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Por Rolando Gallego

Este original relato dirigido por Agustina Pérez Rial, que se vale del archivo y la resemantización de los mismos para entender cómo la historia, equivocadamente, apuntó contra aquellos que ni siquiera tenían que ver en planes urdidos por mentes oscuras, llega a Sala Lugones (CABA) después de pasear por varios Festivales. Por acá Pérez Rial habla del proyecto.

-¿Cómo surge la idea de hacer Danubio?

-Danubio surge de motivaciones que se cruzan, personales, políticas y vinculares y no tanto de una idea. Es producto más de una necesidad por decir algo, que de un razonamiento. Mi primera motivación para realizar esta película fue ser marplatense, y querer dar cuenta de una dimensión o faceta de esa ciudad que creo que muchxs intuyen pero pocxs conocen. Un lado B de esa Ciudad Feliz. Yo venía con esa idea, y en el año 2015, la guionista de la película, Paulina Bettendorff, me compartió un primer material desclasificado de la DIPBA, la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires: EL LEGAJO N° 381, CARPETA N° 12, “IX FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE – VARIOS” (ESTE: https://drive.google.com/drive/folders/1psroHbBHmS2o1Qc1hOTxJjMsLv8NOXv8?usp=sharing) con el que ella trabajaba en su tesis de posgrado. Un texto escrito por la burocracia policial bonaerense a fines de los sesenta en el marco del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata de 1968. Policía bonaerense tratando de entender los contactos que los miembros del PC local marplatense intentaban tener con los delegados que llegaban del “otro lado de la Cortina de Hierro”, todo un despliegue macartista y paranoico que me fascinó desde  la lectura de ese primer legajo. Creo que desde ahí la idea (me gusta más pensar en necesidad) de hacer una película comenzó a habitarme. Yo no estudié cine, estudié Comunicación Social en la UBA, en esos años era becaria y estaba empezando a dar mis primeros pasos también en el mundo del arte como artista-curadora. En 2016, mientras empezaba el proceso de la película, después de profundizar en la investigación, realicé en la Di Tella una muestra colectiva, Sociedad Danubio. En esa muestra participó Natalia Labaké (acá un registro que ella hizo de ese experimento colectivo: https://vimeo.com/223033474), y desde ahí comenzamos el proceso que nos llevó primero a Los Arcontes (una pieza que co dirigimos y que hoy está disponible en CINE.AR: https://play.cine.ar/INCAA/produccion/8259) y depsués a Danubio.

-Venías de una experiencia de codirección, ¿cuáles fueron los desafíos de encarar en solitario la tarea?

-Lo primero que me gustaría decir es que nada en el cine es solitario. Es, inherentemente, un trabajo que implica equipo y en este proyecto en particular desde un inicio hubo un equipo de tres personas con las que se trabajó la película intensamente. Con sístoles y diástoles propias de un proceso tan largo -pensá que desde el inicio a su estreno en Mar del Plata en el 36 Festival Internacional de Cine en 2021 pasaron 6 años- pero que fue un equipo que de diferentes maneras siempre estuvo ahí. Con Paulina, la guionista, con quien veníamos de escribir el libro Tránsitos de la Mirada. Mujeres que hacen cine en el 2014, y con la que iniciamos primero el proceso de investigación. Después vino el resto. Fuimos sumando a dos personas clave en el proceso, Natalia Labaké, montajista de Danubio y con quien iniciamos un proceso de búsquedas formales en torno a la temática y la ciudad que derivó en el cortometraje Los Arcontes (que co dirigimos) e Ivo Aichenbaum, asistente de dirección y coordinador de postproducción de la película, con quién co dirigimos hace casi seis años Fiørd Estudio (http://fiordestudio.com/portfolio/danubio/), nuestra productora. Después fue conformándose el resto del equipo. Personas talentosísimas como Manuela Embalse, Martín Litmanovich, Eliana Tujschinaider entre muchxs otrxs. Creo que siempre me sentí muy acompañada por este grupo y eso hizo que muchos de los miedos y desafíos del proyecto y el proceso se pudieran tramitar. Obviamente, en procesos de tan largo aliento es difícil a veces acompasar ritmos, ganas y necesidades, pero creo que Danubio es la película que es porque cada unx desde su área la hizo también tan particular. 

-¿Fue difícil conseguir las imágenes de archivo?

-El acceso al material de archivo fue diferente en cada caso. En un país como Argentina, sin Cinemateca aún, en el que muchos archivos están repartidos entre diferentes instituciones y personas, entre voluntades públicas y privadas, podría decir que detrás de cada fragmento de material de archivo que conforma Danubio, está la historia que ese material trae y se ve en la película, y una historia escondida que es la de cómo y en qué condiciones fuimos llegando a él. Como les contaba, la idea de la película nace de un legajo de tres hojas. Tomando esas páginas como punto de partida con la guionista hicimos un pedido de materiales más extenso a la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que es la que custodia esos materiales y nos devolvieron un pdf. con más de 250 hojas sobre el festival.  El gran desafío era ponerle imágenes a esa historia. Los primeros años de la película la búsqueda de archivos se combinó con filmaciones y entrevistas (a militantes del PC, a inmigrantes eslavos, a referentes del cine y la cultura como José Martínez Suárez o Martín Fernando Peña, o conocedores del universo de la inteligencia en el país como el periodista Carlos Pagni – estos materiales hoy están en parte disponibles bajo la forma de cápsulas de difusión con el título #danubiodescalasificado:

https://drive.google.com/drive/folders/1LJIW_6aKcB2HkApp6ncSHI52z93T5kgp?usp=sharing).

Después accedimos a través de la AGN, el Archivo General de la Nación, a varios materiales del noticiero Sucesos Argentinos que hablaban del Festival entre 1954 y 1970. En 2017, en uno de los viajes de scouting y filmación que hicimos (mucho de ese material es parte de Los Arcontes) pudimos ver algunas de las fotos que Pupeto Mastropascua había sacado en esos primeros festivales. Para nosotrxs fue casi una aparición. Eso que veníamos leyendo se encarnaba en imágenes. Ahí empezó un proceso extenso de insistencia y llamados, hasta que finalmente en 2019 Pupeto accedió a brindarnos una caja en la que atesoraba miles de negativos del Festival. Con el equipo escaneamos esos negativos, y cuando vimos esas imágenes yo entendí que la película que quería hacer era una película íntegramente de archivo. Después vinieron otros materiales:  televisivos -los noticieros de Canal 10 de Mar del Plata- y fílmicos en diferentes formatos y de distintas procedencia, que nos devolvieron una visualidad que desconocíamos y que cada vez nos fascinaba más sobre los años sesenta, el Festival y la ciudad.  Fue en ese proceso de encuentro con los materiales cuando decidimos hacer de Danubio un relato híbrido docu ficcional realizado íntegramente con materiales de archivo.

-¿Cuánto tiempo de edición y post tuvo Danubio?

-Danubio tuvo casi un año de edición y post en su versión final. Un año de convivencia extensa e intensa con Paulina y Natalia, cuando la pandemia todavía operaba y nos retenía en nuestros hogares, de enero a octubre de 2021, en el que fuimos buscando la película a partir de los materiales en la construcción de un guion de montaje que funcionara.  Día a día era probar textos, materiales, ritmos de montaje, fotografías o videos, ver cómo se sentían, cómo poco a poco se iban armando los sintagmas que nos permitían pensar escenas y secuencias. El archivo es muy tirano. Con Natalia hablamos muchas veces de la “aporía” de montar archivos. Por un lado, la duración de los planos, que nos obligaron en muchos casos a aplicar retimes sobre los materiales para que las escenas duraran lo que necesitábamos, por otro, las fotografías que podían durar lo que quisiéramos, pero que también requerían de todo un trabajo sonoro para ingresar en la narración audiovisual. Cuando más o menos tuvimos unos 40 minutos de películas comenzamos a trabajar con otras áreas, centralmente sonido y gráfica, que nos permitieron ir dándole identidad también al antagonista de la película, la DIPBA, la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires, que fue construido no sólo a través de extractos de los informes de inteligencia sino también del trabajo minucioso de Manuel Embalse, responsable del diseño sonoro del film. Y, por último, llegó Ivo Aichenbaum a la coordinación de post producción que aplico una herramienta de IA que nos permitió homogeneizar los materiales que eran muy heterogéneos en sus calidades, y eso contribuyó a la transparencia del carácter ficcional de la película, al no revelar la textura digital las compresiones de la imagen pobre. Fue un trabajo bastante artesanal en el que el criterio siempre fue mejorar lo más posible pero sin revelar la artificialidad. También los realentados en IA posibilitaron un uso más flexible y creativo de tomas que resultaban interesantes pero insuficientes, emergía el carácter lírico propio del slow motion.

-¿Qué fue lo más insólito que descubriste sobre la historia de espionaje?

-El espionaje en el film no sigue la lógica de un imaginario a lo James Bond, en Danubio el  espía es un burócrata que junta y recopila papeles, que anota datos banales, que luego se «usan» desde lugares de poder. Creo que eso es parte de lo que me interesó entender y descubrir en esos informes. Hay dos entrevistas que hicimos que dejan traslucir muy bien dos lógicas de la época. Por un lado, la entrevista a Carlos Pagni en la que narra cómo operan las lógicas de la inteligencia policial en Argentina (https://vimeo.com/801740656) por otro lado, la entrevista con Agustín «Alejandro» Navone (https://vimeo.com/802095746) en la que nos cuenta qué era ser militante del PC  en Mar del Plata en los 60. Digamos que ea es la parte seria de la investigación, después, con Paulina o con Ricardo Ragendorfer (uno de los asesores de guion) nos gustaba pensar al leer esos informes qué pensarían esos policías bonaerenses cuando iban a ver una película rusa, checa o polaca como Marketa Lazarová, Los álamos de la calle Pliushia o  Atentado. Algo de sus notas e informes dejan traslucir el desconcierto.

-¿Por qué crees que Mar del Plata, tras su fachada feliz, esconde tanto refugio de derecha?

-Yo nací en Mar del Plata en 1982, en plena Guerra de las Malvinas. La anécdota familiar dice que mientras nacía pintaban una cruz en el techo del hospital porque Mar del Plata era, en potencia, un espacio que podían bombardear los ingleses. Me vine a vivir a Buenos Aires a los 9 por el trabajo de mi viejo, artista plástico, y también marplatense, segunda generación de marplatenses. Algo que intuía, pero que la distancia, los retornos y mi propio crecimiento me devolvió en relación a Mar del Plata, se vinculaba al reverso de la icónica Ciudad Feliz de postal que cala en el imaginario vacacional argentino. Además de ser eso tres meses al año, entre enero y marzo, Mar del Plata me devolvía como en un espejo invertido el vacío del invierno, su hostilidad paisajística y social, que cuando fuí grande ví que traducía en cosas como las tasas de desocupación que ostentaba ante cada crisis o los raptos de filo derecha que cada años iban radicalizándose. Podría dar algunas hipótesis, sobre ese agazapamiento de la derecha en Mar del Plata. Por un lado, creo que hay algo en los orígenes de Mar del Plata (algo que identifica muy bien alguien a quien hoy está muy mal visto citar pero que tiene libros muy lúcidos como el que quiero traer Mar del Plata el ocio represivo, que es José Sebreli), en su socialismos de derecha, en la Rambla aristócrata de madera de sus orígenes, en sus pretenciones, que se lleva muy mal con el peronismo y las vacaciones para todxs. Creo que Mar del Plata es una ciudad que tramita muy mal el crecimiento gigante que tiene desde los cincuenta y que eso lleva a que poco a poco vaya resintiéndose. Igual, los grupos de derecha no son algo nuevo en la geografía marplatense. Desde la Concentración Nacional Universitaria (CNU) esa organización terrorista ultraderechista que aparece en 1971  al hijo filo nazi del ex intendente Carlos Arroyo.

-¿En qué te ayudaron los premios cosechados para llegar hoy en día al estreno?

-Muchos años me dediqué a la gestión cultural y la búsqueda de fondos para el tercer sector. Eso hizo que aprendiera a redactar proyectos y presentarlos, y me ayudó mucho -más allá de no haber estudiado producción de cine- en el proceso de búsqueda de subsidios y apoyos de la película. DANUBIO contó con casi todos los fondos disponibles en Argentina para realizar documental (INCAA, Mecenazgo, Plataforma Futuro, Fondo Nacional de las Artes) además de haber participado en instancia de WIP de varios festivales (Festival La Mujer y el Cine, Festival internacional de Cine Político, Concurso Raymundo Gleyzer – INCAA, WIP – 31° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Talents BA y del Programa de Cine de la Di Tella). Todas estas pertenencias institucionales te ayudan a dialogar el proyecto y a darle vida a través del tiempo. A sostener procesos que son tan largos. Después, cuando hice el estreno internacional en el 36 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 2021, y de alguna manera pensé que la película había terminado, me dí cuenta que no, que en verdad, la película recién estaba naciendo para el público. Y la verdad es que los premios que Danubio ganó en Mar del Plata (Mejor Dirección – Premio José Martínez Suárez, Mejor Película de la Competencia Argentina – ACCA, Asociación de Cronista Cinematográficos de Argentina, Premio Eva Landek – Ministerio de Mujeres, políticas de Género y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires) sirvieron mucho para que críticxs y programadorxs de otros festivales se interesaron por el film y poder llegar ahora, marzo de 2023 al estreno en una sala tan hermosa como la Lugones.

-¿Estás trabajando en algún otro proyecto?

-En 2022 decidí dedicarme a la distribución de Danubio en festivales y trabajé mucho en producción de archivos para tercerxs. Una serie que acaba de estrenarse en Encuentro Televisión contra las violencias, y otra que se estrenará en breve sobre el robo de las manos de Perón. Necesitaba participar de proyectos de otrxs y con tiempos acotados. En paralelo, también, comencé la producción de una serie de películas de opera primistas, dos mujeres y une chique trans. Creo que algo de mi propia experiencia autoproduciéndome y dirigiendo, siendo ópera primista, me generó mucha empatía con los procesos que ellxs estaban atravesando, además de la fascinación que cada proyecto me genera. Son películas en las que lo social, lo político y lo cultural están imbricados de una forma muy potente y única. Este 2023, quiero llevar adelante un proyecto propio también, que vengo desarrollando hace dos años, Diario de un Golpe. Una historia de la violencia en Argentina  (https://vimeo.com/754046388/e98e0a7e23). Es un proyecto con el que pretendo acercar 4 de los golpes del siglo XX en Argentina a públicos jóvenes no sólo para que conozcan hechos del pasado, sino para que puedan historizar las formas actuales de la violencia en el país y  la región. Me interesa que este proyecto se produzca este año porque creo que sería mi pequeño grano de arena a los procesos que vamos a atravesar, centralmente, las elecciones.  En este mismo sentido, junto a Maayan Feldman y mi socio, Ivo Aichenbaum, venimos desarrollando otro proyecto de serie, Archivos Compartidos (https://vimeo.com/761622522) que sigue también esa línea editorial de búsquedas creativas en sintonía a un corto que produje y que Ivo dirigió hace ya unos años, junto a un ex guerrillero de las FARC, La última marcha (http://fiordestudio.com/portfolio/la_ultima_marcha/) Como verás, archivos, historia y política son parte de las obsesiones a las que en este 2023 se suma, trabajar con jóvenes.

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