Por Marcelo Cafferata
Un aire de Anton Ego, el famoso crítico de cocina de “Ratatouille”, la inolvidable creación de Pixar, sobrevuela al personaje de Luis Brandoni en “NADA”, la nueva creación del dúo Mariano Cohn – Gastón Duprat que se acaba de estrenar en la plataforma Star+. No solamente porque ambos tengan el mismo oficio sino porque además comparten un ácido sentido del humor, una mirada bastante desencantada de la vida que cubre de un cierto halo gris a su mundo más privado.
Con sólo cinco capítulos de media hora, esta nueva propuesta del dúo que nos trajo desde “Televisión Abierta” hasta “El hombre de al lado” “Mi obra Maestra” o “El Artista” transita un recorrido bien porteño, con grandes imágenes de Buenos Aires (aunque hay un contrapunto urbano con la enorme Nueva York), dándole marco a la historia de un hombre común que atraviesa una profunda crisis cuando pierde a su empleada doméstica, mano derecha, ama de llaves y secretaria privada, que fallece inesperadamente, dejando sólo un cuaderno que a modo de bitácora, que irá conduciendo a Manuel Tamayo Prats (Brandoni) en los quehaceres más cotidianos con suma precisión, sumergiéndolo en un mundo desconocido.
Cohn-Duprat pueden ir mutando las historias pero siempre lo hacen desde su sello personal e inconfundible que ya les ha dado un estilo propio y que los hace únicos, tanto para sus amantes más incondicionales como para sus más radicales detractores. Ellos despiertan amores y odios por partes iguales, pero su cine y sus trabajos en televisión no dejan al público indiferente, siempre avivan con su incorrección y su particular filosofía, alguna toma de partido.
Son una pareja sumamente sólida que ya ha generado varios éxitos, ha puesto su mirada de cinismo e irreverencia en el mundo del arte y la cultura (“El Artista” “Mi obra maestra”), la gastronomía (“Todo sobre el asado”), la literatura (“El ciudadano ilustre”) y del arte cinematográfico generando casi una autoparodia en “Competencia Oficial”. Ahora es el turno de la crítica gastronómica pero también juegan con la posibilidad de poner la lupa bajo una cierta clase acomodada y al mismo tiempo decadente, con delirios de grandeza de tiempos pasados (como sucedía inclusive con algunos de los personajes de “El Encargado”) y con una falsa moral, desde donde lanzan sus dardos contra ese ambiente snob y pretencioso que se construye con esos rasgos que, de tan kitsch, alimentan fuertemente el sentido de parodia y de mirada crítica en donde se sienten tan cómodos y donde juegan sus mejores armas como guionistas (en este caso acompañados por Emanuel Diez, guionista de “La Extorsión”, quien ya trabajó junto a la dupla en “El encargado”).
De todos modos, hay algunos giros que sorprenden respecto a la construcción de un personaje absolutamente gris y solitario que encuentra su costado sensible y comienza a mostrar una faceta casi desconocida, cuando llegue a su vida casi por casualidad, una nueva empleada doméstica que viene desde Paraguay y le hace descubrir algunos sabores nuevos –en el sentido figurado y literal de la palabra- (con un gran trabajo de Majo Cabrera, una verdadera revelación).
No hay una gran trama sino que simplemente alrededor de Manuel Tamayo Prats giran algunos retazos de nuestra propia argentinidad o más precisamente del espíritu porteño. En esa pintura es donde se lucen siempre Cohn-Duprat (exquisito Luis Brandoni) y en este caso cuentan con Luis Brandoni como gran aliado para llevar adelante el peso de la narración con un personaje diseñado a su medida, un verdadero dandy con un toque decadente pero con una fuerte impronta personal que va empujando el ritmo de la historia.
Además de Brandoni, Cohn-Duprat saben reunirse de un elenco brillante de secundarios donde se lucen Silvia Kutika y María Rosa Fugazot y en papeles más pequeños Gastón Cocchiarale, Daniel Miglioranza, Cecilia Dopazo, Enrique Piñeyro y hasta pequeñas apariciones de Guillermo Francella o Andrea Frigerio, que ya han colaborado con esta dupla en trabajos anteriores.
Hay muchas pequeñas situaciones que van pintando a este personaje protagónico con toques de “chanta” y bon vivant que disfruta de los gustos más exquisitos pero que no dudará ni un segundo en pedirle plata prestada a su propia mucama. Pero quien va trazando las pinceladas de este personaje a través de los capítulos es un narrador llamado Vicent Parisi, amigo personal de Tamayo Prats, aun cuando los separen miles de kilómetros de distancia. Parisi es nada menos que Robert De Niro en una participación enteramente disfrutable, sobre todo cuando intenta transpolar a su acabado inglés neoyorkino las expresiones tan argentas con las que se abren cada uno de los capítulos.
Así es como además de explicar las diferencias sustanciales entre los más famosos insultos nacionales, intenta buscar traducción para “Estar en el horno” “Remar en dulce de leche” “La verdad de la milanesa” “Comerse un garrón” y “Tirar manteca al techo” que son los nombre con los que se abren los cinco capítulos de la historia.
Para ver en un tirón y disfrutarla a pleno, “NADA”, la nueva creación de Cohn-Duprat, trae toda su impronta personal para un producto que, como es habitual en ellos, abre siempre la posibilidad de reflexión y hasta de debate y que siempre nos interpelan en nuestra construcción de la identidad nacional.