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Por Marcelo Cafferata

Álvaro Carmona nos propone en “GENTE HABLANDO” contar una pequeña historia en la que no intervienen casi nunca más de dos personajes (en algunos capítulos puede aparecer un tercer interlocutor) y que en tan sólo diez minutos o menos nos puede hacer pasar por un puñado de sensaciones.

No sólo desde la dirección y su ojo detrás de la cámara, sino sobre todo en la afinada pluma que despliega en cada uno de los capítulos, Carmona sabe poner el acento en esas situaciones en donde se nos presenta un punto de vista contrapuesto que atraviesa a los personajes y de esa forma nos plantea, en cada caso, esos límites éticos –y hasta morales- en donde es difícil establecer con exactitud donde pararse: y es eso, justamente, lo que hace más rico e interesante el intercambio que se produce entre los personajes y nuestra mirada que participa activamente como espectadores.

Esos diálogos zumbones, bien al estilo de sitcom americana con una velocidad que asombra, es la base que toma Carmona para construir esos personajes que plantean, de un modo u otro, un pequeño conflicto donde se pone en juego la fuerte idiosincrasia de cada personaje: cuando creemos que efectivamente estamos del lado de uno de ellos, acordando en todos sus argumentos, la fuerte contra argumentación del co-protagonista, nos hace volver a repensar de qué lado tendremos que paramos.

Hasta entender, quizás, que lo disfrutable de “GENTE HABLANDO” es que nos permite entender nuestras propias contradicciones, diferentes puntos de vista y hasta la disparatadas razones que muchas veces impulsan nuestras propias decisiones y sentirnos hasta reflejados en esas ganas de querer tener la razón, cueste lo que cueste.

Como atractivo adicional, las situaciones que surgen en cada capítulo de “GENTE HABLANDO” respiran una naturalidad en los diálogos y un planteo que, en cada episodio es directo, concreto, sin retóricas ni frases pretenciosas, sino que por el contrario apela a la sencillez de recursos y a buscar que el espectador rápidamente conecte con la propuesta y pueda verse reflejado en alguno de los puntos de vista planteados.

Si bien en todos los episodios abunda el humor, con mucha ironía y cierto desparpajo, no es justamente la risa lo que mueve a terminar un capítulo y comenzar el otro. Todo fluye armoniosamente al ritmo de comedia apenas bordeando alguna zona más sensible, pero lo más atractivo del guion de Carmona es justamente ponernos en ese punto intermedio en donde por momentos nos ponemos de un lado de los personajes y apenas el otro inicia sus líneas de diálogo termina convenciéndonos de que la verdad está en sus manos.

Un juego divertido, inteligente, con momentos geniales que claramente muestran que la base del éxito de cualquier formato es tener una buena idea y explotarla al máximo aun cuando obviamente de sus doce capítulos (distribuidos en dos temporadas), algunos puedan parecernos no del todo logrados.

En la primera temporada, el arranque con “La Cita” y una chica que miente con su foto de perfil en Tinder para conseguir el encuentro, muestra a Celia de Molina y al propio Carmona en uno de los guiones más precisos en timing y en ritmo de comedia, con dardos envenenados disparados entre los dos personajes, con ese dejo de simple filosofía urbana que va atravesando toda la serie… ¿si uno dijera toda la verdad, igual obtendría la cita…. No se supone que en esos espacios virtuales mentir es como una regla que está tácitamente aceptada?

Otro de los puntos muy altos de la primera entrega, no solo por la apuesta osada y audaz desde una idea innovadora, sino por dos excelentes trabajos de Ramón Barea y Ramón Aguirre es “El Vecino”: todo comienza cuando un vecino le toca timbre al otro para avisarle que por favor cierre las cortinas porque todo el edificio de enfrente lo ha visto masturbándose. La idea y la química que se produce entre los protagonistas es absolutamente genial y el diálogo se disfruta sin desperdicios y allí están dos señores pasados los setenta hablando sobre gustos de consumo del porno, la soledad, una historia de vida o los códigos de buena vecindad. Impecable!.

Verónica Echegui y Micki Esparbé protagonizan “El astronauta”, delicado episodio en donde una pareja habla sobre los sueños, las aspiraciones y la propia  mirada que cada uno de ellos ha depositado en su hijo, momento no tan simple en la tarea de ser padres. Nuevamente Carmona desliza su bisturí con un análisis profundo en diálogos simples y volverá a tomar a Esparbé como protagonista de “El comienzo / El final” uno de los episodios más creativos de la segunda temporada, donde por medio de una pantalla dividida podemos ver en menos de diez minutos el inicio, desarrollo y  ocaso de una historia de amor.

Los vínculos familiares también están presentes en “GENTE HABLANDO” y en la segunda temporada dos hermanos discuten por el último deseo de su madre en “El Testamento” con dos brillantes trabajos de Pilar Bergés y Berto Romero como los hermanos, en un episodio donde difícilmente uno pueda dejar de sentirse reflejado, aun cuando obviamente no haya atravesado por esa situación en particular. Sobre vínculos filiales también habla uno de los episodios más sensibles de la serie: “La Nariz” con un trio compuesto por Mariola Fuentes, Lluis Villanueva y María de Nati donde en esos breves minutos, Carmona se expresa acerca de la fuerza de lo heredado, aquello que queremos cambiar sin dejar ese sentido de pertenencia dentro de lo familiar y, obviamente, sin renegar a nuestra esencia.

Pero quizás, si coincidimos, el hallazgo más fuerte de la segunda temporada sea “El Café” un capítulo absolutamente rico que nos pone de frente a los prejuicios, a la moral, a los preconceptos y que desafía a nuestras propias estructuras con otros dos grandes trabajos de Manolo Solo y Antonio Durán, parte del equipo de excelencia que ha reunido Carmona para toda la serie, para ver cómo un simple acto como una limosna crea un efecto sorprendente.

Cada una de las doce historias tiene algo que deslumbra ya sea en el tono, en las palabras o en la propuesta que hace el director en ese pequeño universo que se abre ante nuestros ojos y aún en las menos logradas (en la primera temporada “El Exámen” parece quedarse a mitad de camino entre lo que quiere proponer y lo que efectivamente sucede y “El chiste” tiene un muy buen planteo, pero sabiendo de las dotes de Carmona al frente del guion, pareciera que no logra la mordacidad a la que podría haber llegado) encuentra la posibilidad de expresarse como “autor” y que exista un planteo con un común denominador ético y estético en sus historias y sobre todo en la humanidad que destilan todos sus personajes.

La potencia de un texto maduro, arriesgado, que no intenta quedarse en los lugares comunes sino explorar algunos nuevos códigos dentro del género “GENTE HABLADO” se consume de un solo tirón y atrapa por la espontaneidad de sus personajes, por lo variado de sus ideas y por lo creativo de la propuesta de Carmona que se concreta a través de una puesta en escena tan simple como ajustada y un texto que es al mismo tiempo liviano pero profundo y preciso, cosa que parece sencilla de lograr, pero que es sumamente complicada. Y Carmona lo logra con creces.

Disponible en Cablevisión Flow o en www.cine.is/series/gente-hablando

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