Por Marcelo Cafferata
Paula Ortiz directora de “La Novia” y “De tu ventana a la mía” deja el registro dramático que suelen tener sus películas y se adentra en esta nueva versión del capítulo de “Historias para no dormir” originalmente emitido en 1966 que contaba con el protagónico de Narciso Ibáñez Menta y tenía un particular diseño de arte con los dibujos de Antonio Mingote.
De esta nueva temporada, sin dudas, “EL ASFALTO”, es el que presenta una sustancial diferencia con el original en dos planos: uno está dado por la tecnología, que juega un papel fundamental en el momento de la puesta en escena y la actualización de la historia dotándola de un verosímil más fuerte en la historia de un hombre atrapado en el pavimento. Por el otro, esta nueva versión con guion de Manuel Jabois y Rodrigo Cortés, brinda una mirada diferente a la metáfora pesadillesca de estar totalmente atrapado sin solución posible.
Baldo y Rut son una pareja joven que está esperando su primer hijo. Rut tiene algunos reclamos por la falta de compromiso de Baldo con algunos de los controles médicos que se realizan y él se compromete a no faltar a este nuevo turno de control. Una situación completamente inesperada acontece cuando mientras intentaba entregar unas pizzas cumpliendo con su trabajo como repartidor, su bicicleta se queda literalmente pegaba al asfalto.
Cuando se baja, tratando de pedir ayuda y buscando una explicación a lo que acontece, como una ciénaga negra que lo absorbe, el asfalto comienza a apoderarse de él. En la primera versión la burocracia municipal que demora y demora el pedido de auxilio del protagonista, es modificada ahora por la apatía y la falta de solidaridad del entorno: ni los transeúntes que pasan enfrascados en sus problemas, ni la propia policía de no siente que tenga que dar respuesta, ni los medios que sólo acuden para mostrar la situación y generar un impacto en la audiencia, hacen absolutamente nada por salvarlo.
“EL ASFALTO” sin embargo, con una buena propuesta termina siendo el capítulo más irregular de esta entrega. Con una importante galería de personajes que pasan por la calle, se va diluyendo el dramatismo de la situación central que sólo se recupera en la escena final y gracias a una perfecta participación de Inma Cuesta aunque Dani Rovira, en el protagónico, no transmite la desesperación que el tema reclama con un trabajo poco convincente.