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Por Marcelo Cafferata

Después de probar en el mundo del cortometraje con “La voz Humana” con un tour de forcé de Tilda Swinton, ahora Pedro Almodóvar presenta su nuevo trabajo con un mediometraje que con sólo media hora, permite que nos zambullamos en una historia de amor que, en el fondo, respeta las reglas y los signos clásicos del cine del manchego con el guiño cómplice a sus seguidores que va a encontrar marcas de autoreferencialidad con su propia obra.

Quizás el planteo novedoso que tiene Pedro para esta ocasión es mostrarnos sólo algunos retazos de una historia de amor bordeada de su mejor melodrama, sin que quede del todo claro qué será de sus vidas y, en cierto modo, nos deja con ganas de saber qué sucederá con los destinos de los protagonistas.

Sabemos que han sido amantes, que cedieron a su pulsión homosexual y retoman en una noche de amor (y alcohol) una historia que había quedado trunca en su momento. La tensión sexual y el erotismo que aparece en pantalla vuelve a mostrar a dos hombres maduros (cerca de los ’50, huyendo del estereotipo de las historias de amor que parecen reservados a las parejas más jóvenes que suele mostrarnos el cine)  tal como había sucedido con Sbaraglia y Banderas en “Dolor y Gloria”.

Ahora la geografía es la del western, un espacio con sus propias reglas que Almodóvar decide respetar, en donde aparece la figura del Sheriff que deberá accionar frente a un delito que se esconde en la historia de los protagonistas haciéndose presente el tema de la justicia, la moral,  los principios y las convicciones.

En pantalla, los amantes encarnados por Ethan Hawke y Pedro Pascal transmiten una excelente química a través de sus miradas y del lenguaje de sus cuerpos, permitiéndole a Almodóvar tener la excusa perfecta para volver a instalar sus habituales obsesiones como las leyes del deseo y del placer, incorporando siempre un elemento de tensión trágica que, por un tema de forma propio del cortometraje, explota al poco tiempo de conocer a los personajes, enfrentándolos a un fuerte desenlace. Indios y vaqueros, cowboys, forajidos y sheriff son algunos de los elementos propios de una iconografía en medio del desierto en una geografía que Pedro habita por primera vez en una película “de época”.

Silva (Pascal) devela a Jake (Hawke) icónica el verdadero motivo del acercamiento que involucra a su hijo por un lado, y a la familia de Jake por el otro en donde le pedirá cierta conmiseración y piedad, pero a la que Jake responderá en forma completamente inflexible. A la tensión que todavía une eléctricamente a ambos, se suma este enfrentamiento que expone algunos sentimientos encontrados y desemboca en una potencial tragedia, propia de los melodramas almodovarianos, resuelta de una forma innovadora dentro de su filmografía.  

“EXTRAÑA FORMA DE VIDA” se mete de lleno en el universo de las nuevas masculinidades, usando el western como terreno propicio para poder deconstruir algunos arquetipos y brinda nuevas miradas de género. El dilema de estos hombres no es esconder su deseo, sino los impedimentos que se les presentan para poder estar juntos tras una relación que comenzó hace algún tiempo atrás (escena que se puede disfrutar en un flashback brillantemente resuelto) en donde marcan, ya desde ese entonces, una postura de vanguardia frente a la pulsión de sus propios deseos.

En un reportaje posterior que completa la presentación de este corto en los cines (que si bien es interesante para cualquier cinéfilo no tiene un atractivo mucho mayor que cualquier reportaje televisivo de las cadenas de documentales) nos enteraremos de ciertos detalles de producción ligados con el spaghetti western, homenajes a John Ford y las vinculaciones de las locaciones con el cine de Sergio Leone que van aportando mayores datos para entender la concepción almodovariana de este western que no puede ser fácilmente encasillado.  

Si bien hay elementos interesantes y siempre resulta muy estimulante el cine de Pedro tanto a nivel estético como de su despliegue visual, “EXTRAÑA FORMA DE VIDA” nos deja con ese sabor amargo de querer saber un poco más de la  historia y con un final algo abrupto que subraya la intención de Almodóvar de invitarnos a que completemos los destinos de los personajes con nuestra propia mirada y con nuestras propias intuiciones del camino que van a tomar cada uno de ellos. Tal como es anunciado en la propia entrevista, seguramente habrá un tercer cortometraje para cerrar este tríptico que una búsqueda diferente dentro del cine de un director tan talentoso y único como Pedro Almodóvar, a quien siempre es una fiesta descubrir en la oscuridad de la pantalla grande.

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