Por Rolando Gallego
Juana Viale se sube nuevamente a un escenario, en este caso al del Teatro Regio (CABA), de jueves a domingos, con Juana, de Chevi Muraday en donde se habla de Juana la Loca, Juana de Arco, la Papisa Juana, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana Azurduy y Juana Doña. Para conocer más de la propuesta y su regreso a los escenarios, hablamos con ella.
-¿Cuándo supiste o fuiste consciente de tu nombre? ¿cuándo vos dijiste, ah, Juana puede venir por esto?
-Lo que sí sé es que Juana no viene por ninguna de estas Juanas, en mi caso. El nombre es un nombre fuerte, que siempre a mí me resonó como algo muy fuerte, cuando era chica era muy fuerte, me sentía como que era un nombre muy fuerte para mí, hoy en día sí, soy Juana, pero ahora por ahí con todo esto de la obra, por estar tan inmersa en las Juanas, digo qué maravilla que este nombre lo hayan llevado estas mujeres, tan poderosas, valientes, disruptivas, apasionadas, transgresoras.
-¿Y con cuál te vas identificando, o con cada una te identificas?
-No, yo creo que con todas un poco, me parece que hay un punto de unión en todas, que es el deseo de ser, la pulsión de ser, que va más allá de la época en que hayan vivido, en donde hayan vivido, en la cultura que hayan tenido, me parece que eso es algo que está presente en todas.
-¿Extrañabas pisar un escenario?
-Sí, extrañaba, el año pasado hice teatro en España, pero sí, siempre se extraña el teatro.
-¿Cómo fue un poco el origen de este proyecto?
-Estando en España me junté con un amigo y me dijo vos deberías hacer esta obra, y quedó ahí, una obra que no estaba en cartel, es una obra española, que es el director y el coreógrafo, y Juan Carlos Rubio, que es el dramaturgo. Hacía dos años que no estaba en cartel la obra. Cuando llegué aquí a Argentina con José Luis Massa, que es el dueño de Club Media, que es mi amigo, nos juntamos a almorzar y me decía hagamos algo, y me dijeron de esta obra, pero yo no la leí, nos pusimos en contacto con Chevy, con Juan Carlos, empezamos a hablar, llegó el texto, lo leí, me encantó el texto, y ya empezamos a todo lo que significa hacer una obra en Argentina, conseguir los derechos, tuvimos que traerla de España, vino Chevy, estamos con Chévy ensayando todos los días, mucha lectura, ya estamos con el cuerpo, hace más de un mes poniendo el cuerpo en escena, y así fue.
-¿Cómo te estás organizando? La vida personal, la vida profesional…
-Como cualquier persona que se organiza entre trabajo y vida personal, organizándome.
-Porque en esta obra estás presente todo el tiempo, por ahí en otras obras que participaste estabas menos… Imagino que por ahí, a diferencia de otras obras, los ensayos deben ser más exigentes…
-Sí, son muchas horas, pero no por la exigencia de la obra, sino por el tiempo que tenemos. Fue una cuestión de agenda de Chevy, que tiene que irse a trabajar, hace una obra, estrena y después se tiene que ir, y solamente tenía ahora un mes para que podamos hacer los ensayos, por eso se hicieron tan intensos, pero bueno, cuando uno ensaya, por más que esté un minuto, o diez, o la obra entera, tiene que estar durante todo el ensayo.
-¿Hay algún desafío? Entiendo que hay danza y además texto…
-Es una obra muy física, hay danza, se baila con texto, es una obra muy conceptual, muy poética, con tiempos, tiene una música muy bella, tiene los colores, y es una obra muy preciosa, es un viaje, no es literal, no es absoluta, me parece que es una obra de esas obras que vas a ver y te vas, después a comer, y empiezan a aparecer cosas. Es una obra que pasa mucho por lo sensorial, entonces creo que es más allá de la literalidad del texto, es algo que te va a dejar otra cosa, es un viaje.
-¿Y eso es algo que te atrajo?
-Cuando la leí no sabía cuál era la puesta, pero después entendiendo todo digo, uff, es repotente, y es muy poderosa la obra.
-Vos generalmente en el teatro has hecho este tipo de experiencias, más que una obra tan literal…
-Sí, La sangre de los árboles era una obra bien conceptual, muy mágica, muy bella también. El ardor, era una comedia, 40 días y 40 noches, La Celebración, es toda una experiencia, y creo que el gran desafío es el cuerpo, la puesta en escena muy increíble.
¿Qué te pasa con subirte a un escenario como este, el del Regio?
-A mí me fascina, el teatro me fascina. Subirme a un escenario me fascina. Me parece que es un lugar que me gusta habitar, me gusta sentirlo, me gusta la presencia del público captando una historia, la que cada uno quiere interpretar. Me parece que es un lugar en el que me siento acobijada, en el teatro.
-¿Cómo sos como espectadora?
-Cuando viajo, obviamente ir a un museo, cien por ciento y después ir a un espectáculo, o sea, de música, de teatro, de danza, ir a comer. Pero me parece que el teatro es un lugar muy mágico, es un paréntesis en el tiempo de la vida de la gente. Me atrae mucho. Y yo creo que el público es un personaje más de la historia, porque su energía llega directamente al escenario. Así como tenés a los silenciosos, a los inquietos, a los atentos, a los relajados, a los nerviosos, a los que no se sacan el día, está todo ahí.
-¿Qué expectativas tenés?
-No soy de tener expectativas, porque soy muy de vivir el presente y recién hoy llegamos al teatro, así que estoy como viendo acá todo, porque veníamos en otra sala, en ensayar en otro lado. Así que un poco acá, en la acústica de acá, tenemos que poner el tapete, tenemos que hacer la puesta de luces, tenemos que integrarnos a este espacio con el ensayo, los movimientos. O sea, que es un teatro con las patas y el escenario. Y con todo eso, y que me parece que todo eso es interesante para poder llegar a lo otro, que es el estreno, pero que para mí todavía falta.