Por Marcelo Cafferata
Charo Mato, directora de este documental que mezcla sus propios trazos biográficos con otras historias comenta que: “Crecí escuchando poco, leyendo los labios. A mis 23 años, a raíz de una hipoacusia hereditaria y progresiva me quedo sorda. Aún con mis padres en desacuerdo, decido realizarme una cirugía de implante coclear. Al poco tiempo mi mamá fallece inesperadamente, y al escuchar sus últimos audios de WhatsApp revivo los recuerdos de su voz que me trasladan a los sonidos de mi infancia. Es a partir de este momento que tomo conciencia de todo lo que había perdido junto al sonido, y comienzo a cuestionarme: ¿Cómo escucha quien no escucha?”.
Diagnosticada con hipocausia neurosensorial bilateral progresiva, la directora, a partir de esta pregunta que oficia de disparador, comienza a rebobinar su historia. Así verá que dentro de su familia, este tema jamás había sido tratado como una verdadera discapacidad, por lo que nunca se había concebido dentro de su entorno, ni la victimización ni la estigmatización, ni la hicieron sentir diferente.
Con su voz en off, Mato nos va llevando por un recorrido profundo y personal mientras que, al mismo tiempo, va presentando otras historias que describen diferentes vivencias respecto de la sordera, las experiencias del implante coclear o los diversos modos de abordaje familiar y personal frente a la discapacidad. A través de la diversidad de testimonios, compone un espacio inclusivo para dar voz a un tema que no es frecuentemente abordado en el cine así, de esta forma, en primera persona.
Uno de los puntos más interesantes es poder ver cómo cada uno de los protagonistas percibe el espacio íntimo que encuentra en el silencio, la completa ausencia de sonidos, que en algunos casos puede sonar algo extraño pero que la mayoría de ellos, confiesan que es un verdadero refugio en donde encontrar serenidad y paz.
Si bien no es la forma más convencional, la mente también escucha y en ese mismo sentido, Mato se encarga de sumergirnos en un espacio sensorial donde todo puede transmitirse mediante el clima que se va formando tanto por las imágenes como por otras sensaciones que no sean precisamente a través de los sonidos, lo que se ve resaltado por un precioso trabajo de fotografía de Tomás Ridilenir y la música de Maximiliano Silveira.
“8 CUENTOS SOBRE LA HIPOACUSIA“ es una propuesta que encara el tema desde diversos puntos de vista, tratando no sólo de enfocar la cotidianidad de cada uno de los protagonistas a través de sus relatos sino además ver lo que sucede en el plano laboral, cultural, social y educativo; por lo que el collage de testimonios abarca por ejemplo detalles mínimos que relata una adolescente como la vergüenza que siente de que se den cuenta de que no escucha y por lo tanto no se lo revela a sus compañeras a menos que fuere extremadamente necesario o esconder con el pelo el implante.
Obviamente Mato desde su propia historia, tiene una mirada amorosa y contenedora para cada uno de los testimonios que también hablan de ese “legado” transmitido familiarmente de generación en generación y quienes, a partir de tener alguien con esta discapacidad en la familia, descubrieron también su verdadero problema.
Para todos, y cada uno de ellos, hay una mirada esperanzadora, de una sociedad que está en constante movimiento y que a partir de estos trabajos documentales podrá seguir incluyendo a lo que muchas veces, con el vértigo de lo cotidiano y las rutinas automatizadas, se nos vuelve invisible.