Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Marcelo Cafferata

El circuito de teatro alternativo, alejado del eje comercial de la calle Corrientes, es variado, potente y es el espacio ideal para asombrarse y descubrir nuevos autores, textos inteligentes, grandes intérpretes y puestas creativas. Dentro de la diversa oferta dentro del circuito off, “LOS SECRETOS” es indudablemente una gran sorpresa.

El nuevo texto de Juan Andrés Romanazzi se inicia con la presentación de uno de sus dos personajes. Ella, rodeada de libros, como en su propia isla, es una profesora de literatura que cuenta con mucho humor –con ese toque agridulce que tanto cautiva en este primer acercamiento- su búsqueda del amor, su soledad, sus experiencias y entre algunas de sus tantas frases, en algún momento disparará que “no quiere morir sola”.

Rápidamente despliega sus sueños, sus anhelos, su búsqueda interior en la que encontrar un amor aparece como el vector más potente entre sus deseos. Quizás sea esa necesidad imperiosa de conocer a alguien, la que la lleve a encontrarse con un guardia de seguridad que se contacta con ella, a través de una frase trivial por un hecho fortuito, de la que ella se apodera para entretejer todo un discurso amoroso (uno de los juegos de palabras, los análisis textuales, con los que se va enriqueciendo la obra).

Por otra parte, Él ha perdido recientemente a su madre: y esa figura está sumamente presente en su cotidiano, con lo que el encuentro con su “enamorada” se confunde con alguna presencia fantasmática con alguna presencia del más allá. Ella insiste en comunicarse con él a través de esas pantallas que se encuentran instaladas en el ingreso de los edificios, y genera,  en definitiva, una deliciosa “confusión” que van viviendo juntos, cada uno desde su propio universo, sus vivencias y su propia mirada.

El texto de Romanazzi tiene una gran riqueza en cuanto permite múltiples lecturas, una de ellas, la historia de amor de estos seres que parecen estar algo desconectados del mundo. Lo que podría ser una historia de amor convencional del encuentro de dos personajes profundamente necesitados, se va trasformando en una alegoría sobre los deseos más profundos –entre los que Ella sueña ser una sirena-, la desesperación, las ilusiones y esa sensación de añoranza omnipresente. Desde allí se conecta para hablar sobre las zonas más recortadas de uno mismo, a esa desconexión que nos empuja a que todo parezca reducirse a un micromundo que se circunscribe a una sola baldosa, a estar parado en su propia piedra y quedar atrapados ahí mismo.

El texto transita zonas incómodas, alejado completamente de cualquier historia de amor autoindulgente y edulcorado, cercano a una profunda reflexión no exenta de oscuridad, donde el humor inicial va transformándose con una mirada más negra y sarcástica donde la pregunta que flota es el límite que somos capaces de atravesar para obtener lo que, de todos modos, sabemos que no es nuestra verdadera felicidad.

Juan Andrés Romanazzi plantea además una puesta creativa incorporando la pantalla del guardia de seguridad como un elemento técnico innovador, pero que enriquece la propuesta, junto con la música en escena de Gabriel Motta.

Si bien el texto tiene un protagonismo central en “LOS SECRETOS” sus dos intérpretes marcan la diferencia. Iván Moschner (de una gran trayectoria en teatro de quien podemos mencionar trabajos como “Tadeys” “Sagrado bosque de monstruos” o “Todas las coas del mundo”) compone a ese guardia de seguridad en pleno duelo, con su intimidad absolutamente bloqueada pero tan necesitado de afecto con ella.

Ella es Paula Fernández Mbarak (a quien vimos en “Mi hijo sólo camina un poco más lento” y fue la protagonista de la primera parte de la trilogía que compone “Los Secretos”) que le hace frente a un personaje complejo que atraviesa diferentes tonalidad y que Paula atraviesa con precisión cada una de ellas. Tiene humor, carga con toque de ingenuidad, es pura fragilidad y dentro de su parte más vulnerable esconde un profundo dolor que la entrampa en sus propios sueños.

Sobre el final, ambos sabrán jugar con la parte más poética y onírica que propone Romanazzi para su texto, en donde Moshner y Fernández Mbarak terminan de pulir esta pequeña gema que vale la pena descubrir entre la vasta oferta alternativa.

“LOS SECRETOS”

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Sábados a las 22.30 horas.

El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamente 1034

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