Por Marcelo Cafferata
Como otro de los exponentes federales que presenta el BAFICI, se presenta en la Competencia Oficial Nacional, “BARCOS Y CATEDRALES”, la ópera prima de Nicolás Aráoz, filmada en Tucumán, luego de un largo proceso creativo desde que comenzó a gestarse la película, que incluso atravesó todo el periodo de pandemia.
Uno de los primeros puntos que llama la atención es que el guión (del propio director), elige poner como protagonista absoluto y en el centro de la escena un hombre de más de 65 años que se encuentra atravesando una etapa compleja tras la muerte de su padre. Frecuentemente el cine suele desarrollar historias destinadas a jóvenes y adolescentes –que como máximo puede animarse a alguna historia de cuarentones– y no solemos encontrar frecuentemente en pantalla, historias que tengan como protagonistas a gente de más de 60.
Pero además, Aráoz hace una fuerte toma de posición: dota a su protagonista de los mismos ingredientes que pareciera que los guionistas tienen deparados para otro tipo de historias, con personajes más jóvenes. Antonio –un trabajo de una gran entrega a cargo de Oscar Nemeth- llevará el pulso de la narración en la que aparecen sus conflictos internos, su duelo pendiente que todavía lo atraviesa (donde quemando las pertenencias de su padre pretende resolver prematuramente un largo proceso) y las dificultades propias de una mudanza, y algunos apremios económicos.
Pero también hay momentos de humor, el disfrute de los encuentros con Emilia, su “novia” donde lo podemos ver sexualmente activo (gracias a una naturalidad que no suele ser frecuente en la pantalla como sucedió con la película alemana “Nube 9, Nunca es tarde para amar” o la argentina “La cama”) y la búsqueda por salir de la monotonía que lo envuelve.
Aráoz, en este debut como director, logra manejar sólidamente a su elenco (al trabajo de Nemeth podemos sumar a Natalia Pelayo y Sergio Prina) y presenta una historia atípica que tiene como gran atractivo los tonos y la poética que encuentra el director para contrar la cotidianeidad de Antonio en un momento tan complejo como éste de volver a la casa paterna, con más de 65 años, revivir y reacomodar su pasado al mismo tiempo que necesitas sentirse vivo en ese estado de gran desolación.
Logra, tanto desde la dirección como desde la dirección, momentos de gran sensibilidad y emoción, sentimientos tan genuinos en pantalla que son el motor para que “BARCOS Y CATEDRALES” llegue a destacarse dentro de la Competencia Oficial del BAFICI como un pequeño gran trabajo.