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Por Rolando Gallego

Con algunas similitudes a Amas de casa desesperadas, esta serie de origen brasilero reinventa la narrativa melodramática cambiando, además, las reglas de la “conquista”.

Una muerte, narración en off, bellas protagonistas, el arranque de Maldivas, la nueva serie brasilera de Netflix, tiene muchos puntos en común con el éxito que hace años fue Amas de casa desesperada, y de hecho, el programa, hasta tuvo su versión en portugués rodada en una ciudad que Pol-Ka, la empresa de Adrián Suar, había construido especialmente para reproducirla en varios países latinoamericanos.

Pero con el avance de los episodios, las diferencias aparecen, y más allá que las protagonistas del relato poseen el glamour y desparpajo de sus predecesoras, resignifican, capítulo a capítulo, la construcción que desde hace años la televisión ha hecho del melodrama.

Un adictivo vodevil, con las mentiras correspondientes, parejas cruzadas, mentiras y secretos, la búsqueda de identidad de una, el solapamiento de un matrimonio en donde cada uno hace su vida, y la pelea por mantenerse al frente de la gerencia del exclusivo complejo de Barra da Tijuca, el barrio más caro de Río, son sólo algunos de los condimentos de su relato.

Siete episodios para ver de un tirón y elogiar la calidad de producción y originalidad, aún en sus lugares comunes, de un proyecto, que además, cambia de lugar el objeto de deseo, siendo el hombre aquel que debe decir “que pretende usted de mí”, que, literal, dice uno de los “galanes” en un episodio.

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