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Por Rolando Gallego

“A Little Love Package” marca el retorno de Gastón Solnicki a las pantallas, con una enigmática propuesta que indaga sobre el habitar, los vínculos y los cigarrillos. Desde el sábado se la podrá ver a las 18 horas en MALBA y por acá habla Solnicki sobre la película y el proceso creativo.

Hay algo en la película, que ya estaba presente en tus anteriores relatos, y de manera muy fuerte en Introduzione all’oscuro, que es la pregnancia del pasado en el presente, particularmente a vos, ¿Qué es lo que te atrae de una época pasada?

Es un tema muy interesante para filmar. En la adolescencia estaba enredado en los deberes escolares— cambié de colegio todos los años. Recién cuando empecé a hacer películas o quizás antes cuando empecé a tocar el piano, sentí que podía encontrar un respiro, una manera de articular distintos niveles. Tiene que ver con la polifonía. Las épocas también funcionan así. Siempre tuve mucho apego por el pasado de mi familia y por las experiencias pasadas. Las guerras, y los largos movimientos ancestrales por Europa del Este, esa geografía tan familiar. Creo que estamos muy acompañados por todo eso. Apareció de manera natural en mis películas.

¿Cómo seleccionaste a Angeliki y Carmen, las principales motoras del relato? ¿Qué trabajo hiciste con ellas?

Con Carmen somos amigos hace muchos años y habíamos hecho un corto en el 2005. A Angeliki la conocí en un jurado en Karlovy Vary y tuvimos mucha complicidad en seguida. Tenía la ilusión de trabajar con ambas, pero hasta que no aterrizamos todos en Viena y empezamos a filmar, no había evidencia cómo funcionarían juntas. Fue un lujo trabajar con ellas, todo lo que aportaron a una película improvisada, filmada en una verdadera atmósfera de terror. Con la ciudad cerrada y un ataque terrorista el segundo día de rodaje.

 La película fue rodada antes de pandemia, en esa obsesión de Angeliki por los espacios, ¿Cómo se resignifica la película con relación, justamente, a los departamentos y el albergue, inevitablemente, que nos dieron durante el confinamiento?

Antes de la pandemia solo filmé la última noche de cigarrillos en Viena. Pero salvo esa noche,  casi la totalidad del rodaje fue en Noviembre del 2020, en plena pandemia. Creo que hay algo presente en mis últimas películas, desde Kékszakállú, sobre todo en un corto que hice en 2019 “Circumplector” que tiene que ver con una sensación de final de era, de ocaso del mundo que conocimos. No quería hacer una película sobre la pandemia, pero la ciudad vacía era una verdadera oportunidad para filmar ese mundo. 

Viena, una vez más, como epicentro del relato, ¿qué posibilidades narrativas encontras en ella?

Es una ciudad muy hermosa, que conserva quizás como ninguna otra que conozca, todas sus épocas pasadas. Nunca alguien considera que hay que cambiar un cartel, una tipografía o una lámpara. Para mi sistema de producción— sin guión— es un verdadero lujo filmar allí. Es la Cinecittá. Volviendo a las capas de los tiempos, está todo ahí, no hace falta producir nada.

¿Cómo viviste, al igual que los personajes, la prohibición de fumar? ¿por qué decidiste llevarla al cine?

Nunca fui fumador, y me molesta mucho el humo. Filmar esas últimas horas de cigarrillos fue en ese sentido quizás lo más difícil. Estaba presentando un corto y me pareció que la  prohibición de fumar enmarcaba el final no solo de una era pero de un estilo de vida, del humo en los cafés de Viena, unos cuantos años después que en el resto de Occidente. Como suelo entrar a las películas por una ventana, me pareció un inicio muy atractivo.

¿Qué trabajo haces particularmente con Rui para lograr la belleza en las escenas, que muchas veces impulsan a detener la atención en otros elementos de la película?

Rui es un maestro y un amigo. Es la segunda película que hacemos juntos, nos complementamos muy bien. Tenemos una intuición en común y nos divertimos. A pesar de la enorme presión que implica filmar una película, de todos los problemas y desafíos, nos reímos mucho. Creo que eso es importante. Estas últimas película que hicimos con Rui, no tienen un arco dramático tradicional, están en cambio construidas a partir de detalles que colectamos y que generan su propia estructura. Es a partir de lo que filmamos, que intentamos en el montaje encontrar un sentido. Esa emoción está en el centro para nosotros.

¿Sabés cuándo llegará a Argentina?

En brevísimo.

¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

Sí, estoy preparándome para filmar este año una nueva película que me entusiasma mucho, es un gran desafío nuevamente.

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