Por Marcelo Cafferata
Josephine Decker es actriz, productora, escritora y realizadora. Una inquieta trabajadora dentro de la industria del cine cuya filmografía es prácticamente desconocida para el público argentino y que la descubriremos a través de este estreno que es una verdadera rareza dentro de la cartelera local. “SHIRLEY”, su quinto largometraje como realizadora llega en una temporada magra en estrenos que busquen desmarcarse del típico cine comercial.
Todo comienza con una pareja de recién casados (Fred y Rose) viajando en tren. Ella termina de leer “The Lottery” y casi automáticamente urge un encuentro erótico con su marido. Es un cuento de la escritora Shirley Jackson, con quien la pareja se encontrará poco después cuando pasen una estadía en su casa ya que Fred es el futuro protegido del profesor y crítico literario Stanley, marido de Shirley.
El entrecruzamiento en esta temporada compartida genera por un lado el choque entre una pareja de recién casados y un matrimonio que lleva años de convivencia y problemas bajo la alfombra, mientras que por el otro genera una corriente diferente en la vida de Shirley. La joven pareja no solamente se instala en su casa e irrumpe, en cierto modo, alterando su proceso creativo en una nueva novela sino que además despierta ciertos impulsos eróticos que tan bien sabe manejar Decker para ir construyendo la figura de esta escritora de historias de terror (es la autora, entre otros, del reconocido “La maldición de Hill House”) que parece estar caminando permanentemente al filo de la navaja.
En ese sentido, Decker parece ser la directora indicada para narrar una biopic de la forma menos esquemática posible, sabe resumir ese mundo caótico e impulsivo de Shirley y de generar ese universo lindante con el desequilibrio y la locura, su mundo personal atravesado por una profunda visceralidad de una escritora “maldita”. Ella sabe delinear sutilmente este juego de gato y ratón en el que Shirley busca en Rose más una presa que una compañera / confidente / huésped.
De todos modos, “SHIRLEY” no es el típico relato autobiográfico dado que no respeta los hechos tal como sucedieron (sin ir más lejos con cualquier biografía podemos saber que en la época descripta en la película, la escritora ya era madre de cuatro hijos que no son ni siquiera mencionados) sino que la idea es reproducir el universo de Jackson y crear una historia ambientada en su propio estilo.
Es muy interesante también, dejarse llevar por el juego que propone la directora en el que por momentos podemos concebir a Rose como un imaginario de la propia Shirley (pudiendo leer entonces la historia en dos planos completamente diferentes), una suerte de reflejo de su propia vida unos años antes, cuando recién iniciaba su matrimonio con Stanley, en una época donde era todo más equilibrado y el vínculo no se encontraba atravesado por la angustia y la amargura que hoy circula en la relación.
Por otro lado, Shirley es la figura que conduce a Rose, una personalidad de por sí bastante libre de prejuicios para esta época –finales de los ’40 y principios de los ’50-, en un profundo viaje de autoconocimiento y que inesperadamente despierta en ella ciertos impulsos que se encontraban dormidos y la invita a recorrer ciertas zonas que, de otro modo, jamás hubiesen sido exploradas. Decker oficia de testigo de un vínculo que se va enriqueciendo y complejizando donde una se va nutriendo de la otra, y viceversa, en una extraña comunión.
Elizabeth Moss (ahora muy conocida por “El cuento de la criada” pero que tiene grandes trabajos en el cine independiente como “El amor perfecto no existe” “Queen of Earth” o “The French Dispatch” de Wes Anderson) brinda otro de sus trabajos de antología entendiendo perfectamente el universo perturbado e intrincado de Shirley y parece entender perfectamente lo que Decker como directora, quiere transmitir. Otro gran trabajo de Moss que marca la diferencia y que le permite lucirse en todas las complejidades de un personaje difícil de abordar y al que ella pudo encontrarle el tono perfecto, evitando el desborde y la exageración.
“SHIRLEY” es una verdadera rareza, una película de corte independiente, no apta para todos los paladares pero que plantea un desafío interesante para quien esté dispuesto por un rato, para salir del cine mainstream que aparenta ser el único que tiene lugar en estos tiempos post pandemia dentro de la cartelera.