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Por Rolando Gallego

Belén Blanco vuelve al teatro con Clandestina, una pieza de Natalia Villamil que se presentará hasta el domingo 29 de septiembre, de miércoles a domingos a las 19.30 horas en el Teatro San Martín. Con ella hablamos sobre la puesta y su vuelta a las tablas.

-¿Cómo te sentís con volver al Teatro San Martín, en este caso con este unipersonal?

-La sala a mí me gusta mucho, es una sala que ya trabajé bastantes veces. Técnicamente es una sala que tiene sus vericuetos, en el sentido que hay que saber cómo sacarle mejor provecho, pero tiene millones de posibilidades, espacialmente hablando y sonoramente también, aunque es una sala muy baja. Tiene su complicación, pero como ya trabajé varias veces, la conozco, me gusta mucho, amo trabajar en esa sala, la verdad, me encanta. Y el teatro también, es un teatro que ya arquitectónicamente me gusta. Muy cómoda, la verdad, muy contenta.

-¿Cómo llegaste a este proyecto y qué fue lo que te interpeló del texto de Natalia?

-El proyecto me lo mandaron, me mandaron la obra, luego leí la novela y me gustó inmediatamente. No tuve ninguna duda, es como cuando sentís que algo lo tenés que hacer, es muy fuerte el texto y el tema, pero había algo más allá del tema, del argumento, sino de la forma en la que está contado. Es un personaje que tiene mucha imaginación, tiene una mirada muy particular de las cosas, tiene una comprensión muy grande de todos los integrantes de su familia, de todo lo que a ella le pasó. Es una mirada muy, no quiero decir poética, pero muy profunda. Tiene mucha crudeza también, es un ámbito que conozco porque es de campo, es un ámbito rural, entonces es algo que me suena muy conocido, me parece muy bello, a pesar de la crudeza y de lo que cuenta. Entonces toda esa conjunción más el tema, por supuesto, es muy difícil que algo así no quieras interpretarlo, más allá de que es bastante ardua la tarea.

-¿Y cómo se prepara? ¿Hace cuánto que no hacías unipersonal o es la primera vez?

-Estuve ahora justo de gira en España con un unipersonal que se llama Kinder Bus, hice en Madrid una temporada ahí, pero ya lo había hecho, en realidad fue un proyecto del CCK y después estuvimos en varios teatros, pero pocas funciones, o sea, fuimos haciendo como temporaditas cortas por algunos lados, eso es un trabajo en el que yo estaba sola, de todas maneras, en este trabajo, si bien es un solo personaje, hay una música en escena que se llama Guadalupe Otheguy, que digamos que si bien no actúa, es como que se van intercalando los textos con los sonidos, entonces hay toda una partitura sonora que me acompaña, no me siento sola por eso no lo siento tan como unipersonal, es un monólogo, pero no unipersonal.

-Siempre que viajás, estás filmando, ¿volviste a hacer algo? ¿Estás con ganas de seguir incursionando en el tema del cine?

-Sí, volví a filmar, antes de irme justo había hecho un documental sobre El Malón de la Paz, que estuvieron acá, me metí un poco en el documental, porque me gustó mucho y me puse ahí a experimentar, y lo estoy terminando, igual es un trabajo que tendrá, creo que 18 minutos o algo así. Me encantó hacerlo, es otro registro. Hice un videometraje, escribí un guión, que ahora estoy ahí en búsqueda de presentarlo, que está buenísimo, a mí me gusta mucho, también una historia rural, pero me dediqué un poco en la pandemia a escribir, cosa que actualmente no hago, porque cuando hago algo, lo hago medio improvisado, incluso este documental también, fue una cuestión de ir con la cámara y meterme ahí en ese mundo de todo lo que estuvo pasando, que fue impresionante, toda esa acampada que hicieron, y conocí gente increíble. Me metí un poco en el documental, que también es más sencillo para producir, la ficción se vuelve muy cuesta arriba.

-Dentro de todo este contexto extraño que estamos viviendo, con recortes del cine y demás, se repuso Picado Fino en el Gaumont ¿qué recuerdo tenés de la peli?

-Fue mi primera película, es una gran película, muy linda. Es como icónica, hace mucho que no la veo, me gustaría volver a verla en cine, es una buena idea. Yo hice esa peli el mismo año que hice El Caso María Soledad, que es una película que en este momento se me viene muy encima también, es un femicidio, y tiene algo que tiene que ver con Clandestina. La recuerdo con mucho cariño, porque es una película que fue muy comercial, que hice yo en ese momento, pero la verdad es que fue una película icónica. La revalorizo en este momento, me parece que fue muy valiente hacer esa película, y cómo la hizo, y contar lo que contó esa chica, esa nena, es terrible. Las salas se llenaban porque había también una necesidad de ver nuestras historias contadas por nuestros directores, actores, y me acuerdo que fue un éxito. El cine argentino tiene su público, por más que lo quieran destruir, no creo que puedan, me parece que la gente sigue haciendo cosas igual, con el teatro lo mismo. Es como que te dan subsidios de, no sé, 200.000 pesos y la gente sigue haciendo. Culturalmente nosotros somos fuertes. No nos van a aniquilar.

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