Por Gretel Suárez
Ópera prima con tintes de cine fantástico y surrealista, muy encaminada al style autoral de espacio/tiempo de Lucrecia Martel.
Emilia (Tamara Rocca), de 17 años, viaja a un poblado fronterizo entre Argentina y Brasil en busca de su hermano Mateo. Cuando llega escucha rumores de que hace una semana apareció una bestia en el pueblo que acecha a les lugareñxs y que pareciera ser el espíritu de un hombre malo que habita en el cuerpo de diferentes animales.
Si bien Emilia parece hacer caso omiso de dichos murmullos, hay una presencia densa que puede sentirse en este “no lugar” que posee una mezcla entre religioso, border y místico.
Los días van pasando y Emilia, quien vive el quiebre estructural del paso de la adolescencia a la joven adultez, comienza a palpitar su despertar sexual entre culpas, límites, desequilibrios emocionales y deseos omitidos; es como si su identidad comenzara a desnudarse, entre tanto sofoco, mientras suelta parte de su trágico pasado familiar.
Donde la bestia es tan humana como salvaje según el ojo con que sea observada, pues la clave está puesta en no tener miedo.