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Por Marcelo Cafferata

Es evidente que es un gran año cinematográfico para Mercedes Morán. A “Empieza el baile” de  Marina Seresesky (ahora disponible en la plataforma Star+) se suma ahora el estreno de la última película de Santiago Giralt “NORMA”, de la que es protagonista absoluta y donde se luce desplegando todo su talento, con otra de sus grandes composiciones, además de una novedosa colaboración, incursionando en la escritura del guion junto con el propio Giralt.

Norma es una típica mujer de clase media que vive sumida en el sopor pueblerino de Las Tucas, un lugar conservador donde ha vivido mucho años con su marido y ha sabido llevar con cierto decoro una plácida rutina pero sin que, en apariencia, pasase nada demasiado especial en su vida. Mientras que todo parece estar calculadamente ordenado (esposo, hija profesional, situación económica sin sobresaltos), un pequeño suceso la desequilibra y comienza a generarse una imparable bola de nieve que termina desajustándolo todo. Quizás para Norma, finalmente sea una excelente oportunidad para barajar y dar de nuevo: “crisis es cambio” “crisis es oportunidad” y pareciera ser que nuestra heroína está en completa sintonía con esto.

Todo se inicia cuando en un momento completamente impensado, Rosita, su empleada doméstica le dice que ha decido renunciar sin demasiadas explicaciones. No le deja demasiado margen de acción, ese mismo día que plantea su renuncia será su último día de trabajo y quiere cobrar su liquidación final y despedirse “en buenos términos”. Norma, a pesar de la sorpresa, se  muestra algo arrogante, como si el hecho no le afectase, pero apenas Rosita cierre la puerta, vemos que se quebrará en llanto en la mitad de su living como inicio de una desolación que la irá acompañando.

La partida de Rosita (Claudia Cantero que en dos o tres escenas logra un gran trabajo) no sólo implicará que Norma se sienta desbordada al tener que ocuparse de todo lo que estaba a cargo de su empleada, modificando profundamente su cotidiano, sino que la enfrenta a lidiar con un abandono inesperado y el agobio que le produce tener todas esas obligaciones sobre sus espaldas. Norma se desestabilizada de tal forma, que toda su vida se pone en crisis y será el momento en el que parezca propicio comenzar a despojarse de todos los mandatos y trabajar en la búsqueda de un nuevo equilibrio.

Desde el guion Giralt y Morán trabajan con precisión e inteligencia toda la intimidad de ese universo femenino que se despliega no solamente con Norma, sino con cada uno de las mujeres que construyen la historia junto con ella. Tanto su hija (Mercedes Scápola Morán, hija en la vida real) como su madre (otra notable composición de Elvira Onetto) tienen una fuerte incidencia en la vida de Norma. Hay un vínculo tenso y conflictivo con su hermana (Mirella Pascual) y comienza a tener mucha relevancia una terapeuta muy particular a la que recurre, más que en búsqueda de ayuda profesional, para encontrar una amiga, como le plantea en la primera sesión (la terapeuta es la camaleónica Lorena Vega en un personaje con tintes desopilantes a los que ella sabe sacar provecho).

Norma trata de buscar su propio camino en este universo de mujeres con tantos puntos de vista diferentes. Es el momento para que, en medio de esa fragilidad y desencuentro interno, ella pueda encontrar una salida que sea honesta con lo que siente y con lo que quiere para ella.

Giralt y Morán encuentran el tono justo para hablar de temas complejos de una forma simple y espontánea. Mientras que Norma tiene que lidiar con la soledad, un cierto agobio existencial y una insatisfacción básica, todo encuentra el tono de comedia para que sin solemnidades ni dramatismos se puedan abordar cuestiones profundas. Hay un dejo de aquella “Gloria” de Sebastián Lelio donde Paulina García (si, también estuvo a cargo de Julianne Moore en la remake, pero Gloria será siempre Paulina) intentaba encontrar su propia libertad, con prueba y error, acercándose a zonas desconocidas.

El mundo masculino se muestra tangencialmente, los hombres parecen no encontrar un espacio en este nuevo orden, ya no hay lugar para una marido machista que no sabe mirarla ni entenderla (Alejandro Awada en una intervención breve pero que también empuja la historia) y hay algún coqueteo-atracción-tensión con un Marco Antonio Caponi que se cruza en su camino.

Rodeada de un gran, gran elenco, Mercedes Morán le da todo a esta Norma que seguramente quedará como uno de los grandes personajes de la filmografía de Giralt y porqué no, de nuestro cine. Está radiante y con eso está todo dicho.

Giralt atraviesa nuevos riesgos en un estilo de película diferente dentro de su filmografía (“Upa! Una película argentina” “Jess & James” “Antes del estreno” “Primavera”), con el mismo humor de siempre pero enfocando a una historia que no apela a lo coral sino que construye toda su magia en torno a este entrañable personaje que es Norma.  Uno de los grandes hallazgos es haber encontrado la forma precisa de contar una historia que, en otros tonos, hubiese quedado desajustada. Mucho de eso tiene que ver la pluma que han construido ambos dentro del guion, pero todos sabemos que Mercedes Morán la hace única y completamente deliciosa.

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