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Por Marcelo Cafferata

Así como Daniel Radcliffe por más esfuerzos que haga, parece haber quedado atrapado en la piel de Harry Potter o Fran Drescher nunca pudo dejar de ser “The Nanny”, Hugh Laurie será para siempre Dr. House, Carrie Fisher nuestra eterna Princesa Leia y Christopher Reeve surcará los cielos como Superman. Liam Neeson, por su parte, se empecina luego de su extensa y prolífica carrera, en seguir filmando en forma calcada películas en donde sobresale por su rol de héroe de acción y justiciero por mano propia.

Reitera, hasta el cansancio un modelo que tampoco le es propio ni novedoso: el del hombre común que se ve envuelto en circunstancias extraordinarias –una reminiscencia hitchcockiana demasiado libre- y en cada caso, Liam sigue su impulso irrefrenable y no puede dejar de meterse en problemas y solucionarlos de una forma impecable rompiendo, incluso, cualquiera de las reglas de la mínima verosimilitud. Desde aquella “Búsqueda Implacable / Taken” allá por el 2008, no para de pasar por una serie de vicisitudes de lo más diversas, convirtiéndose casi en un ícono y un modelo de los héroes urbanos actuales.

El esquema se repite, palabras más, palabras menos en “EL PROTECTOR / Marksman” agregándose algún que otro condimento adicional que no logra mejorar el producto sino que claramente lo empeora. Nuevamente Neeson se ve empujado, casi sin quererlo, a un dilema moral que lo aqueja y que no le deja otra alternativa que resolverlo cargándose el problema en sus espaldas e impartiendo la justicia que sólo él sabe impartir.

Liam vuelve a jugar al adalid invencible que viene construyendo en buena parte de su filmografía, sobre todo en las películas más recientes en las que los  productores –salvo honrosas excepciones- lo convocan para un papel en el que cómodamente se ha encasillado, que parece ser su zona de confort y que, aparentemente, no tiene ninguna intención de salir rápidamente de ahí aunque diste de los trabajos más exitosos de su carrera.

Sólo para darle algunos toques diferentes a esta nueva propuesta justiciera, el guion de Chris Charles, Danny Kravitz y el propio director Robert Lorenz (tres plumas para escribir esta película puede considerarse perfectamente una exageración) mudan al personaje principal a la frontera de Estados Unidos con México donde Jim Hanson (Neeson) pasara sus días bastante más abrazado al alcohol que de costumbre para calmar las penas por una reciente viudez, sólo acompañado por su perro fiel.

Su apacible quietud se ve quebrada cuando aparecen Raquel y su hijo Miguel quienes escapando de algún asunto oscuro pendiente, intentan ingresar a los Estados Unidos atravesando Arizona. Cuando Raquel muere víctima de un brutal tiroteo, Jim deberá hacerse cargo de Miguel y cumplir el objetivo que tenía su madre de llegar a encontrarse con su familia en Chicago.

EL PROTECTOR” abusa del contexto político actual para delinear los personajes de la forma más estereotipada y anacrónica que le sea posible, subrayando en cada uno de los planos y de las actitudes –incluso del personaje principal- la idea de mexicanos malos versus yanquis buenos, de la que no logra desprenderse en ningún momento de la película.

Robert Lorenz, quien había dirigido en su ópera prima a Clint Eastwood y Amy Adams en “Curvas de la vida”, vuelve a ponerse atrás de la cámara y su carrera como productor de películas de Clint pesa –y mucho- porque “roba”, de cada una de ellas, alguna idea, un aire, un estilo. Pero Neeson no es Eastwood, e incluso Clint con sus 90 flamantes primaveras tiene más vitalidad en pantalla que Neeson, quien particularmente en esta película luce cansado, avejentado, pesado, como que algunas de las escenas de acción no sólo suenan increíbles por lo que plantea el guion sino porque además se lo ve tan esforzado para lograr los objetivos más exigentes como escapes o persecuciones.

Obviamente que “EL PROTECTOR” es un entretenimiento simple y cumple para los que buscan este tipo de historias, pero no logra abandonar ninguno de los lugares comunes. Como no podía ser de otra manera, el villano es un narcotraficante mexicano, rodeado de sus hombres marcadamente malos mientras Jim es el ciudadano blanco que a pesar de todo, tiene las mejores intenciones.

El ejercicio de Lorenz es simple y sin demasiadas aspiraciones y podría cumplir dignamente como lo hacen cualquiera de las películas que inundan las plataformas de streaming en el actualidad. Evaluado como producto cinematográfico, está muy por debajo de las expectativas, sobre todo teniendo en cuenta que parece un guion construido con un collage de clichés y un personaje que Neeson hace “de taquito” y absolutamente sin ningún esfuerzo ni nada nuevo para proponer(nos).

POR QUE NO:

» No logra abandonar ninguno de los lugares comunes «

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