Por Marcelo Cafferata
“CLEMENTINA” tiene varios puntos en común con “La edad Media” otra de las películas que se presentan dentro del marco del Festival, en ese caso dentro de la competencia argentina (Reseña en este link: https://ludiconews.com.ar/23bafici-competencia-oficial-argentina-la-edad-media/). No solamente son realizaciones de la misma compañía productora (El Pampero Cine) sino que además comparten la temática que las atraviesa, sobre la vida en tiempos de pandemia, encierro y aislamiento y sobre todo tienen el mismo punto de vista a través del humor para abordar este tiempo tan extraño que estamos/estuvimos viviendo.
Otro punto en común es que se trata de otra pareja creativa, en este caso la de Constanza Feldman / Agustín Mendilaharzu, quienes se deciden por un relato mucho más ficcional, con el centro en la heroína que da título a la película, quien se instala provisoriamente en el departamento de su novio. Es así como esta mudanza temporaria hace que Clementina irrumpa en el mundo interior de su amado, un microcosmos caótico, desordenado y cuasi adolescente que genera un espacio lúdico atractivo para el inicio de esta propuesta.
Narrada en cinco episodios, una vez abandonados todos los elementos típicos de esta “era” que nos ponen en situación (calles desoladas, cambio de calzado cuando se entra al departamento, alcohol en gel, obsesiva desinfección, barbijo), “CLEMENTINA” se vuelca enteramente al ritmo de sitcom planteando pequeñas situaciones que van hilvanando una historia sin (ningún) crecimiento dramático pero que tiene su atractivo en la descripción de extraños personajes (el hombre blanco de Willian Prociuk y la vecina a cargo de Bárbara Massó son los más logrados) que se van presentando en cada uno de sus capítulos.
Evidentemente las comparaciones son odiosas (cayendo en alguna frase hecha) pero frente a la dupla Moguillansky-Acuña, “CLEMENTINA” aparece como una idea que encuentra momentos sumamente creativos y efectivos pero que pasados los primeros minutos se va desvaneciendo en sus propias intenciones.
Lo más interesante es la atractiva presentación de nuestra protagonista junto con la cantidad de objetos peculiares que habitan en el departamento de su novio: diversas estatuas de madera que junto con la enorme pila de hojas de otoño forman un bosque animado-balcón, muñequitos en el baño, azulejos-pizarra y una colección de adornos de lo más freak, con un minucioso diseño de arte puesto en juego en el impacto inicial.
Luego, la historia brilla sólo esporádicamente con situaciones donde se dan la mano la comedia y lo fantástico, lo visual con el humor slapstick de la comedia física (cercano a Fiona Gordon y Dominique Abel en “Rumba” “Le fée” o “Perdidos en París”) pero una duración extensa para esta narración fragmentada y episódica, resiente el resultado final, sin lograr que los directores sostengan efectivamente el nivel de vuelo creativo inicial.