Por Rolando Gallego
La herencia pesa. Vaya si esto lo sabía Whitney Houston, con una madre cantante, exigente, que deseaba que su hija se dedicase también al arte. Pero ella quiso hacer su propio camino. Transitando espacios diferentes, y en los que realmente encontrase su voz y no una ajena.
En “Quiero bailar con alguien”, de Kasi Lemmons, todo está representado con trazo grueso, demasiado, y un aire almibarado, casi de bronce, tiñe cada una de las escenas, y a pesar de esto, la vida de la cantante que murió muy joven, trasciende las viñetas elegidas para recorrer sus luces y tinieblas.
“Voy a estar para vos musicalmente, no personalmente”, le dice Clive Davis (Stanle Tucci), el descubridor y representante de Houston (Naomie Ackie) en una de las primeras escenas, sin saber que, luego, claro, la ayuda ante las adicciones de la artista cambiaría esa sentencia.
“Quiero bailar con alguien” es demasiado condescendiente con la cantante, evita profundizar, reflexivamente, sobre los hechos más dramáticos de la vida de ella, mostrando cuasi telefilm de Hallmark, solo algunos trazos oscuros pero dejando mucho más fuera de la pantalla que dentro.
Cuando comienza a cuestionarla, o a mostrar los cuestionamientos hacia su carrera y canciones, como en esa escena de la entrevista radial en donde el conductor la acusa de ser “demasiado blanca”, o presentar casi de manera telenovelesca las peleas con Bobby Brown (Ashton Sanders), la estructura narrativa se resiente, y no hay número musical que incorpore que sirva para levantar esos sucesos.
El ascenso meteórico, la manera en la que elegía sus canciones junto a Davis, su interés por incursionar en el mundo del cine, la pelea con su padre (que le robó todo su dinero) y el ocaso y resurgimiento, también son parte de la propuesta, que no logra, sostener durante toda la narración su fuerza.
Sirve para recupera los clásicos hits de Houston, pero no aporta nada nuevo, al contrario, deja por fuera sucesos de los últimos tiempos y muchas más preguntas que respuestas. Una biopic desabrida que no está a la altura de la figura que retrata.