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Por Rolando Gallego.

Daniel Sánchez Arévalo cambia de género y en “Diecisiete” demuestra una vez más su ificio para construir una coming age con toques de roadmovie en la que dos hermanos intentarán a toda costa salir adelante y cumplir con el último deseo de su abuela.

Héctor (Biel Montoro) es un joven que vive delinquiendo, que no conoce de reglas ni límites, vive entrando y saliendo de un correccional, pero un día las oportunidades se le cortan, debiendo sí o sí cumplir a rajatabla su condena hasta ser mayor de edad.

Sin atender a aquellos que lo rodean, se concentra en la lectura eterna del código penal, lectura sugerida por la última jueza de minoridad ante la que debió acudir luego de su último ilícito.

Pero cuando en el albergue el resto de los compañeros comienzan a ponerle cada vez más difícil la reclusión, Héctor tomará la decisión de huir una vez más, en esta oportunidad para recuperar a “Oveja” un perro callejero al que estuvo ayudando por meses.

En ese punto el drama sobre la vida de Héctor en el correccional deja lugar a una trepidante road movie en la que la incorporación de su hermano, Ismael (Nacho Sánchez), con quien no tenía relación hace tiempo, transforma el relato en una buddy movie en la que ambos deberán hacer lo imposible para poder cumplir con los últimos deseos y esperanzas de Cuca (Lola Cordón), la abuela de ambos.

“Diecisiete” es una película de fórmula, con una estructura clásica que se apoya en las interpretaciones protagónicas para desarrollar, sin caer en lugares comunes, una versión “española” de relatos que saben de ahondar en dramas familiares para potenciar la moraleja que al espectador le quedará al finalizar el visionado.

Rodada completamente en exteriores, la ruta contrasta con  esa primera parte de encierro, en la que Héctor debe ser “castigado” por los delitos que viene cometiendo.

“Diecisiete” gana cuando la relación entre el trío protagónico se desnuda, con diálogos simples y frescos, que demuestran la distancia que había entre ellos y lo rápido que se disuelve esa lejanía, pero en algunos subrayados sobre la condición social de los protagonistas cae en estereotipos que no validan aquello que había conseguido hasta el momento.

Película que demuestra que no todo está escrito en materia de relatos sobre la adolescencia y posibilidades de desarrollo de los jóvenes, en el ideal de narrar que las condiciones sociales de origen pueden determinar las conductas, la propuesta se corre para fortalecer su mensaje esperanzador acerca de vínculos, de la hermandad y de las amplias posibilidades de cambiar de los seres humanos.

POR QUE SÍ:

“Porque gana cuando la relación entre el trío protagónico se desnuda, con diálogos simples y frescos”

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