Por Marcelo Cafferata
Tener la posibilidad de asistir una vez más a una obra del grupo Marea con la dirección de Mariano Pensotti es una verdadera fiesta teatral. En esta oportunidad, la cita es en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín con su última creación “LOS AÑOS”: una experiencia artística que estuvo girando exitosamente por el mundo y finalmente se estrena en Buenos Aires para disfrute de todos los espectadores.
Como Pensotti ya nos tiene acostumbrados, dentro de la propuesta no va a ceñirse a lo que se concibe como una obra teatral clásica: la sorpresa comienza ya desde la puesta en escena. Si antes logró sorprendernos con una enorme calesita en escena que iba girando y mostrando diferentes historias que se entrecruzaban, o con personajes que caminaban sobre una cinta transportadora o comenzando la función en un teatro para caminar todos juntos unas pocas cuadras y terminar la obra en otro teatro, ahora nos vuelve a sorprender con un dispositivo “similar” al de su obra ”Cineastas”. En “LOS AÑOS” vemos el interior de dos casas al mismo tiempo aunque si miramos en profundidad no son en realidad dos casas, sino la misma casa con treinta años de diferencia.
En la primera, Manuel está por cumplir treinta y explícitamente se define que estamos en el 2020. Pero a sólo un paso (literalmente algunos personajes cruzan ese “portal” de treinta años de diferencia entrando y saliendo de cada una de ellas), en la segunda, está volviendo a Buenos Aires, a esa casa de la juventud y ya está cerca de cumplir 60.
Podría decirse entonces que “LOS AÑOS” (como ya queda rubricado en el título) habla fundamentalmente del paso del tiempo y de cómo el adulto de hoy puede ver a ese joven de ayer y retomar algunos sueños y deseos, y todavía permitirse recuperar algunas de las cosas perdidas. Pero la dramaturgia de Pensotti ni es lineal ni apuesta al lugar común: el tiempo es sólo el vehículo para generar ese dispositivo teatral donde se confluyen varios temas muy profundos que la pluma de Pensotti tiene la habilidad de plantearlos a través de personajes donde uno puede sentirse automáticamente identificado y que no declaman frases pretenciosas. Por el contrario, sus personajes respiran espontaneidad y verosímil como gran virtud.
Si bien el eje es Manuel (un Marcelo Subiotto como siempre, notable), no hay una obra de Pensotti en la que no se haga gala del poder de la narración, de sentarnos a escuchar atentamente ese cuento que nos quieren contar y, en este caso, esa voz que relata y conecta todas las piezas de la historia es la de Laura, la hija de Manuel cuando hablamos del “futuro” y que le presta el cuerpo a Claudia, su propia madre en el “pasado” cuando ella todavía no había nacido.
Bárbara Massó (de “Adela está cazando patos” y “Dios tenía algo guardado algo para nosotros” entre otros trabajos) se apropia de la cadencia del relato y se apodera del texto con una voz firme y clara, que nos va sumergiendo en ese juego de mamushkas que van encerrando una historia dentro de otra, que se irán develando a medida que avanza el relato abriendo una historia, y otra, y otra… y otra más.
Pensotti hábilmente instala la diferencia entre el “hoy” y treinta años después riéndose inteligentemente de aquello de “todo tiempo pasado fue mejor” e ironizando finamente sobre cosas que hoy nos parecen centrales en nuestro cotidiano y que el tiempo irremediablemente erosionará por completo, al menos en su hipótesis de futuro (cercano). Las redes sociales, la inmediatez y la hiperconectividad, los movimientos ecológicos y el veganismo, las formas de hacer arte e incluso la desaparición del cine –que parece interesarle en un futuro a unos pocos melancólicos que añoran esa forma de expresión extinguida-, son algunos de los elementos que aparecen en escena como cosas propias del 2020 que irán quedando obsoletas, disparando reflexiones sobre la fugacidad y la finitud de las cosas, pero que también refleja nuestra propia evanescencia.
Como en toda propuesta de Pensotti confluyen en el escenario diferentes elementos visuales para conformar el gran fenómeno teatral. Concibe a “LOS AÑOS” como otros de sus trabajos en donde la referencia con lo cinematográfico y lo literario es permanente (en lo cinematográfico se puede encontrar algo de “Crónica de un niño solo” de Favio o del cine de los Dardenee mientras que en lo literario hay otras múltiples citas además de la hilarante referencia más explícita a los textos “autobiográficos” de Karl Ove Knausgård) y se disponer a jugar con diferentes planos narrativos en donde se entremezclan teatro, cine, filmaciones que simulan haber sido grabadas desde un celular, música en vivo, el género documental y la literatura.
A los impecables trabajos de Subiotto y Massó, se suma un equipo completamente sin fisuras, entrenado para ir intercambiando los diferentes roles que les propone el texto y allí se lucen Mara Bestelli con su Teodora, Paco Gorriz y Julián Keck sin olvidarnos del niño del video, Demián Villanueva con una naturalidad que asombra.
“LOS AÑOS” es de esas obras que se disfrutan profundamente mientras se ven y que quedan reverberando dentro de nosotros, por mucho, mucho tiempo más después de salir de la sala y quedar abrumado en medio de la calle Corrientes.
“LOS AÑOS”
Dramaturgia y dirección: Mariano Pensotti
Con Marcelo Subiotto, Mara Bestelli, Bárbara Massó, Paco Gorriz, Julian Keck y Demián Villanueva Barrera
Música en vivo: Diego Vainer
Espacio escénico y vestuario: Mariana Tirantte
Video: Martín Borini
TEATRO SAN MARTIN – Avda. Corientes 1530– Miércoles a Domingo 20.30 hs.