Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Marcelo Cafferata

Atravesamos momentos donde todo es inmediatez, donde prevalecen los “amores líquidos” que tan bien ha definido Bauman en sus textos, donde reina una aparente falta de compromiso, todo es liviandad y vínculos perecederos.

En este contexto, Alejandro, a punto de cumplir 50 –y con 30 años en un vínculo de pareja estable- juega con este número y reflexiona sobre los cambios que vive frente a esta nueva década y sobre las bodas de oro de sus padres.

“DORADOS 50” se propone entonces, como una exploración del amor y las parejas que han perdurado en el tiempo, los secretos compartidos, las complicidades, los sinsabores, el achatamiento que produce la rutina, los recuerdos en común, el paso del tiempo y el imaginarse la vida juntos o el abismo que representaría vivir sin el otro.

Lo valioso del trabajo de Cruz y Vagnenkos es que lo hacen sin ningún tipo de enciclopedismo, no recurren a ninguna posición didáctica, sino que a través de una serie de entrevistas accedemos a testimonios, historias de vida, narradas por sus protagonistas en prima persona, testigos de un tiempo que parece no tener registro en nuestro presente: una forma de vínculo donde la comprensión, la tolerancia, las negociaciones y el atravesamiento de los momentos más difíciles parece oponerse a una nueva generación en donde separarse, luego de algunos años de convivencia, parece ser un desenlace irremediable.

El encanto del documental radica justamente en la pluralidad y la diversidad de los testimonios, la espontaneidad y la sinceridad que despliegan las parejas frente a la cámara. Desde aquellos que han compartido toda su vida juntos, hasta el caso de una pareja que se puso de novios después de sus 80 años, desde el amor a primera vista hasta aquel que ha llevado un recorrido interno más sinuoso como cuenta Norma, con su conmovedora historia del descubrimiento de su homosexualidad después de atravesar una pareja acorde con la época y el mandato de tener hijos.

Todos y cada uno de ellos encuentran una voz y un espacio frente a la cámara de Cruz y Vangnekos, que registra cada detalle y que juega a través de un diálogo entre pasado y presente, en reconocerse ellos mismos como iguales a pesar del paso del tiempo, a mirarse jugando con un espejo de mano, verse y (re)encontrarse una vez más en la profundidad de sus miradas.

El amor es una patria de la excepcionalidad” dispara uno de los protagonistas y “DORADOS 50” logra demostrarlo con una caleidoscópica variedad de entrañables testimonios.  

Compartir en: