Por Marcelo Cafferata
En 2010, Nicolás del Boca, con una extensísima trayectoria televisiva, director de una gran cantidad de éxitos en el género de la telenovela, se lanza a realizar su Ópera prima en el cine con sus radiantes 82 años. El resultado fue la inolvidable “Un buen día”, despedazada por la crítica, fracaso total de público que se fue convirtiendo a través de los años en una película de culto. (Si todavía no viviste la experiencia –o para volver a ver esta gema del cine nacional-, está disponible en: https://youtu.be/tBUPFXqBuDE?si=of4iyjdGnKlH_2O_)
Con un aire a los amantes de Linklater de la trilogía de “Antes del amanecer”, aquí se conocen en una cafetería de Long Beach, Fabiana y Manuel, dos emigrantes argentinos que intentan buscar su lugar en el mundo, desarraigados de sus Longchamps y Villa Pueyrredón natales. Llena de diálogos impostados, frases que parecen sacadas de sobrecitos de azúcar y situaciones completamente inverosímiles “Un buen día” termina seduciendo por su precariedad y su construcción bizarra, donde todo puede ser tomado paródicamente aunque los protagonistas encaran la historia con muchísima seriedad apostando a hacernos creer su verosímil. Es por ello que comenzó a tener una incontable cantidad de fanáticos y poco a poco, este ícono del consumo irónico, completo fracaso de taquilla, sigue mucho más vigente que cualquier otro filme que haya tenido en el momento del estreno, el apoyo de la crítica.
Néstor Frenkel, con su particular mirada y su talento para construir espacios documentales fuera de todo enciclopedismo y alejándose del típico formato de “cabezas parlantes”, comienza a sumergirse en el mundo de este filme para analizar a fondo el proceso creativo y las reacciones del público al momento del estreno para ver lo que sigue generando hoy en día cada vez que se proyecta.
“DESPUES DE UN BUEN DIA” aporta la frescura de Frenkel y su sentido del humor para analizar lo que sucede con una obra, ya sea desde su génesis y cómo poder plasmar una idea, hasta el impacto que esa obra va logrando a través del tiempo y como su público comienza a generar su propio fenómeno, por fuera del propio autor.
Enrique Torres, autor de enormes éxitos con las novelas de Andrea del Boca como “Antonella” “Perla Negra” “Celeste, siempre celeste” o de “Muñeca Brava” con Natalia Oreiro, se muda con su mujer a Los Ángeles buscando nuevos horizontes televisivos y deciden “darse el gusto” de cumplir el sueño de contar una historia en la pantalla grande, arrancando con un modelo de bajo presupuesto. Frenkel lo convoca para que vaya contando anécdotas, vivencias, datos de color de lo que fue aquella filmación que tenía mucho de sabor a aventura, por más que todo el equipo era de gente sumamente experimentada a la que sumaron egresados de la propia escuela de cine de Long Beach, y que obviamente ninguno de ellos supiera que estaban disponiéndose a filmar la que fue considerada la peor película de la historia del cine argentino, con un récord de 9 personas promedio por sala en el día de su estreno.
Justamente a partir de este rotundo fracaso (con una fuerte participación de las redes sociales que nacían en aquel momento y que tanto afectaron a Aníbal Silveyra, su protagonista, que confiesa en el documental lo difícil que fue para él atravesar ese momento), se comienza a construir esa épica que rescata amorosamente el documental de Frenkel, buscando explicar el reconocimiento y el éxito que llega muchos años después, sobre todo a través de los grupos de fans que la consideran objeto de culto.
Frenkel trabaja con el doble propósito de analizar a fondo cómo se gesta un proyecto cinematográfico y las implicancias de un “fracaso” en la carrera de cada uno de los que participaron pero también dedica gran parte del film al fanatismo y las pasiones, lugar desde el que “DESPUES DE UN BUEN DIA” puede contactarse con el resto de la obra que tiene una fuerte marca personal y un estilo propio (junto con este estreno, es más que recomendable recorrer sus otros trabajos que se presentan como retrospectiva en el Centro Cultural General San Martín).
Allí donde están presentes la pasión y el fanatismo, aparece también todo el trazo humorístico infaltable en la obra de Frenkel a través del ·”Grupo de Apreciación de Un Buen Día”, con sus proyecciones mensuales, un grupo que se transforma en una pieza fundamental y un personaje central del documental. Pero el clímax lo marcan con su creación colectiva que es la propia versión de “Un buen día” completamente (re)construida por sus fans. Como un giro muy atinado, Frenkel abandona el humor corrosivo y más crítico que puede aparecer en “Los Ganadores” o alguna mirada mordaz sobre algunos (sub)productos del cine nacional como en “Los visionadores”, entendiendo inteligentemente que esta película ya había sido objeto de tantas burlas, memes y comentarios descalificantes, que el humor tenía que tener otro color completamente diferente. Y lo logra, porque hay mucho humor fiel a Frenkel, hay mucho tono de comedia y de poder reírse de sí mismos dentro de las entrevistas, pero todo es abordado en un marco de respeto, que permite tomarse tanto al documental como a su objeto de estudio como “cosa seria”.
Como ya nos tiene acostumbrados en cada uno de los trabajos documentales, Frenkel sabe construir artesanalmente sus universos, le encantan los detalles e ir haciendo que como espectadores podamos no solamente acercarnos al fenómeno de “Un buen Día” sino además entenderlo desde varias aristas y sobre todo, como invita todo su cine, a pasar un momento distendido, con mucho humor y con ese sabor a encuentro de amigos que tienen todas sus películas.