
Por Marcelo Cafferata

Dentro de la selección de este #23BAFICI, priman los retratos de problemáticas y vivencias de adolescencias tardías y jóvenes bordeando los treinta. Así como en “CLEMENTINA” (Ver reseña en: https://ludiconews.com.ar/23bafici-competencia-oficial-internacional-clementina/) la historia pasa por estos jóvenes frente a la pandemia y el aislamiento como eje narrativo, en la llamada “trilogía del tenis” Lucía Seles presenta un quinteto de personajes también rondando (o pasando) los treinta se dan cita en un complejo de canchas de tenis en “SMOG EN TU CORAZON” (Ver reseña en: https://ludiconews.com.ar/23bafici-competencia-oficial-argentina-smog-en-tu-corazon/).
Lo que en la primera entrega de la trilogía suena atractivo y seductor, luego en las dos entregas siguientes “SATURDAY DISORDERS” y “WEAK RANGERS” -que cubren más de cinco horas y media de duración- termina siendo reiterativo y poco interesante. Si bien Seles trabaja con ese devenir de situaciones más que con un guion tradicional de presentación-nudo-desenlace, a medida que avanza la trilogía la propuesta suena a situaciones mínimas estiradas en el tiempo y personajes que van perdiendo fuerza y fluidez narrativa.
Sin dudas el personaje más interesante es el de la tenista compuesta por Laura Nevole al que se suman el dueño de las canchas de tenis, un amigo de la infancia que comienza a trabajar allí, el contador y el personaje de Gabriela Ditisheim, que tiene un gran lucimiento en la segunda entrega pero que con todo su talento no logra darle fuerza por un guion errático e impreciso que no le permite mayor lucimiento que algunos trazos de comedia absurda que domina perfectamente.
Dentro de este grupo de comedia con jóvenes aparece “AMANCAY” de Máximo Ciambella que junto con las mencionadas anteriormente, reflotan un poco el espíritu que había invadido al nuevo cine argentino en pleno inicio de los 2000 con una narración que no se apega a lo convencional en donde los diálogos, las particularidades de los personajes y algunos pasos de comedia referidos a situaciones puntuales, son los que van construyendo el relato más que apegarse a una determinada estructura convencional.
Estos jóvenes transitan el mundo urbano con sus propias reglas, se habla bastante poco de trabajo (uno al mirar estas películas se pregunta sobre la visión de estos directores del mundo laboral) y se profundiza mayormente en lo vincular, en las sensaciones y en los vaivenes amorosos.
Sobre estos puntos, justamente Ciambella pondrá su propia mirada a través de un registro que apela al blanco y negro que ha sido tan usado en este tipo de películas y deja que sus actores vayan atravesando el relato con un ritmo que apela a lo teatral.
Hay recuerdos, anécdotas (algunas más divertidas y otras muchos más profundas con hechos que los han marcado mucho más a los personajes) se juega con esa línea difusa de realidad/ficción que suele ser tan atractiva y la cámara va acompañando los diálogos que fluyen entre los personajes con un registro casi documental.
Lo más rescatable en “AMANCAY” más allá de su registro simple y espontáneo es la frescura con la que Lucía Araoz de Cea aborda su personaje, que hace que el espectador quiera seguir acompañándola en ese dulce devenir que propone Ciambella, sin mayores aspiraciones que un fresco retrato de una generación que sigue ocupando las pantallas de esta edición de BAFICI.