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Por Marcelo Cafferata

¿Es Guillermo o Gabriel? ¿Sharon o Leslie? ¿Es Willy? ¿Cuántas personalidades habitan en un actor?. En “LAS MIL Y UNA LEMOS” Sabrina Perel junto al propio Willy Lemos, rearman el rompecabezas identitario de uno de los artistas más transgresores del cine y el teatro nacional, que fue, entre otros, el primer personaje travesti y el primer transexual que ganó protagonismo dentro del cine nacional.

Esto empezó como un corto y es toda una vida” resume Lemos en este trabajo que se inicia como un collage casero de vivencias, anécdotas y recuerdos para ir, poco a poco, internándose en sus repliegues más íntimos y en sus zonas más dolorosas que el actor aborda con completa valentía frente a la cámara.

Lemos (con o sin barbijo, lo que marca la filmación en tiempos de plena pandemia) adora seducir a ese ojo que lo va siguiendo, recorriendo los lugares de su infancia y su adolescencia a los que (re)visita después de mucho tiempo. Coquetea con su particular sentido del humor y con sus tonos confesionales hasta internarse en historias y recuerdos que primero cuenta tangencialmente y luego en forma muy directa, como una forma elegida para exorcizar el dolor y redimirse.

El fantasma de la figura de su padre nos zambulle a lo más oscuro, lo más osado y lo más sensible de este trabajo documental. En él se depositan todos los secretos, el abuso intrafamiliar y los golpes que han dejado marcas profundas y un cuerpo herido y lastimado en permanente búsqueda de transmutación hacia una historia mejor.

Lemos juega con lo masculino y lo femenino con las diferentes energías que confluyen en su personalidad magnética que nos invita a recorrer la noche de Paladium y la movida del under de los noventa (con un hermoso homenaje realizado en otra de sus películas “Bernarda es la patria”), sus anécdotas sobre detenciones policiales en la época de Onganía cuando todavía era menor de edad, sus lazos familiares, los juegos sexuales, sus parejas y sus amantes.

La dupla Parel / Lemos, quienes además están a cargo del guion, entregan un trabajo que aún con su estructura de película en proceso y en progreso, logra una emocionalidad precisa y un recorrido del personaje construido bajo una mirada amorosa y contenedora más que desde un lugar complaciente.

El impactante efecto que logra en una escena de confesiones frente a la luz de una linterna es el paso previo a una escena final en donde a modo de delicada elipsis, Lemos ya se presenta desnudo de cuerpo y alma y nos queda la sensación de una entrega total, de conocerlo ya en toda su profundidad.

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