Por Marcelo Cafferata
Presentada en su oportunidad en el 36º Festival de Cine de Mar del Plata, esa pantalla indudablemente ha sido la mejor opción para que comenzara el recorrido de “DANUBIO”, el primer trabajo de Agustina Pérez Rial que muestra los entretelones del mismo Festival pero durante los tiempos del Gobierno de Onganía y que ahora se estrena en la Sala Leopoldo Lugones del Complejo Teatral de Buenos Aires.
Después que el gobierno del General Perón había recuperado esta fiesta del cine marplatense trayendo delegaciones de países de todo el mundo, para la novena edición y ya en pleno gobierno de Onganía, el Festival es una “pantalla” para dar una imagen de apertura al exterior mientras que subyacen en el país, una fuerte censura –con la que algunas delegaciones en particular tuvieron que lidiar con sus películas y hasta amenazar con retirarlas de la competencia- y el peso de ciudadanos bajo vigilancia.
Es así como en plena época de Guerra Fría, Onganía dispone todo un operativo de control sobre las delegaciones provenientes de la “cortina de Hierro” con invitados que llegaban desde Europa del Este, poniendo especial atención en la delegación rusa vinculada indiscutiblemente con el fantasma del Partido Comunista.
Pérez Rial construye su documental con la voz en off de una inmigrante rusa que había llegado a nuestro país justamente en el gobierno peronista, que le da un particular color al relato dotándolo de una intensa verosimilitud. Combinando los informes de inteligencia de la época junto a un copioso material de archivo compuesto por fotos, filmaciones y entrevistas, logra entramarlos junto con los acontecimientos de ese preciso momento (la huelga de actores que sucede en pleno festival, los cuadros y diagramas de flujo creados por el gobierno para implementar el espionaje, fragmentos de las películas mostradas en el Festival) para dar contexto a la Sociedad Cultural Danubio, una sociedad comunista secreta símbolo de la resistencia y objeto de control por parte del aparato estatal.
“DANUBIO” tiene la capacidad de presentar un relato político, con tintes de película de espionaje y film noir, mezclándolos con un riguroso registro documental, para poner luz a lo que se escondía detrás de todo el glamour de aquel Festival Internacional, con un cine Ocean Rex colmado de público e invitados en donde, parafraseando las palabras de Lee Strasberg que trae a colación el propio relato, se vivía como propio lo que por naturaleza era ajeno.
Entrevista a la directora, Agustina Pérez Rial en