Por Marcelo Cafferata
Saber que “LOS EUROPEOS” ha sido una de las novelas que Rafael Azcona (autor de “El pisito” “Tamaño Natural” y “Belle Epoque”, entre otras tantas de sus novelas trasladadas al universo cinematográfico) ha reescrito en una nueva versión en 2006, para permitirse escapar de la censura que pudiese pesar sobre el original, alimenta las ganas de ver cómo se plasma en la pantalla esta historia de amor amargo, con un elenco liderado por Juan Diego Botto y Raúl Arévalo en los roles protagónicos.
Los europeos del título son Miguel (Arévalo) y Antonio (Botto), que deciden viajar a Ibiza donde se respiraba, en aquel momento, una cierta libertad sexual y un aire completamente diferente al de la asfixiante posguerra que se vive en la península. A ellos se suma, completando el trío protagónico Odette (a cargo de Stéphane Caillard) que atrapa el corazón de Miguel, vínculo sobre el que girará la historia -sobre todo en la segunda mitad del film-, abandonado el retrato de esos dos amigos en busca de un entorno de mayor liberalidad.
García León, desde lo estético, construye un interesante retrato de la sociedad de la época aunque la forma en que el guion presenta los personajes no les permite mayor arco dramático que una idea esquemática que incluso ofrece una imagen muy precaria para el personaje de Antonio quien va perdiendo fuerza y se limita a acompañar la historia de los dos amantes.
Sin embargo, a pesar de lo poco generoso que es el guion con ese papel. Juan Diego Botto es, de los tres protagonistas, el que le imprime un toque diferente y sustancialmente por fuera de su zona de confort como actor, componiendo una criatura bastante diferente a los personajes que suele encarar.
Lo que puede reprocharse a “LOS EUROPEOS” es tomar las líneas de Azcona con poco apasionamiento, con un tratamiento muy superficial de los personajes sin profundizar en los dilemas morales por los que debe atravesar cada uno de ellos frente a ciertas decisiones a las que deben enfrentarse. La puesta en escena tampoco otorga ninguna idea original por fuera de lo ya preestablecido para una historia de estas características pero sin embargo el diseño de arte para transportarnos a la época y las actuaciones de los protagonistas logran que el producto final logre interese más allá de su aguda linealidad. .
De todos modos, se extraña a aquel Azcona que Berlanga retrataba con tanto talento o, inclusive, el charme de los personajes de la Belle Époque de Trueba, con más picardía e intención que estos europeos que, en búsqueda de libertad, quedan finalmente atrapados en sus propios esquemas.
Miércoles 09/06 18 horas / Disponible en la Festival Scope por 48 horas