Por Marcelo Cafferata
Hay varios puntos en común en dos recomendables películas, diferentes en su estilo pero que marcan una gran diferencia dentro del resto de propuestas del catálogo de Netflix: directoras, protagonistas y guionistas mujeres que nos invitan a explorar el complejo universo de la maternidad, abordado desde diferentes concepciones pero compartiendo la angustia, la inseguridad, el desequilibrio y la culpa que pueden aparecer frente al acto de maternar.
Otro importante común denominador es que son adaptaciones de exitosas obras literarias, también escritas por mujeres, y que logran el importante desafío de no perder su núcleo vital en su traspaso a la pantalla grande.
“DISTANCIA DE RESCATE” es la adaptación de la novela homónima de Samanta Schewblin –gran cuentista que genera, en cada pequeño relato, universos perturbadores únicos- en la que Amanda (María Valverde de “Tengo ganas de ti” y “Tres metros sobre el cielo”), mide obsesivamente esa distancia de rescate que la separa de su hija Nina, que representa el tiempo en que tardaría en salvarla en el caso de un potencial peligro, un fuerte hilo invisible, un cordón umbilical que las sigue manteniendo unidas.
El ambiente de peligro, tensión e incertidumbre que se genera en esta adaptación cinematográfica, al igual que lo hace Schweblin en su novela, sumerge a los personajes en una permanente incomodidad que es uno de los logros más contundentes de la puesta de Claudia Llosa (directora peruana de “La teta asustada”) basada en el encuentro de Amanda con Carola, en ese verano en un pueblo bastante perdido.
Si bien en algunos momentos gana cuerpo en la trama todo aquello que está vinculado con las malformaciones y tragedias que maldicen al pueblo por el uso de agrotóxicos y pesticidas, y aún con los tintes fantásticos que también recorren el relato, la historia tiene su principal apoyo en ese espacio de vulnerabilidad que aparece frente a la maternidad, la angustia que genera cualquier potencial sufrimiento que atraviesen los hijos y la dificultad en la aceptación de un hijo diferente.
Llosa logra generar un ambiente extraño, sobrenatural, coqueteando con el terror psicológico y con un correcto uso de una voz en off, nos va introduciendo en la historia, con los mismos enigmas y las mismas dudas transita la historia a medida que podamos conocer todo aquello que, en principio, Carola (una excelente Dolores Fonzi) intenta ocultar.
Dos formas de maternidad a la que se llega a través de vivencias y procesos diferentes, que deviene entonces en múltiples y diversos vínculos posibles entre madres e hij@s. Este es justamente el punto donde la película de Llosa toma contacto con “LA HIJA OSCURA”, la novela de Elena Ferrante que Maggie Gyllenhaal ha adaptado junto a la propia autora (otro punto en común con Distancia de Rescate, ya que Llosa y Schewblin trabajaron juntas el guion) para construir su opera prima, que ha sido presentada en pantalla grande en el último Festival Internacional de Mar del Plata dentro de la sección “Autoras y Autores”.
La novela de Ferrante también plantea el encuentro de dos madres: una profesora de literatura comparada, Leda Caruso (enorme, impecable y magnético trabajo de la gran Olivia Colman, ganadora del Oscar por “La favorita”, del Emmy por “The Crown” y de varios Globos de Oro) quien toma un descanso en una de las solitarias islas griegas.
Pero, eventualmente, una familia numerosa de Queens de la que Nina (Dakota Johnson) forma parte, se cruza en su camino para desequilibrar completamente sus vacaciones.
El vínculo que mantiene Nina (un nombre que ambas películas curiosamente también comparten) con su hija, disparará irremediablemente una serie de flashbacks que remiten a la relación que Leda tuvo con sus propias hijas en un pasado complejo, atravesado por la culpa, el abandono, la realización personal, los deseos y las imposiciones de los mandatos frente a la maternidad. El relato va y viene en el tiempo, estableciendo un puente entre pasado y presente en forma completamente orgánica para la historia con Colman y Jesse Buckely (de la serie “Chernobyl”) compartiendo un mismo personaje, con dos interpretaciones aprovechadas en cada uno de sus matices. Llosa y Gyllenhaal tienen claro como alzar su voz en un cine hecho por mujeres, con una mirada femenina que pueda poner en tela de juicio los cánones sociales que se imponen frente a la maternidad. Ambas le dan alma, sin tomar partido ni emitir juicios de valor, a estas madres que el personaje de Leda define como “madres antinaturales”, mujeres completamente alejadas de una mirada idílica sobre la maternidad, más cercanas a una concepción real, más intrincada y profunda para deconstruir los mandatos más ancestrales,