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Por Marcelo Cafferata

Construida con rasgos muy propios de una road movie tradicional, “EL ARBOL ROJO” de Joan Gomez Endara (Colombia), se sirve de ese formato para narrar un viaje épico de tres personajes con los que el director trabajará el concepto de familia y los vínculos afectivos.

Frente a la muerte de su padre, Eliécer descubre un secreto familiar que desconocía completamente: tiene una medio hermana de 8 años, Esperanza, que quedará a su cargo y en ese momento la película de Gómez Endara se debilita transitando un esquema bastante conocido de “un menor a cargo de un adulto que no sabe cómo hacerse cargo de ese vínculo”. Pero el rol de Esperanza no es la típica niña extrovertida y parlanchina que gana el corazón de los espectadores sino que por el contrario, es un personaje silencioso y de pocas palabras.

Rápidamente emprenderán un viaje en búsqueda de la mamá de Esperanza sobre la que prácticamente cuentan con muy poca información y algunos datos que aparecen en una carta. El viaje de estos dos personajes (a los que se le suma Toño, un lanchero que quiere llegar a ser campeón de boxeo)  es un viaje de búsqueda, de encuentro, pero también representa un viaje al interior de un país que en el año 1999 donde se sitúa el filme, era una Colombia atravesada por el surgimiento de un conflicto armado y donde las rutas eran justamente los espacios donde los viajeros quedaban totalmente expuestos a la hostilidad de la gendarmería.

La idea de una familia rota e inclusive, el nombre del personaje femenino, hacen claras alusiones a la situación política y social de un país que van recorriendo y en el que a pesar de las adversidades, los encuentros que surgen en el trayecto son empáticamente solidarios y esperanzadores.

Joan Gómez Endara elige para su ópera prima una narración completamente clásica a la que va sumando algunos “toques” propios del cine latinoamericano actual: mezcla de actores y no actores, descripción de situaciones cotidianas, no sobreabundan los diálogos sino que maneja más delicadamente los silencios, y logra encauzar el relato desde lo emocional en donde la historia puede ganar terreno.

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