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Por Marcelo Cafferata

Recientemente estrenada en los cines y con un inminente desembarco en la plataforma Paramount+, “EL RAPTO” se presenta como una película de género, enmarcado dentro del thriller pero (quizás para decepción de los que esperaban una película más parecida a las que actualmente filma Liam Neeson, por ejemplo, que al menos eso se sugiere desde el afiche) que gracias al talento de Daniel Goggi, se convierte en el impactante retrato de una época compleja de nuestra historia con las fuerzas parapoliciales, en plena llegada de una naciente democracia.

Goggi, que ya dirigió María Marta (2022) y Pequeña Victoria (2021) para las plataformas o filmes como Abzurdah (2015) y El hilo rojo (2016), se consolida en este nuevo trabajo como una directora con el pulso preciso para lograr un equilibrio entre el thriller político, una pintura de época y el desarrollo de un caso real adaptando la novela “El salto de papá” de Martín Sivak. El guion de la propia Goggi junto a Andrea Garrote, logra trabajar en paralelo al desarrollo del hecho policial, todo el derrumbe familiar alrededor de este suceso inesperado, que provoca fracturas irreversibles que se van acentuando a medida que vaya pasando el tiempo y no se obtenga ninguna respuesta.

Rodrigo de la Serna es Julio Levy, que en plena recuperación de la democracia, en los primeros albores del gobierno alfonsinista, decide regresar a la Argentina junto a sus hijos y su esposa (a cargo de Julieta Zylberberg). Justamente sus hijos son los que van marcando en las primeras escenas, la dinámica familiar frente a la llegada al país y el peso de la marca de un exilio en Uruguay, que intentan que quede atrás.

En Buenos Aires, Julio se integrará al esquema familiar con un padre banquero  a la cabeza (Jorge Marrale) y su hermano mayor (Germán Palacios) que apenas pasadas unas pocas escenas, se instala rápidamente el ritmo de thriller cuando es secuestrado a plena luz del día en el microcentro.

Mientras que en el libro, el disparador es lo que en la película será justamente su escena final, “EL RAPTO” decide contar la historia en forma cronológica y poco a poco va instalando la tensión con el paso de los días y la falta de información del paradero de su hermano a pesar de haber entregado todo el dinero que los secuestradores habían pedido. Goggi sabe dosificar el conflicto que comienza a emerger en el seno familiar frente a una ausencia de respuesta.

Con una precisa reconstrucción de época no sólo desde el diseño de arte sino también desde ciertas acciones de los personajes (es impensado pensar hoy por hoy ver a gente fumando dentro de un avión) la historia profundiza en los laberintos de un sistema policial y judicial que entrampa a la familia y su agonía en una búsqueda sin solución.

Aparecen los fantasmas de una dictadura, de la llamada “mano de obra desocupada” y de los infiltrados, con lo que ese peregrinaje entre las comisarías, los juzgados y otras organizaciones del Estado remite casi directamente a la lucha de las madres frente a sus hijos desaparecidos con un aparato estatal que no solamente no empatiza con el dolor sino que no puede dar otra respuesta que burocracia y negociados en base a falsas promesas.

Si bien algunas escenas están vistas desde los ojos de los hijos de protagonista, la película despega del punto de vista que fija el libro. En el caso de “EL RAPTO”, la acción se centra en la desintegración familiar y en los dos bandos que se forman entre Julio y su cuñada (Andrea Garrote). Hay reproches, viejas historias que salen a la luz, desconfianza, enfrenamientos: esa desaparición que no obtiene respuesta alguna fragmenta drásticamente a la familia que comienzan a hundirse en un espiral hacia el vacío.

Rodrigo de la Serna vuelve a entregar todo en su personaje, haciendo creíble cada una de las situaciones por las que atraviesa y junto a Julieta Zylberberg logran una química perfecta en las  escenas donde la pareja atraviesa sus instancias de crisis. Jorge Marrale está correcto en su papel de pater familia  y Andrea Garrote como la mujer del hermano raptado se entrega a un personaje que va creciendo y toma fuerza central, a medida que avanza la trama.

EL RAPTO” logra unir el cine de género y bajo el ritmo de thriller, poder construir una reflexión sobre nuestro pasado reciente, perfecta y atinente, frente a nuestros 40 jóvenes años de democracia ininterrumpida.

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