Por Marcelo Cafferata
El cine de Alejandro Amenábar con “Mar Adentro” o la emotiva despedida del personaje de Vincent Lindon con su madre (Hélène Vincent) en “Algunas horas de primavera” de Stéphane Brizé, instalaron la temática de la decisión del suicidio asistido dentro del cine europeo, con toda la carga de dilema ético y moral que esto significa.
Por su parte, Bille August (director de “La casa de los Espíritus” “Pelle el Conquistador” o “Con las mejores intenciones”) ha vuelto sobre la misma temática en su filme “Silent Heart / Corazón Silencioso”, donde una madre que tiene una enfermedad degenerativa y terminal, decide tomar esa decisión frente a su permanente deterioro, y para ello, reúne durante un fin de semana a su familia para proponer un encuentro de despedida.
Un director de una amplia trayectoria como Roger Michell, quien ha logrado brillar tanto en la comedia (“Notting Hill” o “Un despertar glorioso”) como en el drama (“Venus” con Peter O’ Toole o la agridulce “Le Week-end” sobre libro de Hanif Kureishi) toma el desafío de elaborar una remake de la versión danesa de August para trabajar esta temática tan particular, dentro de una “típica” familia americana contando para ello con el mismo guionista de la película original.
En ese fin de semana juntos, en “LA DESPEDIDA” (en España se ha visto con el título de “La decisión”, gracias a una traducción algo más acertada) irán surgiendo, como en toda reunión familiar, algunos rencores, cuentas pendientes y tiranteces que se potencian en la emocionalidad a carne viva que se vive frente a esa irrevocable decisión tomada por Lily (Susan Sarandon) frente a los efectos colaterales que le está provocando su enfermedad degenerativa.
En la casa familiar Lily está con su marido (San Neill) y al encuentro familiar asistirán sus dos hijas Jennifer y Anna (Kate Winslet y Mia Wasikowska) junto a sus parejas y una íntima amiga de la pareja (Lindsay Duncan). Con estos personajes aunados en un solo lugar común, ya están presentados todos los elementos como para que cada uno de ellos pueda, en su momento de lucimiento, presentar su conflicto, hacer catarsis frente a ese momento crítico y exponer su postura frente a la decisión que Lily ha tomado, con lo que esto implica: incertidumbres, dudas, contradicciones, reproches y la dificultad de aceptar lo que cada quien decida para su propia vida.
Planteado dentro de un contexto de cultura americana y comparado con lo planteado por Brizé o por August, aquí el conflicto principal y la decisión suenan algo artificiosos para ese tipo de sociedad –que se contrapone totalmente a los vínculos más distantes y con una idiosincrasia diferente del original danés- y hay algunas situaciones que se escapan del tono con el que se abordaría un fin de semana de despedida (hay algunos momentos de “estallido” que a la puesta no le sientan demasiado bien).
Sin embargo, es una nueva oportunidad para que Michell vuelva a demostrar un gran talento para la conducción de actores, de manera tal de explotar el potencial de cada uno de ellos a fondo y lograr un drama coral donde todos tengan la oportunidad de brillar.
Con una puesta minimalista, casi teatral, apoyada por una exquisita fotografía de Mike Eley que recorre los paisajes y los exteriores de la casa familiar, Michell se apoya en un guion con buenos diálogos, que por momentos son demasiado previsibles pero que los actores disparan en el tono exacto y, sobre todo, en un elenco absolutamente sin fisuras.
Winslet y Wasikowska hacen un muy buen contrapunto como las dos hermanas, completamente diferentes en su concepción familiar y en el abordaje de sus propias historias. Una, con su típica familia formada, su esposo con el que está desde hace muchos años y que aparenta rutinario más su hijo adolescente, y la otra, buscando su propio lugar dentro del clan asumiendo su identidad sexual.
Sam Neill y Lindsay Duncan tienen intervenciones más breves dentro de la trama pero, de todos modos, muy exactas y funcionales al equipo. Obviamente, Susan Sarandon como Lily, da gala de todo su talento como actriz y es quien lleva el pulso y se convierte en el centro inevitable de la historia. En un rol que plantea ciertas exigencias y que Sarandon logra resolver sin apelar a trazos gruesos sino con toda la expresividad en sus miradas y en su gestualidad, “LA DESPEDIDA” se apoya en su talento y sale airosa del desafío de comparaciones que inevitablemente plantea cualquier remake.
Detrás de los secretos, las decisiones, las emociones y la tormenta que atraviesa la familia, Michell se permite este espacio para volver a reflexionar sobre la entereza que se necesita para tomar ciertas decisiones y la fortaleza de su entorno para poder aceptarlas.
POR QUE SI:
» Nueva oportunidad para que Michell vuelva a demostrar un gran talento para la conducción de actores «