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Por Marcelo Cafferata

Luego de haber sido la película elegida como apertura del SERET Film Festival (primera edición del Festival Internacional de Cine Israelí en la Argentina), llega a las salas “VOCES DORADAS” el último trabajo de Evgeny Ruman de quien se conoció en streaming su thriller psicológico “El hombre en el muro”.

En la primera escena, vemos a Raya (María Belkin) y Victor Frenkel (Vladimir Friedman)  llegando a Israel, dejando atrás su hogar, su trabajo y sus historias de vida en la URSS. El contexto político y social en el que se desarrolla la historia, situada en Septiembre de 1990, la centra en pleno conflicto de la Guerra del Golfo que hace que por momentos, en plena ciudad, se sienta el peligro de que en el momento menos pensado, puede llegar a ser bombardeada.

Ruman trabaja dentro de la historia con varios ejes, siendo uno de los principales, el tema de la inmigración y el hecho de tener que volver a empezar de cero en un país en pleno conflicto cuando tampoco son jóvenes y llenos de energía dispuestos a desarrollar un nuevo proyecto de vida. Por el contrario, Raya y Victor lucen agobiados y contrariados de tener que salir a buscar trabajo para poder sostener su nuevo alquiler con todo lo que implica no estar en la propia tierra.

Ambos provienen del mundo del cine, han sido importantes actores de doblaje, con una extensa carrera y ahora lucen perdidos sin posibilidad de encontrar trabajo en un mercado donde el doblaje no parece tener tanto campo laboral.

Es así como Raya se presenta en una especie de call center sin darse cuenta, en un primer momento, que se trata de una oficina donde varias señoritas están ofreciendo sus servicios de sexo virtual telefónico a través de las famosas hot lines. Lejos del perfil esperado y de lo que ella misma quiere para sí, comienza a jugar con su voz en la entrevista de trabajo, demostrando que con sólo modificar un tono puede transformarse en la mujer que aquel hombre que llama, necesita para dar rienda suelta a su fantasía y su deseo.

Así se convertirá en Margarita con un trabajo que le da la posibilidad de desdoblarse y ser varias en una misma persona y aplicando su talento vocal para ir progresando en su puesto, mientras que mantendrá en secreto para Víctor a qué se dedica realmente, intentando convencerlo de que trabaja vendiendo perfumes. Al mismo tiempo que ella progresa, él se ve atrapado y con muy pocas posibilidades laborales, se las ingenia repartiendo volantes y haciendo trabajos menores, lo que irá abriendo una grieta en la solidez de la pareja.

Cada uno de los detalles nos remite al pasado, desde los teléfonos que utilizan en la oficina de Raya hasta un videoclub que encuentra Víctor como espacio para recobrar sus años dorados y su importante trayectoria dentro del cine, pero al mismo tiempo el guion dialoga con un tiempo muy actual (que en el momento en que se desarrolla la película sería impensado) dando forma a una figura femenina fuerte y decidida a romper ciertos esquemas y preconceptos.

La historia se va completando con algunos toques de comedia romántica y para los cinéfilos, el vínculo con el cine y con el poder que tienen las películas, aparece casi permanentemente atravesando todo el relato. Pero más allá de la habilidad que tiene el guion de contar una historia de ribetes dramáticos sin perder el tono simpático y apoyándose en el carisma de sus protagonistas, uno de los puntos más interesantes que presenta “VOCES DORADAS” es el tono particular que proponía Aki Kaurismaki en cada una de sus creaciones.

No solamente la puesta de Ruman propone un estilo de actuación muy propio del cineasta finlandés, sino que además se destaca por el uso de colores saturados e impone una iluminación que da prioridad a los rostros de los protagonistas por sobre cualquier otro elemento de la puesta, detalles que van sumando puntos a favor.

No es frecuente poder contar en la cartelera con películas israelíes más allá de eventos y festivales, razón por la cual, se disfruta doblemente de la posibilidad de ver este tipo de cine en la pantalla grande.

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