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Por Gretel Suárez

Película animada, escrita y dirigida por Michael Rianda (Gravity Falls) y Jeff Rowe (Des-encanto) para Sony Pictures. Pueden encontrarla en Netflix Latinoamérica.

La trama que lleva adelante la historia recae en la familia Mitchell (mal llamada “disfuncional” por algunxs críticxs) que se encuentra atravesando el típico problema comunicacional en “tiempos de memes”; y si bien esta brecha siempre ha coexistido entre las familias, en esta en particular se suma que el padre es un “antitecnología” lo que refuerza aun más el conflicto de (des)conexión con su hija Katie.

Desde lo formal, la película se relata, en su mayoría, desde el punto de vista de Katie Mitchell, (para mí) decisión clave del éxito de todo el film; pues la perspectiva con la que transitamos la historia es un mundo que revela a los estados de ánimos como filtros de apps (hermoso).

Katie es une adolescente que ama pasar el tiempo filmado y creando historias para sus seguidores de youtube, en donde el protagonista principal de sus films es el graciosísimo perro de la familia; y si bien no logra vincularse con su padre, también se siente bastante incomprendida por sus compañeres del colegio, lo que la impulsa a querer irse a vivir a otra ciudad (un poco huyendo y un poco para encontrarse en otras soledades) y así poder seguir, quizás, la carrera de sus sueños.

Pero ¿qué sucede cuando le cuenta a su familia que quiere irse a otra ciudad para aprender cine? Como tantas otras comedias familiares desajustadas, su padre como ícono de autoridad de grupo heteronormativo y creyendo que le hace un bien a su hije, le expresa que no cree que eso sea bueno para su futuro (Hola! Soy tu padre…) y así la historia comienza a dispararse.

Lo bueno, es que el papá trata de “enmendar” su conducta autómata patriarcal y al otro día le propone hacer un viaje familiar en auto para acompañarle a su ingreso a la Facultad; este inicio de deconstrucción de personaje se consigue cambiando el punto de vista de la protagonista al de él, quien mediante recuerdos, transita por el duelo de pérdida de la niñez de Katie y a partir de esa aceptación de crecimiento, difícil claro está, la lejanía del vinculo entre ambos comienza a acortarse.

A partir de acá, la película se convierte en una road movie familiar donde descubriremos guiños cinéfilos constantes que denotan, no sólo que su protagonista ve cine a donde mire, sino que también nosotrxs, pero más que nada sus propios creadores, quienes revelaron que el guion es una inspiración, llevada a la fantasía, de la familia de Michael Rianda, adaptada al adolescente actual y atravesada por la cinefilia de ambos, por ello también las intervenciones en off de Katie funcionan como alguien que está contándonos una anécdota (bueno de hecho, su personaje quiere ser cineasta ¿no? Es coherente la forma de relato elegida).

Volviendo a la trama, mientras “les Mitchel” tratan de unirse en este viaje, paralelamente, el mundo está apocalíptico. Si! Así como lees, resulta que un simil Steve Jobs desarrolló un nuevo avance tecnológico que va a cambiar al mundo, con robots que son teléfonos o teléfonos que son robots (?) pero bueno, durante su anuncio en redes, hiere los “sentimientos” de su propia inteligencia artificial y entonces esta, decide doblegar a la humanidad colapsando sus propios robots en detrimento de la raza humana (alto flash). Acá se entretejen varias premisas en función de la tecnología, su avance, beneficio y/o esclavitud, sentimientos de las maquinas, entre otras. Se recurre mucho al recurso del slapstick para demostrar, por ejemplo, lo patéticamente gravísimo que sería para lxs humanxs no tener wifi en el mundo… no sé, miedo.

Toda esta aventura de “salvar a la humanidad” se relata con el uso de referencias a series y films seudoapocalipticos/futuristas mientras se entretejen las herramientas del nuevo lenguaje de los nativos digitales, como filtros de apps, memes y gifts, avanzando a un ritmo tan divertido como emocionante y marcando la clara e inminente (re)evolución del cine que se viene. Consiguiendo así que en la pantalla convivan todas las dimensiones juntas armónicamente y sin la necesidad de ir siempre detrás de un fotorealismo. Este éxtasis, increíblemente controversial, permite que lxs espectadores le sigamos el ritmo sin perdernos, porque toda nuestra demanda de hiperestimulación tecnológica está ahí y por eso merece que le demos 10 estrellas de 10.

POR QUE SI:

«Porque a partir de acá se va a plantear un antes y un después en el cine de animación, gracias Michael Rianda y Jeff Rowe, loviu!!!»

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