Por Marcelo Cafferata
No es muy frecuente contar en la cartelera con el cine que produce Uruguay pero sabemos que su cine comparte ese acento del Río de la Plata que tanto nos une y nos ha hecho disfrutar películas como “Whisky” o las recientes “Alelí” o “La teoría de los vidrios rotos”.
En este caso se estrena la representante uruguaya para el Oscar a la mejor película extranjera, “TEMAS PROPIOS”, donde su director y guionista, Guillermo Rocamora se anima a mezclar algunos condimentos que tienen que ver con la típica coming of age del final de la adolescencia hacia la vida “adulta”, a la que agrega algunas simpáticas pinceladas costumbristas y logra retratar un hecho tan fuerte como la separación de los padres, a través del cristal de sus hijos, un hecho que reordena las piezas del rompecabezas familiar y que marcará un momento bisagra en sus vidas.
El tono que elige no es para nada el del dramatismo de un quiebre familiar sino que apela a momentos de comedia y con mucho humos nos cuenta la historia de Manuel (Franco Rizzaro) quien encuentra refugio de todo este terremoto familiar, en la música, dejando un poco de lado las obligaciones relativas a sus estudios, que su madre (una brillante Valeria Lois, como siempre) no dejará de marcarle.
Con algunos puntos de contacto con aquella hermosa “Las buenas intenciones” de Ana García Blaya, aparece la figura de un padre de familia que, ante la separación, parece no poder hacer pié en esta nueva etapa (otro buen trabajo de Diego Cremonesi) ni en lo económico, ni en lo emocional ni en sus responsabilidades como padre. Como regresando a su bohemia adolescente, vuelve a vivir a través de sus hijos algunas experiencias que él mismo tuvo con la música, viviendo de “okupa” en un local inmenso y vacío que intenta vender sin demasiada suerte, persiguiendo una comisión por ese negocio que podría cambiar su suerte económica, al menos, momentáneamente.
El cuadro familiar se completa con el hermano menor, Agustín, (Vicente Luan, fresco y espontáneo en cada escena que aparece) en un personaje que permite plantear ciertas rebeldías, algunas zonas vulnerables y que Rocamora utiliza inteligentemente, para seguir nutriendo ese universo de masculinidades planteando no sólo el vínculo padre-hijo en donde tanto Agustín como Manuel tienen miradas y sensaciones diferentes, sino una interesante interacción entre los hermanos donde por momentos se entremezclan los roles de una estructura más tradicional de hermano mayor – hermano menor, que hace que justamente este vínculo sea uno de los más disfrutables de la película.
Si bien en un principio se presenta como una comedia profundamente atravesada por la música, “TEMAS PROPIOS” permite, además, zambullirse de lleno en los vínculos familiares pero desde un particular posicionamiento: la relación padres-hijos. Si bien el rol de la maternidad aparece también presente, son los conflictos masculinos y las rivalidades padres-hijos los que mueven e impulsan la historia que propone Rocamora.
Lo que también es destacable dentro del guión es que no toma partido ni sentencia a sus personajes. Cada uno tiene su puntos fuertes y sus complejidades, nada es blanco o negro, sino que la historia prefiere abordarlos en toda una escala de matices donde cada uno de ellos va fluyendo con sus intenciones, sus emociones y hasta sus propias contradicciones.
El choque generacional (incluso dentro del mismo mundo adolescente se marcan fuertes diferencias entre las vivencias de los dos hermanos), los deseos y las decisiones que se toman en función a ellos, la construcción de una figura paterna que plantea serios conflictos de identidad ante su imposibilidad de hacerse cargo de ciertas obligaciones, y los roles familiares en una familia donde la energía femenina parece interrumpir más que aglutinar.
Indudablemente Rocamora supo encontrar la melodía justa para “TEMAS PROPIOS” donde a través de su canción leit motiv de la película, “No soy yo” ratifica sus intenciones de trabajar con personajes expuestos a los cambios, a los miedos y las inseguridades que se plantean en cada búsqueda, en la búsqueda de una identidad donde poder reconocerse. Y seguir creciendo.