Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Marcelo Cafferrata

“Es, en viaje,

donde cambiamos el rumbo de nuestras vidas”

En un momento tan particular, como puede ser un viaje en avión, parece sencillo encontrar, dentro de los pasajeros, infinidades de historias: cada asiento es un mundo y “EN VIAJE” retrata esas pequeñas situaciones que  suceden en pleno vuelo bajo la mirada atenta de Meche, la azafata que sirve de hilván e hilo conductor de todos los relatos que se presentan.

El formato de trece capítulos de 25 minutos, permite que cada situación sea presentada y se resuelva en un tiempo breve, imprimiéndole a cada uno de ellos, un mix de historia unitaria con un aire de cortometraje cinematográfico.

La pluma de Pablo Lago y Sol Levinton como guionistas, tiene el ingenio de visitar un puñado bien disímil de historias entre las que eligen contar, mayoritariamente, narraciones de amor (desde una ex pareja, pasando por aquellas que buscan algún condimento adicional como sazonador de su rutina, una confesión de amor inesperada y hasta un encuentro que vence todos los prejuicios) pero transitan también por el suspenso y el thriller, el humor y sentimientos que despliegan las historias más personales e íntimas.

Gabriel Lichtman desde la dirección (en el mismo tono agridulce y con el mismo humor zumbón de sus trabajos como “Judíos en el Espacio” o “Cómo ganar amigos”) genera un universo diferente para cada uno de estos relatos, ganándole a través de la puesta, a algunos momentos donde la idea desarrollada se torna algo previsible o con diálogos demasiado obvios.

Pero aún con estos pequeños reparos, nada impide en absoluto, disfrutar de la propuesta de “EN VIAJE” que se estrenó hace pocos días atrás en la plataforma www.cont.ar.

Del grupo de historias de esta temporada, justamente la más arriesgada y la que se aleja completamente de cualquier lugar común y apuesta por un espacio que juega con lo onírico y lo fantasmagórico (Capítulo 7, “El peso del amor”) es la más destacada, no sólo por las brillantes actuaciones de Carlos Portaluppi y Mirta Bogdasarian, sino por el guion que entreteje varios guiños sutiles con la literatura, la ficción, los universos imaginados por cada autor / escritor y la tan deseada búsqueda de inspiración, con mucho humor y coronado por una sorpresiva vuelta de tuerca final.

Dentro de los invitados para cada capítulo, Walter Jakob y Jazmín Stuart se sacan chispas como una ex pareja, siempre es delicioso verla en pantalla a Chunchuna Villafañe –en un trabajo delicado y muy a tono con su registro-, Gabriela Izcovich entrega una nueva criatura desopilante (y tiene muy buena química junto a Fabián Arenillas), Diego Gentile maneja un excelente timing para la comedia componiendo a un aerofóbico en potencial proceso de recuperación  y Camila Sosa Villada vuelta a mostrar una presencia magnética y potente (acompañada en su capítulo por Arturo Bonín).

Todas estas historias están narradas desde la mirada de Meche, la azafata que va buscando en cada uno de los pasajeros, aquella historia que transforme en único a ese vuelo y que, al mismo tiempo, pueda brindarle material para volcarlo en su blog.

Mora Recalde (“El padre de mis hijos” “El silencio del cazador”) compone un personaje espontáneo, reflexivo y con la búsqueda permanente de la complicidad del espectador –rompiendo la “cuarta pared”- quien no sólo irá enlazando todos los relatos, sino que también develará su propia historia personal que irá desarrollándose, en pequeñas dosis, a través de todos los capítulos.

El espacio para el humor desenfrenado se da con las brillantes composiciones de Malena Guinzburg y Santiago Giralt como sus compañeros azafat@s y también la acompañan en sus vuelos Victoria Carreras interpretando a una jefa de rígidas estructuras –o al menos eso aparenta-, el capitán a cargo de Javier Drolas y Jimena Anganuzzi, formando una muy buena dupla en aquellos capítulos en los que es su compañera de vuelo.

Como en todo producto coral y de historias breves, algunas gustarán o llamarán más la atención que otras, pero transitando “EN VIAJE” seguramente coincidiremos en que el capítulo de cierre no sólo tiene humor y comedia sino que logra además un cierre perfecto, regalándole hermosos textos al personaje de Meche (que Mora Recalde sabe aprovechar y disfrutar), y dejándonos esa sensación de camino transitado, de viaje compartido, de historia de vida: una caricia dulce, de esas que nos acompañan como final del recorrido.

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