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Por Marcelo Cafferata

La plataforma STAR+ estrenó “SANTA EVITA”, basada en la famosa novela de Tomás Eloy Martínez, con múltiples atractivos, pero el más interesante es que  tiene como protagonista central a Natalia Oreiro en el rol de Eva Perón.

Eva, una de las personalidades indiscutiblemente sobresalientes de la política nacional (y mundial) del siglo XX, trabajada en todos los formatos: podemos encontrarla tanto en un texto teatral de Copi, en ese encuentro ficcional con Victoria Ocampo, en diferentes manifestaciones literarias y también en el cine, con manifestaciones tan diversas como el género musical con el que Andrew Lloyd Weber generó un enorme éxito para Broadway que recorrió el mundo hasta en sus antípodas, una mirada con humor e ironía de los multiversos que recorre su figura en “UPA! Una pandemia argentina”.

SANTA EVITA” apela a la construcción histórica, una narrativa precisa sobre los hechos que sucedieron alrededor de su muerte y el tratamiento de su cadáver, con la figura excluyente de Eva ya sea en su infancia, en su adolescencia, los comienzos en la radio, su romance con Perón y el surgimiento de su figura única como defensora de los derechos de la clases más vulnerables y olvidadas, propulsora del voto femenino como uno de los primeros movimientos de empoderamiento y cambio en el rol de la mujer en nuestra sociedad, constituyéndose como pieza central del movimiento peronista: una figura con un carisma único que la ha transformado en ese ícono inmortal que se encuentra cada vez más vigente.

El guion de Marcela Guerty y Pamela Rementería propone un recorrido durante toda su historia que presenta idas y vueltas, saltos temporales y fracturas en el eje de tiempo para que la narración sea más rica e interesante, interesante para las nuevas generaciones que no conocen algunos detalles de la historia, sin que esto signifique una sobreabundancia de información ni el subrayado de ciertos datos, sino el aporte de datos precisos para reconstruir el rompecabezas identitario muy a la altura de este personaje complejo e inabarcable. Por fuera de la novela histórica, aparece además como un alter ego del Eloy Martínez escritor, la figura de Diego Velázquez en la piel de un periodista que pretende encontrar la verdad sobre el destino del cadáver de Eva para sumar el ritmo de thriller encadena con el resto de la historia y que permite al mismo tiempo, mostrar una nueva realidad nacional en plenos años ’70.

Lo primero que impacta de “SANTA EVITA” es su cuidada reconstrucción de época –con dos décadas tan diferentes como la década del ’50 y la del ’70-, un gran despliegue en el diseño de arte que permite reconocer ciertos rincones de Buenos Aires que han sido adaptados sin perder su esencia actual y la solidez con la que se presentan todos sus rubros técnicos, sobresaliendo la exquisita fotografía de Félix Monti y el minucioso trabajo de edición de Rosario Suárez que aportan a la solidez del guion que encuentra como diferencial el tema de la obsesión que surge a partir del cuerpo de Eva que impacta sobre diferentes personajes que pugnan por poseerlo, con distintas intenciones y apelando a diferentes artilugios.

El primero de ellos es Pedro Ara (un correcto trabajo de Francesc Orella, el inolvidable Merlí y a quien vimos recientemente en “Días Mejores”) a quien el general Perón le encarga el trabajo de embalsamado que queda prendado con su “obra de arte”, obsesionado con su cuidado, con que el trabajo haya quedado perfecto y que no sufra ningún tipo de deterioros.

Su móvil es completamente diferente al del Coronel Carlos Moori Koenig (a cargo de Ernesto Alterio), quien primero fue un colaborador directo de Eva, para transformarse luego de su muerte en uno de los personajes que más parece odiarla, nombrándola siempre con el mote de “la yegua”. Moori Koenig sufre esa pugna interior tratando de no perder de vista el verdadero cuerpo de Eva frente al descubrimiento de la existencia de otras tres réplicas. Quedará a cargo del traslado del cuerpo y urdirá diferentes estrategias para despistar a aquellos que estén interesados en conocer la verdad, mientras que en ese viaje comienzan a surgir extrañas situaciones en las que queda involucrado tras un halo de estigma y misterio que envuelve a todo lo relacionado con la travesía del cadáver.

Lo oscuro y lo perverso de los “accidentes” que suceden con el cadáver se encuentran vinculados con Eduardo Arancibia, un colaborador del Coronel, que le permite a Diego Cremonesi entregar un personaje con un registro sumamente diferente. Completamente desequilibrado con la presencia del cuerpo en el ático de su propia casa, juega con momentos de locura, obsesión insana y rayando peligrosamente la necrofilia que hacen que Cremonesi pueda destacarse en una gran composición. Por último, el periodista Vázquez (otro gran trabajo a los que Diego Velázquez ya nos tiene acostumbrados), también se obsesiona con el cadáver pero su móvil es la búsqueda de la verdad sumándose al entramado de personajes que comparten esa psicosis desde diferentes puntos de vista.

Lujosa, con dos talentosos directores como Rodrigo García y Alejandro Maci detrás de las cámaras, “SANTA EVITA” cuida con muchísima precisión cada uno de los detalles y cuenta además con la figura excluyente y magnética de Natalia Oreiro en un trabajo que realmente le plantea un nuevo desafío en su carrera. Delicada cuando es necesario y con una fuerza abrumadora cuando la situación lo requiere, Oreiro se entrega completamente a su personaje y logra un trabajo notable que realmente quedará como uno de los puntos altos de su carrera.

Además cuenta con otras interesantes participaciones dentro del elenco a cargo de Guillermo Arengo, Gaby Ferrero, Héctor Díaz, Iván Moschner, Eugenia Alonso, María Canale, Mara Bestelli –e inclusive la posibilidad de ver en pantalla uno de los últimos trabajos de la querida Julieta Vallina- siendo quizás el único punto que decepciona, un trabajo de Darío Grandinetti como Perón demasiado deslucido, como sin haber podido encontrarle el alma a su personaje.  

SANTA EVITA” es un trabajo más de los tantos que hacen honor a la líder, el ícono popular, símbolo de la solidaridad y de los derechos de los desposeídos, nombre que es bandera de la victoria al que esta miniserie hace honor, internándonos una vez más en su historia personal y política, en sus luces y en sus sombras, en su grandeza y en su esplendor.

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