Por Rolando Gallego
Una nueva entrega para una franquicia que ha deleitado a grandes y chicos por igual.
En «Minions: Nace un villano» no hay sorpresas, pero tampoco decepción. Aquello que el espectador, de la edad que sea, vaya a buscar, lo tendrá, y más también. Porque en esta nueva película, se logra una profunda mixtura entre el primer spin off de Mi villano favorito y subsiguientes, y las propias películas de Gru, recuperando la oportunidad de bucear en los personajes a partir de la excusa de la infancia del malvado protagonista.
Un niño Gru está fanatizado con un grupo de villanos, los que, tras la partida de uno de los miembros de la banda, decide abrirle la posibilidad a cualquier malhechor de sumarse.
Ni lerdo ni perezoso, Gru, buscará ocupar su lugar, pero antes, decide publicar una búsqueda para secuaces, la que, inesperadamente, será respondida por la banda de Minions, los que, rápidamente, se doblegarán ante los pedidos del «jefecito».
Sin mediar más explicaciones, Gru, los Minions y el resto de los personajes se sumergerán en una aventura en donde, una vez más, queda demostrado que la maldad no es parte integradora de los roles, aunque, claro, ellos crean que sí.
«Minions: Nace un villano» es una fiesta, de música, de color y de gags, porque más que nunca, y aprovechando el liderazgo de los tres minions más conocidos (Bob, Stuart y Kevin) proliferará el humor en cada «sketch» que el relato sume.
Cameos de todos los personajes visto en las cuatro películas precedentes, además, consolidan una propuesta inteligente que sigue explorando el mejor costado de una franquicia que amamos sin ningún juicio.