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Por Marcelo Cafferata

Una actriz consagrada en el mundo de la televisión pretende revalidar su talento en una nueva apuesta teatral que la consagre mucho más allá de su reconocimiento popular. La propuesta a la que se arriesga, tiene desafíos que implica el hecho de lucirse en otra cuerda y en otro estilo. Es así como Ignacia, diva indiscutible, se encierra en el baño con un ataque de ansiedad negándose a entregarse a un estreno que viene postergando, invadida por el miedo y la inseguridad.

¿Y quién está encerrada en el baño? Nada más ni nada menos que Verónica Llinás, desplegando todo su enorme talento en esa cuerda del humor mordaz e irreverente que le sienta tan bien y que ella conoce a la perfección permitiéndose que desde las primeras líneas jugar e involucrar de forma cómplice al espectador para poder reírse de un mundo al que ella misma pertenece, en un rol que le permite abordar, inclusive, hasta un costado auto paródico sobre el mundo de la tele y el teatro, de los egos actorales y de la necesidad de ser validados por el público, por la crítica y por los todos los demás, un costado filoso de esa inseguridad que la atormenta.

La puesta con la que Ignacia piensa impactar es una versión de Antígona muy particular, con un tono vanguardista y con una total deconstrucción de los grandes clásicos. Llinás, involucrada en varios espacios de esta  “ANTIGONA EN EL BAÑO” propone desde el libro que coescribe con Facundo Zilberberg, un tono provocativo y de desenfreno, con la ductilidad de pasar por varios tonos haciendo que las referencias a la más clásica tragedia griega, termine convirtiéndose en una desopilante comedia de enredos.

Sin salir del exilio autoimpuesto en este baño amplio, elegante y kitsch al mismo tiempo –casi Almodovariano- se darán cita en ese espacio el hijo de su representante (Esteban Lamothe) y un personaje completamente insólito a cargo de Héctor Díaz, un coach que se define a sí mismo como “paisajista de la mente”, un profesional con métodos alternativos que intentarán sacar a la diva de ese trance que la convierte en una pila de nervios.

La puesta de Laura Paredes (integrante del grupo Piel de Lava y que ya había desplegado teatralmente este tono humorístico particular para abordar los clásicos en “Lorca, el teatro bajo la arena”) permite libremente ese juego que tan aceitadamente saben jugar los tres protagonistas en escena, destacándose particularmente Llinás con una diversidad de registros de humor sorprendente: puede rayar lo soez, mostrarse cínica y despótica, frágil e insegura, arrancar carcajadas o fluir en el delirio.

Lamothe y Díaz se suben al ritmo del torbellino Llinás y logran una excelente amalgama, aportando cada uno su estilo particular para ir trabajando esos lazos que unen la comedia con la tragedia e imponer una nueva mirada a esa tragedia signada por el incesto, disputas por el trono con juegos de poder y una Antígona que se rebela contra las leyes de los hombres.

Si bien el cierre –que además parece algo precipitado- no está a la altura general de los brillante de la propuesta, el histrionismo de Llinás junto a dos actores que se lucen en el juego de la comedia disparatada y logran alto voltaje en escena, con una conexión total con el público y la complicidad que genera Llinás desde el primer instante: una verdadera show woman todo terreno, en el mejor sentido de la palabra.

ANTIGONA EN EL BAÑO

Dirección: Laura Paredes y Verónica Llinás

Dramaturgia: Facundo Zilberberg y Verónica Llinás

Con Verónica Llinás, Esteban Lamothe y Héctor Díaz

TEATRO ASTRAL – Avda Corrientes 1639 – Viernes y Sábados a las 22, Domingos 20.30 hs.

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