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Por Marcelo Cafferata

El debut en la dirección de Michael Jacobs (con una larga trayectoria en productos televisivos) con “QUIZAS, PARA SIEMPRE” –traducción demasiado libre del “Maybe, I do” original que plantea las dudas para dar el “Si quiero”, mientras que el título local se refiere más a un amor duradero y para toda la vida- es uno de los productos más fallidos de la temporada, con el pecado mortal de desperdiciar a un elenco de primeras figuras que naufragan con un guion precario y anodino.

Michelle y Allen (Emma Roberts y Luke Bracey que ya habían sido pareja protagónica en “Amor de Calendario”) están a punto de formalizar. Aparentemente el hecho de que sus vidas quedarán vinculadas con el famoso “para siempre” los asusta y les hace dar varias pasos para atrás y replantearse si son verdaderamente el uno para el otro.

Como un pequeño “manotazo de ahogados” recurrirán a la ayuda de sus familias y no tienen mejor idea que dirimir algunas de esas dudas que los están atravesando con una cena en donde sus padres se van a conocerer por primera vez.

Los padres de ella son Howard (Richard Gere) y Grace (Diane Keaton) dos megaestrella hollywoodenses que se han lucido en comedias de todo tipo, y para no ser menos los padres de Allen están encarnados por Mónica (Susan Sarandon que con más de 70 primaveras es realmente una bomba en la pantalla) y Sam (William H. Macy), con lo que teniendo esos cuatro actores en pantalla, haciendo de soporte a la pareja protagónica, en apariencia, nada podría salir mal.

Pero el pronóstico falla y vemos al elenco completamente perdido, haciendo agua con un guion completamente inverosímil y pueril que no les permite el más mínimo lucimiento: la pizca de comedia de enredos está en que ambas parejas se conocen (Howard y Mónica son amantes hace unos meses y Grace con Sam se han encontrado días atrás en un cine e intentaron un encuentro romántico) lo cual dará lugar a situaciones incómodas en los primeros momentos y, un poco más tarde, al concebido pase de facturas y reproches de todo tipo cuando algunas de las verdades salgan a la luz.

La historia avanza con diálogos sobreabundantes que lo explican todo, grandes actores prácticamente monologando frente a la pantalla y reaccionando a lo que sucede, de forma muy poco creíble. Sumemos además que estos jóvenes en cuestión que dudan de ese amor para siempre, enarbolan frases ampulosas que casi nadie utilizaría en su cotidiano y que sólo marcan un desarrollo impostado de la historia con discursos plagados de lugares comunes y que, en el fondo, están completamente vacíos.

Sumémosle a esto que una imprecisa dirección Jacobs hace que Diane Keaton calque de memoria por enésima vez y una vez más, el esquema Annie Hall que ya ha repetido infinidad de vez, aunque en esta ocasión con diálogos poco inteligentes (es asombroso los imperdonables descuidos de vestuario que hacen de Keaton prácticamente una caricatura). Sarandon se pasea en pantalla completamente excedida, tratando de darle fuerza a un papel que carece de peso propio e intentando encontrar alguna química con Gere (supuestamente avivados por el fuego de la pasión de los amantes clandestinos) que, lamentablemente es inexistente. Willam H. Macy termina por descarte siendo el más correcto del cuarteto aunque los trazos gruesos del vínculo con su hijo se construye a través de diálogos que son imposibles que en boca de cualquier actor suenen naturales: sin embargo, Macy hace realmente lo imposible para que todo llegue a buen puerto.

Para colmo de males, la duración tampoco ayuda y algunas situaciones se estiran con un timing que a este tipo de comedias no le sienta bien.

En manos de cualquier otro elenco, “QUIZAS, PARA SIEMPRE” puede llegar a tomarse como un ejercicio de comedia que, aunque fallido, puede llegar a entretener. Pero al ver todo este elenco de estrellas consagradas, queda el sabor amargo de que se podría haber hecho algo muchísimo más interesante, aprovechando el potencial de cada uno de ellos. Lo que, lamentablemente, no sucede.

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