Por Rolando Gallego
El especialista en cine de género Franck Khalfoun construye en “Maniac” un sórdido relato sobre un hombre escindido que posee el impulso de asesinar mujeres para “vestir” con su cabello a maniquíes.
En la primera escena de Maniac veremos a Frank Zito (Elijah Wood) arriba de su auto. La oscuridad y los planos detalles logran mantener en vilo y crear una atmósfera que desde ese puntapié inicial definirá todo el relato.
Frank está enfermo. Hay detalles del pasado que lo agobian. Que lo llevan a realizar actos inhumanos. A aprovecharse de la sinceridad de algunas de sus víctimas y de enfurecerse con aquellas que no responden como él pretende a sus pedidos.
Con puntos en común con las argentinas “Necrofobia” o “Mirada de cristal”, este pequeño relato se potencia con aspectos intra y extra diegéticos, que enmarcan a la historia como un homenaje al giallo, al cine clase b, al slash y que encuentra en Wood al protagonista ideal para llevar adelante el relato.
Wood inició su carrera con un pequeño papel en Back to the future II, para luego participar en películas mainstream hasta que se hizo conocido como el alterego de Macaulay Culkin en “El Buen hijo”. Esa plataforma de lanzamiento para su carrera signo los pasos a seguir luego de su explosión mundial con “Lord of the rings”, convirtiendo como Daniel Radcliffe, su filmografía en una muestra de psicópatas, asesinos y malvivientes.
Maniac gana cuando juega a ser una película retro, y suma en la utilización de cámara subjetiva (la mirada de Frank) el extrañamiento necesario para avanzar en esta historia de seres atravesados por el dolor, por el pasado que regresa constantemente, permitiéndose, además, hacer una crítica sobre el snobismo del mundo del arte.
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