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Por Rolando Gallego

Con un desparpajo total y un culto al hedonismo que trasciende la pantalla, es inevitable no empatizar con este grupo de amigos perdidos en sus propios deseos.

El jet set español, ese que aparece en la revista HOLA! pese a que el mundo se desploma y las diferencias entre las clases es cada vez más abismal, ha encontrado en First Class, nuevo docu reality de Netflix, un espacio para brillar pese a esta contradicción.

La clave de la inevitable empatía con este grupo de amigos que vive su vida sin importarles absolutamente nada más que ellos y ellos, es la narrativa que ha encontrado Marta Torné, su creadora, para contar en los seis primeros episodios de esta temporada las viscisitudes y anhelos de los protagonistas.

Aldo, Alez, Meilan, Amanda, Clara, Alled, Lucía, Marc, Zaida, Carola, Ferran, Cristina y Julie, van tejiendo redes de contención, pero también de críticas y odios, a medida que avanzan conquistando espacios de creación, trabajo, amor y horizontes.

A este cronista lo ha conquistado por completo Clara Courel, una eximia periodista del fashion, que sueña con ser actriz y va a por su deseo, el que, muy a su pesar, tal vez nunca se concrete.

Así como los americanos encontraron en las Kardashians una manera de ver el mundo frívolo que cada vez cuesta más acompañar, los españoles se detuvieron en estos amigos, los que, al desnudarse parcialmente en la pantalla, tal vez, imaginamos, encuentren una justificación a sus excéntricos comportamientos.

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