sitios. Pero pasa que el mundo no está muy preparado para eso aún. O sea, no está preparado para que tú saques el pecho donde sea, ni te lleves el niño al trabajo, ni nada de todo eso. Entonces, bueno, estamos como yo creo en un momento donde hay que ajustar cosas, porque si queremos, si lo queremos todo, me parece muy bien, pero luego el mundo tiene que ponerse las pilas y adaptarse para las madres con bebés que puedan ir a todos sitios. Yo lo que veo es un poco eso, o sea, es que bueno, pues que faltan facilidades para que podamos seguir haciendo lo que hacíamos, pero con niños. Entonces, bueno, pues ahí vamos poco a poco.

Publicada originalmente Diario HOY

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