Por Marcelo Cafferata
“LA URUGUAYA”, una hermosa novela –muy hermosa- de Pedro Mairal, a partir de su amistad con Hernan Casciari se constituye en el primer proyecto de Orsái para el cine. Por otro lado, las ganas de ver esta historia en pantalla se multiplican cuando sabemos que la directora a cargo de esta aventura hecha a pulmón y con crowfunding popular, es Ana García Blaya quien había tenido un deslumbrante debut en la pantalla con su ópera prima “Las Buenas intenciones”.
Para quienes no hayan leído la novela (a quienes entonces se las recomiendo fervientemente), el tema en cuestión es muy simple: Lucas Pereyra (Sebastián Arzeno) es un escritor cuarentón ya casi pisando los cincuenta en completa crisis. Varios elementos confluyen en esa sensación de no estar haciendo pie en ninguna parte: un adelanto de una editora para comenzar una novela que apenas son un par de ideas en su cabeza, enfrentar una reciente paternidad, problemas de pareja. Nada parece fluir.
La aparición de Guerra (Fiorella Bottaioli) en un festival literario al que Lucas asiste “cruzando el charco” en Uruguay, parece darle un aire fresco a tanto gris, a tanto desconcierto. La frescura y la seducción de una mujer más joven que se interesa en él, con un modelo diferente al de su pareja (Jazmín Stuart) parece ser ese oxígeno que necesita.
Volverá a contactarla cuando vuelva a Montevideo a recibir el anticipo de su novela y las cosas se complicarán frente a un evento completamente desafortunado donde los planes toman un giro completamente inesperado y diferente a lo que nuestro anti-héroe venia viviendo.
García Blaya traspone la novela de Mairal con tu toque feminista y con el personaje de Jazmín Stuard pudiendo tomar distancia de la propia historia y planteando una interesante narración sobre la narración misma. Este acierto de capas superpuestas y narrativas diferentes por las cuales atravesar una misma película, una especie de “elige tu propia aventura” para poner diferentes puntos de vista a una situación se contraponen con una construcción de Lucas sumamente superficial, que recién comienza a ganar cuerpo y tener cierta fuerza a partir de esos eventos que hacen cambiar el destino, inesperadamente (y eso ocurre recién en el último tercio de la película).
Las decisiones que Lucas toma en plena crisis, que por cierto lo ocupa todo y se vuelve casi una crisis existencialista, esta nueva mirada bajo el guion de Christian Basilis y Josefina Licitra, elige tamizarla por el cristal de la comedia romántica (que incluso queda sumamente subrayado con una música incidental que anima a que todo se atraviese de una manera más liviana) y que lo que mueve al personaje central no es la misma pulsión que al Lucas de la novela y que para quienes la hayan leído, esa diferencia se nos presenta como insalvable.
Si no queremos caer en las comparaciones, entonces “LA URUGUAYA” queda como una comedia romántica de segundas oportunidades con una Montevideo omnipresente de fondo que está muy bien aprovechada y con algunos chispazos de buena química (no todos, por cierto) entre Arzeno y Bottaioli que suman a favor de la historia -pero que muchas veces chocan en diferentes tonos e intensidades de actuación-.
García Blaya construye con una mirada del universo masculino que requería de otra profundidad pero aún con ciertas convenciones y estereotipos del cuarentón de buen corazón pero inmaduro y “desordenado” (casi un alter ego del personaje de Drolas en “Las Buenas Intenciones”) la película consigue ese clima para contar una buena historia sobre los giros del destino y los momentos que quedarán marcados para toda la vida.