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Por Luis Kramer

En la sección Lugares se exhibió el documental de Igor Galuk.  Silencio en la Ribera que se constituye como un homenaje a Haroldo Conti  ya querecrea su crónica sobre la isla Paulino un mes antes de su desaparición forzada en Abril de 1976, adicionando además las imágenes de una película inconclusa de Roberto Cuervo sobre el escritor.

Galuk trabaja ambos materiales y los aúna con imágenes actuales del lugar, dando como resultado una mancomunión de ensueño en las que lo temporal  se anuda con lo atemporal y las presencias fantasmagóricas del cuento de Conti parecerían preanunciar lo que sucedió después.

La imagen para preservar y contemplar es la del escritor acurrucado en el regazo de su compañera, preparándose tal vez para lo que vendría.

Víctor Cruz en su mediometraje Después de Catán en la Competencia Oficial Argentina logra acertadamente fusionar todo lo filmado recientemente, permitiéndose desde la ciudad de Shenzhen aunar lo descripto en su opus anterior, Taranto,  y los resultados de la contaminación ambiental en esa zona, provocada por una empresa siderúrgica, con lo que sucede actualmente en la localidad de Gonzalez Catán y las nefastas consecuencias que la acumulación de basura provoca en el lugar

Este registro documental de Cruz presupone una vuelta más de tuerca sobre lo ya filmado en dicha localidad con Celia y Lorena, constatando que todo sigue exactamente igual como hace unos años atrás.

Es precisamente este aspecto, lo que tal vez marque un punto de inflexión en el director, y lo lleve a cuestionarse la utilidad del documental como herramienta de cambio y como herramienta de difusión. De alguna manera, su acercamiento al tema podría implicar un cuestionamiento acerca de “la imposibilidad” en términos genéricos.

Es esperable una continuidad sobre el tema.

En la competencia Argentina se pudo ver Camuflaje de Jonathan Perel, (Responsabilidad Empresarial) focalizando en Félix Bruzzone, un corredor que  interactúa con el lugar (Campo de Mayo) en el que su madre desapareciera durante la dictadura cívico militar.

Las reflexiones acerca de por qué Bruzzone comenzó a correr, son lacerantes. El correr también significa recuperar el tiempo perdido, no detenerse, ganarle al dolor, no pactar con la resignación.

Como acertadamente reflexionara el director en la presentación del documental, el filmar el lugar, el detenerse, sin otra manifestación más que la del silencio es lo que permite que el espectador realice la síntesis necesaria con la historia, con el duelo, con la memoria. Las imágenes convocan en este caso ya no por presencia sino por ausencia. Ya no queda nada de lo que fue El Campito, el principal centro clandestino de tortura y desaparición del país,

Dentro de la Competencia Internacional brilló el film Carrero ópera prima de Fiona Lena Brown y Germán Basso en el que su protagonista Ale se acerca a un arreador de carro tirado por caballo y decide ayudarlo en la recolección de desechos.

Tal decisión marcará un punto de quiebre en su vida, marcando el inicio de su madurez y de su compromiso socio afectivo y laboral.

Con un adecuado balance entre estructura narrativa y fotografía que no busca embellecer la marginalidad e interpretada por actores no profesionales (sabia elección) el film se alzó con el premio Estímulo al Cine Argentino dentro de la Competencia Internacional.

Mutzenbacher de Ruth Beckerman en la secciónTrayectorias emerge como una inteligente decisión de su realizadora, quien decide revisitar un cuento prohibido sobre Josefine Mutzenbacher – La historia de la vida de una prostituta vienesa” un polémico texto vienés de principios del siglo XX.

De esta manera sólo convoca hombres de todas las edades a los fines de someterlos a un casting de lectura de párrafos de dicha novela como pretexto para adentrarse en sus fantasías eróticas más privadas, a la vez que testearlos sobre sus gustos sexuales, su empatía con la novela, su nivel de apertura con relación al sexo.

Sabiamente, por momentos, se constituye en una especie de terapeuta que asiste con su silencio y con su adecuada motivación, a las confesiones más íntimas de sus entrevistados.

Algunos de los casteados son motivados a improvisar, otros simplemente a leer, en tanto que otros, a reflexionar sobre lo leído.

Lo lúdico no está exento de esta revisión reflexiva, ya que en ciertos momentos se arman coros vibrantes y potentes que repetirán palabras de alto contenido erótico en un contexto de celebración y alegría.

Otro de los exponentes de la sección Trayectorias es el film japonés Small Slow but Steady de Sho Miyake acerca de una boxeadora con una discapacidad auditiva, quien con ayuda de su entrenador y el dueño de un gimnasio a punto de cerrar, va adentrándose en el mundo de las competencias pugilísticas, con un gran aplomo y determinación.

La propuesta luce por momentos, como un vehículo de Clint Eastwood por su fortaleza (recordemos Million Dólar Baby) y austeridad

El trabajo de la actriz Yukino Kishii que interpreta a Keiko la boxeadora, está cargado de matices y recursos interpretativos.

El final, por demás interesante, y lejos de los parámetros de Hollywood nos conectará con lo más esencial de nosotros mismos.

Otro rescate de la sección Trayectorias también es el último opus de Paul Schrader titulado The Card Counter, con la presencia protagónica de Oscar Isaac, dando vida a un contador de cartas que luego de un conveniente tiempo en prisión, aprende el oficio de memorizar tendencias, lógicas de azar y cálculos de porcentajes, y que vuelca luego en los diferentes casinos a los que asiste para ganar poco y no despertar sospechas.

En el camino se cruza con un joven que ha perdido el rumbo (Tye Sheridan) y a quien decide ayudar a cumplir su plan de venganza contra el represor y asesino de su padre, tal vez como una resignificación de la ayuda que nunca pudo brindarse a sí mismo y, en ese camino, se va construyendo el film, a base de reparación, e intentando encontrar un camino que dignifique tanto error del pasado.

La sobriedad de esta propuesta es lo que más se destaca, en una película pequeña, construida con pocos actores, y sin grandes estridencias.

La película de clausura del festival, Viens Je t´ émméne, algo así como Vení que te llevo es de Alan Guiraudie otro de los predilectos del festival, descubierto en 2013 con L´Inconnu Du Lac (El Desconocido del Lago). Este último film que se exhibeen esta edición del Bafici fue el film de apertura de la última edición de la Berlinale.

Se trata de un vodevil muy bien construido con las participaciones de Jean-Charles Clichet y Noémie Lvovsky, ésta última en el rol de Isadora, una trabajadora sexual que se enamora del treintañero  Méderic,  y que debe ocultarse de su marido, quien vive persiguiéndola.

Todo ello transcurre en el centro de la ciudad Clermont-Ferrand que ha registrado un acto terrorista y sus responsables son intensamente buscados por la policía

La situación dispara todo tipo de prejuicios étnicos, a los que el realizador les adiciona además los sexuales y se permite jugar con los mitos y los paradigmas de atracciones diversas.

Sin la profundidad de films anteriores, Viens… se constituye como una comedia muy lograda.

Desde la India y en la sección Vanguardia y Género se pudo asistir a la proyección de Last Film Show de Pan Nalin, una especie de Cinema Paradisopero no tan edulcorado ni maniqueo.

De claros rasgos autobiográficos, el film recrea la infancia del director y de cómo fue avanzando su pasión por el cine junto al proyectorista de ese lugar, y de cómo su grupo de pares armaba sesiones de cine en encuentros en los que, con rudimentos de maquinarias sustraídas, se lograba construir una especia de proyector casero que reflejaba imágenes de algunas latas de films que se iban acopiando de manera subrepticia.

El film, además de estar muy bellamente fotografiado, consigue momentos de gran densidad dramática y vuelo poético gracias al niño que protagoniza, Bhavin Rabari.

El final es un homenaje a todos los directores de cine que han marcado una profunda huella en el reaizador.

Finalmente, en la sección Familias y proveniente de Chile, emerge La Taza Rota, de Esteban Cabezas, que se construye en torno a un grupo familiar disuelto (tal la rotura de la taza que simboliza esta desunión) y cuya circunstancia de fracaso es cuestionada por lo menos por el padre de esta familia que va en busca del hijo de la pareja, un día no pautado dentro del régimen de visitas, y aprovecha para quedarse todo el día en el domicilio materno con la excusa que dicho hogar perteneció al primitivo grupo familiar hasta hace dos años, y que él dispone de los mismos derechos que su ex mujer para permanecer allí.

Si se logra sobrevivir a la violencia que esta situación dispara, y desde la perspectiva con la que parte el film, se podrá reflexionar acerca de un necesario cambio de paradigmas y replanteos de situaciones de conflicto que atraviesan las familias disueltas.

Tal vez el film se erija como punta de lanza en torno de la posibilidad de pensar en nuevas formas de abordaje de vínculos destruidos.

Hasta el próximo festival!

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