Por Marcelo Cafferata
Tercera incursión como director de Aaron Sorkin (después de “Molly´s Game” y “El Juicio de los siete de Chicago”), este nuevo trabajo lo acerca al mundo de la televisión en la dorada década de los cincuenta y los sesenta, en donde surgía, entre otras, una de las mayores estrellas de la comedia norteamericana, que dio popularidad al formato de sitcom, novedoso en aquel momento y que aún hoy sigue rindiendo amplios dividendos.
Sorkin, además, es muy hábil en la construcción de sus guiones, tanto en el formato televisivo de las series que ha creado, como para sus trabajos en la pantalla grande (ganador del Oscar por “Red Social”, tres Globos de Oro y varios Emmy por “West Wing”) y por lo tanto puede manejar al mismo tiempo, diferentes líneas de trabajo sobre las que va y vuelve en forma permanente.
Por lo tanto, la relación entre la famosa Lucille Ball (encarnada por Nicole Kidman) y su marido y partenaire en su show televisivo “I love Lucy”, Desi Arnaz (aquí Javier Bardem) transita por diferentes caminos. Si bien el centro del conflicto es el tema de la afiliación de Lucy al partido comunista que aparece en una noticia de la radio –situación completamente estridente en pleno macartismo-, Sorkin trabajará con otros ejes al mismo tiempo, de modo tal que la mirada política no se referencia como único punto saliente de la biopic.
En un formato de falso documental, los tres guionistas que acompañaron a Lucy en aquel momento en su show, comienzan a reconstruir el impacto que tuvo la noticia en la primera plana de uno de los diarios más importantes de la época.
Pero esa es sencillamente una de las “excusas” que toma Sorkin para sumergirse en el mundo de la producción televisiva de aquel momento, la exactitud con la que se trabajaban los guiones, las reuniones de producción, el peso que tenían los auspiciantes, las estrellas rutilantes de la televisión que no lograban fácilmente su pase al mundo del cine, los conflictos propios dentro cualquier elenco y particularmente, los conflictos personales por los que atravesaban en ese mismo momento Lucy y Desi: rumores de embarazo e infidelidad.
Ball, bajo la mirada de Sorkin, es al mismo tiempo una gran estrella y una manipuladora de su propio show, dando vida a un personaje complejo, tan querible como frágil, tan talentoso como vulnerable. Allí aparece una vez más la gran Nicole Kidman prestando su instrumento para otra composición realmente exquisita: gracias al maquillaje (que en algunas escenas se torna demasiado excesivo) pero por sobre todo al poder de observación que ha volcado en cada gesto y en su tono de voz que hace que estemos frente a Lucy una vez más.
A su lado, Javier Bardem compone a ese Desi empresario, talentoso y mujeriego en un rol que permite verlo en una composición muy completa y exigente (propia de todo un showman), que lo pone a la altura de uno de los mejores trabajos en su carrera: junto a Kidman logra la química necesaria para que el producto funcione y el conflicto vibre y se sienta creíble.
Sorkin deconstruye el típico biopic con artificios nobles y al mismo que juega a dividir el tiempo en la semana en la que se desarrolla un capítulo del show, en cada uno de esos días viajará en el tiempo para presentarnos algunas de las situaciones que repercuten hoy en los personajes.
Lucille es madre, estrella, esposa, comediante y “BEING THE RICARDOS” con un humor muy ácido propio de su personaje, no pierde de vista ninguna de sus facetas, intentando mostrar el costado más íntimo de cada una de ellas, la contracara de la estrella con sus conflictos personales cuando se apagan las cámaras y ya no existe el éxito.
Su temperamento fuerte de mujer empoderada y carismática, que contrasta con la figura del ama de casa perfecta dedicada a su marido frente a la cámara -las múltiples correcciones en el guion del capítulo que están filmando para no hacer parecer una “hueca” a su personaje dan cuenta de la búsqueda de un rol diferente- y su obsesión por el control de su producto, hacen de Lucy un personaje complejo e interesante que Sorkin aprovecha en todos sus niveles.
Lo único que podría reprocharse a “BEING THE RICARDOS” es una extensión algo prolongada que resiente el interés en algunos tramos donde la trama parece diluirse pero que se compensa sobremanera con las dos actuaciones de Kidman y Bardem junto a un elenco secundario de gran nivel en donde se destacan J.K. Simmons, Nina Arianda y Jake Lacy, ente otros.